Yamaha WR 250 F vs. Gas Gas EC 250 F: conceptos endurísticos distintos

Para empezar, la Yamaha WR 250 F es una moto más que conocida, por tratarse de uno de los modelos más veteranos de esta categoría, pero también porque es uno de los que tiene un mercado más claro. A consecuencia de ello, su estética es algo anticuada, como también su sistema de alimentación por carburador, pero a pesar de que haya quien reclame su puesta al día, es innegable que sigue teniendo su público entre aquellos que buscan una moto que les genere pocas dificultades de pilotaje y, principalmente, que les cause pocos problemas mecánicos.

En cuanto al apartado que más nos interesa, el del motor, hay que decir que arranca bien tanto a botón como a pedal –una pieza cada vez menos corriente en nuestra motos–, siendo recomendable tener la batería en buen estado ya que el motor requiere bastante energía. Tras su puesta en marcha inmediatamente nos llamará la atención la particular sonoridad de motor. No hay discusión posible en este aspecto: no es una moto con un ruido atractivo. La cuestión es que el escape de serie viene muy tapado –y su rumorosidad es metálica–, lo que acabará condicionando la respuesta del motor una vez nos pongamos en marcha. Todo ello provoca que el rendimiento del propulsor sea bastante lento de reacciones, pero tiene muy buenos bajos y acaba por subir de vueltas, aunque se acabe quedando pronto algo corto de potencia y no se estire mucho arriba. Esta configuración de serie hará que quienes quieran ganar un poco de ‘vida’ deban enfrentarse a dejar respirar mejor motor, aunque en contrapartida se ganen algunos decibelios.

Aunque hayamos comentado que la alimentación mediante carburador pueda considerarse algo ‘antigua’, lo cierto es que su funcionamiento es bueno, responde sin vacíos durante todo el arco de trabajo del propulsor y su rendimiento es excelente, con el único ‘pero’ habitual en estos casos: la necesidad de ser conscientes de sus propias limitaciones a la hora de abrir el gas de golpe.

En líneas generales, a pesar de su potencia limitada –condicionada sin duda por su escape– la WR es una moto extremadamente fácil de disfrutar y, lo que es mejor, todos estos años de experiencia con el modelo han servido para darle una fiabilidad casi a prueba de bombas; siendo ideal para excursiones y para realizar recorridos de enduro sin grandes complicaciones.

Cómoda y fácil

La parte ciclo que Yamaha utiliza en esta 250 debe situarse en una línea similar a la del motor. Conserva el veterano chasis de viga central de aluminio con cuna simple desdoblada, una solución efectiva pero algo penalizada en la báscula. Por contra tiene grandes ventajas, como el hecho de ser bastante alta de chasis, muy rígida y a la vez muy manejable. La posición de conducción es realmente buena y no resulta nada complicado sentirse cómodo a la primera de cambio. Además de esto, en pistas rápidas ofrece una buena estabilidad, sólo empañada por el que es el principal hándicap del modelo: las suspensiones extremadamente blandas. Los settings son realmente los de una moto de excursión y requieren un trabajo de ajuste importante para aquellos que quieran enfrentarse a sesiones de enduro intensivo, al igual que ya comentábamos sobre el motor y el escape. Por el contrario, resulta cómoda en conducción y en salidas de nivel amateur, es fácil sentirse cómodo y bien adaptado.

La Yamaha es una moto más que conocida, por veterana, pero también porque es uno de los modelos que tiene un mercado más claro

Otros detalles con posibilidad de mejora son las palancas de freno y del cambio, ya que quedan algo escondidas respecto a la posición de los estribos y de las tapas del motor. Mientras, el conjunto de frenos rinde a buena altura, el delantero es progresivo y con buen mordiente en la parte final y el posterior trabaja como se espera de una moto de enduro, con progresividad en el primer tacto y una parte final que tiende a bloquear.

Merece la pena indicar que el rendimiento del embrague –de accionamiento por cable– es impecable, al igual que el preciso selector. Gracias a todo ello, a diferencia de muchos otros modelos de este segmento, es fácil encontrar el punto muerto en cualquier circunstancia.

En general, la posición de las manetas y la postura del piloto es buena y permite pilotar bien tanto de pie como sentado. Un detalles que nos gustó es la buena visibilidad y efectividad del pequeño cuadro de mandos digital, al igual que las piñas de mandos y el botón de contacto, aunque resulte un inconveniente que, como muchas otras rivales, no disponga de llave alguna de contacto.

Sólo las une el motor

La Gas Gas EC 250 F es una moto radicalmente distinta a la Yamaha, al igual que su enfoque, y aunque utiliza el mismo propulsor que la Yamaha y su misma alimentación mediante carburador Keihin, tiene un enfoque mucho más deportivo.

Para empezar, la marca gerundense ofrece este modelo únicamente con acabados Racing, de forma que los componentes que completan el motor ya marcan notablemente la diferencia.

Puestos a centrarnos en el motor que comparten, la principal diferencia entre la española y la japonesa está en el escape. Si bien es cierto que la EC 250 F ya no cuenta con material FMF, el simple hecho de disponer de un silenciador más abierto que la WR hace que el cambio se note desde el primer momento. Es evidente que la sonoridad es algo mayor, pero también resulta bastante más atractiva y, sobre todo, más efectiva cuando se comprueba la respuesta al gas. En este caso el arranque también es bueno, tanto mediante botón como con el pedal, aunque en este último caso le cueste un poco más en frío.

Como la Yamaha, dispone de estárter en el carburador y descompresor de arranque en caliente, aunque este segundo prácticamente no es necesario usarlo.

La primera parte del arco de potencia es buena, aunque no tiene tantos bajos como la Yamaha, pero por contra todo el motor es más alegre e igual de lineal. La principal diferencia es que se estira más arriba, de modo que compensa esta diferencia de bajos con más pegada en la zona alta.

Otra diferencia importante está en el embrague, ya que el accionamiento mecánico por cable de la Yamaha se sustituye en este caso por un sistema mixto, con una bomba hidráulica combinada con un conversor final que pasa a accionar el último tramo del cable. El beneficio de este sistema es un tacto inicial más suave, aunque por contra se pierde algo de efectividad y de control en zonas en las que es necesario jugar con el cambio o cuando hay que buscar el punto muerto con el motor en marcha.

Es la parte ciclo la que marca las diferencias más notables entre la EC y la WR. El bastidor de la Gas Gas es más reducido, de modo que toda la moto se nota más pequeña y compacta. La diferencia de geometría es notable, con más lanzamiento de horquilla y distinta colocación del piloto, de modo que en este caso el conjunto se nota más pegado al suelo que la Yamaha. Eso sí, sin haber llegado a contrastar su peso en la báscula, la impresión es que la moto catalana es algo más pesada que la japonesa. Estas diferencias en el chasis también la hacen más estable en pistas, lo que conlleva que le cueste también más entrar en giros cerrados y realizar cambios de dirección rápidos. La cuestión es que el chasis es el conocido de Gas Gas de estructura tubular heredado de los modelos 2011.

La vocación competitiva de Gas Gas hace que buena parte de los componentes estén más cuidados

El apartado más claramente favorable a la moto de Salt es el de las suspensiones. La vocación competitiva de la marca hace que la mayoría de componentes estén más cuidados y esto se traduzca en una excelente horquilla Marzocchi delantera de cartucho cerrado (la misma que la marca utiliza en sus otros modelos Racing) y en un amortiguador posterior Öhlins 999. Los settings están muy bien conseguidos y en el primer recorrido de la horquilla absorbe perfectamente las pequeñas irregularidades del terreno, mostrándose muy progresiva y con un buen tacto al pasar a una conducción más exigente. Hay que forzar al máximo para llegar a hacer tope y el rendimiento en estas circunstancia también es bueno.

El amortiguador está bien compensado con la horquilla y su rendimiento es bueno, a pesar de que sobre terreno muy roto se note algo blando y ofrezca una respuesta seca en la primera parte del recorrido, llegando a hacer tope en saltos mayores o al superar grandes escalones.

En general la posición de conducción es bastante distinta a la Yamaha, con un asiento más bajo y una menor distancia respecto a los estribos, de modo que resulta algo menos confortable conduciendo sentado. En estas circunstancias, el manillar se nota algo alto, pero esta sensación desaparece al ofrecer una buena posición pilotando de pie. El asiento es blando y cómodo aunque, por su menor longitud respecto a otras motos de la competencia, el tramo final tiende a resultar molesto en los rebotes cuando se conduce de pie.

Por último, el freno delantero es muy esponjoso y a pesar de la buena reputación tanto de la bomba como de la pinza Nissin, da la sensación de falta de mordiente.

A modo de resumen, podría decirse que tanto la Yamaha como la Gas Gas son dos motos fáciles, con características similares y sobradamente conocidas a nivel mecánico. Son ideales para la práctica del enduro amateur o para excursiones intensas pero no tanto para el enduro de competición de primer nivel... donde habrá que trabajar bastante a nivel de peso y de motor, además en las suspensiones de la Yamaha.

Yamaha

Solo +

Moto cómoda y fiable

Solo -

Motor muy tapado y suspensiones

Gas Gas

Solo +

Suspensiones y estabilidad

Solo -

Peso y tacto de embrague

Texto: Xavi Subirana/D.Prats

Con la colaboración de Marc Solà, Àrea de Motor Can Taulé y Amics Moto Valls de Torroella

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