Yamaha Tracer 700: Encuentro en las alturas

Con buen criterio, en Yamaha siguen aprovechando la plataforma de la MT-07 para ofrecer diferentes modelos y alternativas. La última, esta sorprendente Tracer que hemos descubierto en las Dolomitas, casi tocando con la frontera austríaca. Miles de curvas a más de 2.000 metros de altura, rodeados de una exuberante naturaleza en la que la Tracer se encontró tan a gusto como nosotros. En este decorado nos demostró buenas maneras, con una posición de conducción confortable y un nivel de prestaciones más que aceptable para un amplio número de motoristas, incluidos aquellos que estrenen su carnet A2. Nos pareció una moto fácil de conducir, que combina una parte ciclo neutra y solvente con un tren trasero más eficaz que en la 07 estándar, con la generosidad, tacto y buen feeling del ya conocido bicilíndrico de 689 cc de Yamaha. Además tiene buen talante en las largas distancias, gracias a su posición de conducción con las manos arriba y una pantalla regulable. Me fui del Val di Fasa con la sensación de que esta sport-touring es un tipo de moto que puede abrir los ojos a motoristas que quieran descubrir el placer de viajar y conocer nuevos decorados como el de los Dolomitas, a un precio más que razonable. El tan manido argumento del más por menos es totalmente cierto en el caso de esta Tracer 700. No es fácil combinar agilidad, precisión, confort y un motor generoso y con un punto picante con una autonomía que puede superar los 350 kilómetros. Pues en Yamaha lo han conseguido. Aires de familia

  Sin duda alguna, su parecido con la Tracer 900 es muy evidente, pero esta versión de la MT-07 tiene un aire más moderno y funcional. El frontal, con su doble faro, es agresivo y los paramanos con los in­termitentes situados por debajo son originales. La cúpula de plexiglás es regulable manualmente a través de dos palomillas. Con 64 mm de recorrido vertical, lo cierto es que en su posición más alta ofrece una protección justita si mides 1,80 m.

Me llamó la atención que el asiento es ligeramente más alto que en la versión base, así como que la posición de conducción es un tanto peculiar, pues el manillar no tiene la anchura del de una trail, pero sí la altura. La posición de los brazos queda más recogida que en una trail asfáltica, pero sin llegar al extremo de una roadster. El asiento es ahora de dos alturas y las piernas quedan en su punto, solo ligeramente flexio­nadas. En líneas generales me pareció una moto bastante confortable.

El cuadro de instrumentos totalmente digital es visible, funcional, con la información necesaria (dos trips, nivel de gasolina, marcha engranada, consumo, temperatura, reloj...) y algunos chivatos a su alrededor. A la info se accede desde dos pulsadores situados en el panel de instru­mentos. Por una cuestión de costes no se ha montado un pulsador en el manillar, algo a lo que ya estamos más que acostumbrados. Tampoco tenemos diferentes modos de potencia ni control de tracción.

Una de las novedades más destacables de esta Tracer es desde mi punto de vista el hecho de que se haya cambiado el basculante en chapa de acero por uno de aluminio 50 mm más largo, que aumenta la distancia entre ejes hasta los 1.450 mm. Esta modificación, así como los nuevos reglajes de las suspensiones, mejoran considerablemente el comportamiento del tren trasero de esta Tracer con respecto a la versión normal.

El peso del bastidor es de 16 kilos y está formado por un entramado de tubos de diferente espesor, que con buen criterio se ha desarrolla­do buscando el equilibrio necesario entre torsión y rigidez. La verdad es que en cuanto al chasis, la Tracer 700 me pareció una moto que combina agilidad, precisión y facilidad de conducción. Te hace la vida agradable porque es divertida, intuitiva y con las modificaciones del tren trasero me ha dado la sensación, a falta de probarla en otro decorado que no sea el del Val di Fasa, de que se ha ganado en estabilidad a alta velocidad.

Lo que sí os puedo adelantar es que ahora las suspensiones tienen un reglaje más firme (hidráulicos) y que en esta versión el tren trasero trabaja mejor que en la versión base, puesto que el amortiguador está un poco más apretado y se nota tanto en las zonas rizadas como en los baches aislados que te puedas encontrar sobre un piso parcheado. El recorrido ha aumentado en 12 mm y sigue siendo regulable en precarga de muelle, mientras que la horquilla carece de regulación.

Por lo que respecta a los frenos (maneta regulable, no así la del em­brague…), el delantero tiene un tacto y una potencia correcta y es do­sificable. Pero si quieres apurar frenadas (uno es lo que es…) en plan deportivo y presionar con fuerza, el ABS tiende a intervenir con cierto adelanto. En el caso del freno delantero no me supuso ningún problema y entiendo y acepto que así reaccione.

Pero en el caso del freno trasero me pareció exagerada la facilidad con la que entra en acción el ABS y es demasiado intrusivo. En realidad actúa sí o sí, y esto te impide el poder deslizar ligeramente la rueda trasera en una frenada para encarar la moto a la entrada de una curva. Dicho así puede parecer que yo sea un tipo que vaya cruzando la rueda trasera en plan supermotard, lo que no es cierto, pero sí que me gustaría tener la alternativa que el ABS de la Tracer 700 me niega.

Sin duda alguna, el motor bicilíndrico de esta serie MT-07 es todo un acierto. Bueno en realidad creo que, independientemente de la persona­lidad de cada uno de los modelos de la familia, la buena comunión entre la parte ciclo y el bicilídrico Crossplane es la base del éxito.

Su peculiar configuración en busca de las sensaciones que transmite un motor en V hacen de este bicilíndrico de 689 cc algo muy especial. Con el calado a 270º se consigue muy buen tacto abajo y sube de vuel­tas con suavidad sin dejar de lado un punto excitante. Insisto en que me parece un propulsor de tacto exquisito.

Entre las miles de curvas de los Dolomitas disfruté jugando entre terce­ra y cuarta velocidad en una conducción sosegada y también trabajando más con el cambio con segunda y tercera. Lógicamente en marchas cortas y subiendo de vueltas, el bicilíndrico es más agresivo y excitante, pero nunca tienes la sensación de que se vaya de las manos.

Se consiguen unas buenas aceleraciones en marchas cortas, entre cuarta y sexta parece diseñado para responder en una conducción interurbana con aceleraciones suaves y a su vez contundentes y solo se notan unas ligeras vibraciones alto de vueltas a las que únicamente hay que llegar si quieres sensaciones deportivas. Lo que creo que es mejorable es el tacto del cambio, que me pareció un poco duro especialmente en marchas cortas.

Como buena sport-touring el pasajero se sentirá cómodo en el nuevo asiento de dos niveles, con espacio suficiente, a pesar de su tamaño contenido, y dos buenas asas en los laterales.

Con su depósito de combustible de 17 litros de capacidad, se anuncia una autonomía de más de 350 kilómetros, sin duda una buena noticia. Se sirve en rojo, azul o negro, y estará disponible desde mediados de julio a un precio muy razonable.

Si quieres tener tu primera moto viajera, el precio ya no será una excusa…

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