Acudimos muchos clásicos (casi unos 40), con nuestras viejas joyas de 2 y 4 tiempos. Guzzi, Ducati, Ossa, Bultaco, Montesa, alguna Sanglas, Morini y Benelli, incluso alguna japonesa, sin olvidar la preciosa Norton Manx; qué decir, todas ellas mimadas con esmero, rodeadas de curiosos, aficionados, amigos y familiares que se congregaron una vez más al calor de esa sensación de estar viviendo otros tiempos, cuando los tubarros y el ricino campaban a sus anchas en carreras urbanas por toda la piel de toro.
Mucho valor tiene que algunos nostálgicos se tomen la molestia de organizar eventos de este calibre, ayudando a no olvidar nuestro pasado, rememorando grandes sensaciones entre alpacas, público a pie de pista, amigos empujándote para arrancar, caras de felicidad y manos llenas de grasa.
El espectáculo no se limita al trazado (bello, por cierto), sino al ambiente familiar que se respira en las carpas, dentro de ese paddock que parece sacado de los años setenta, donde todos nos prestamos lo que haga falta, desde botellas de agua, cervezas (con alcohol, por supuesto), hasta unas siempre socorridas bridas.
Un espíritu que perdimos por desgracia hace mucho tiempo, cuando el dinero y la tecnología se apoderaron de nuestro deporte incluso en los escalones más bajos y guió sus paso hacia otros escenarios. Por fortuna, todavía quedan viejos rockeros con muchas ganas de dar gas, pilotones como Champi, Cuco, Quintial, Carlos, Rodri, Jorge, Pako y muchos más. Varias mangas y muchas sensaciones después (incluyendo alguna avería), volvimos a casa el domingo por la tarde con el corazón rebosante todavía de adrenalina y buen rollo.
Porque al final todo se quedó en esa gran sensación: un fin de semana entre amigos y motos con alma, rodeados en todo momento por una organización que se dejó la piel por agradarnos. Es fácil adivinarlo, ¡ya estamos esperando la edición de 2017! Gracias también para los amigos que me echaron una mano estos días (Sergio, Mudo, Bego, Jop), y a mi padre, por currarse en tres tardes la pintura y el montaje de nuestra HermOssa.
Un fuerte abrazo a todos los que avivan con su tesón la llama que tantos campeones y soñadores encendieron cuando el mundo era en blanco y negro, más simple y con mecánicas llenas de agujeros. Salud y gasolina.