Victory Cross Country: Grandes sensaciones

Victory Cross Country: Grandes sensaciones

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Las baggers se pueden definir como customs algo más refinadas con estética y cualidades ruteras. Es una corriente que se empieza a extender como alternativa a las cruisers y tienen el inconfundible aroma que marcas como Victory saben transmitir. Las maletas o alforjas y el carenado forman parte de este estilo de moto con vocación rutera.

Esta moto es una bagger de principio a fin. Desde su frontal, con el envolvente carenado anclado al manillar, hasta el generoso guardabarros trasero salpicado de leds, su imagen es la de una moto cómoda, grande, que invita a los largos viajes. Podría ser una cruiser, pero respira aires de juventud, de frescura.

Creo que es la moto más larga que he probado en mi vida: casi tres metros (2.755 mm) por uno de ancho son medidas a todas luces inusuales. A semejante volumen le tenemos que añadir más de 360 kilos, que no son fáciles de mover en parado. Por ello no es una moto ideal para ir a comprar el pan, sino que reclama espacios abiertos. Ahí podremos disfrutar de una fuerte y original personalidad que comienza por una estética muy americana y espectacular, pasando por el tacto de su poderoso motor en V, sin dejar de lado infinidad de detalles que marcan la diferencia.

Su estética viene marcada, aparte de por su tamaño, por el generoso carenado estilo cruiser que tanto protege y en cuyo interior se han montado dos altavoces para hacerte la vida más placentera. Al margen de este enorme frontal cuyo diseño me recuerda al de la moto de Batman y de su generoso y confortable asiento de dos niveles, la parte trasera destaca por sus formas redondeadas. El envolvente guardabarros trasero se acompaña de dos maletas que incorporan cierre con llave –no cabe un casco–, pero que con 80 litros de capacidad permiten colocar el equipaje de conductor y pasajero. Son prácticas, estancas y de calidad.

La frenada es un buen conjunto formado por dos discos de 300 mm y pinzas de cuatro pistones, en el que no falta un sistema ABS que es sin duda un plus. Lo digo con conocimiento de causa, puesto que tuve que frenar de forma improvisada sobre una superficie deslizante cuando un coche que rodaba delante de mí frenó bruscamente. La entrada en acción del ABS del freno delantero fue providencial por dos motivos. Primero, porque no me caí –iba muy despacito–, lo cual me hubiese costado sólo un arañazo. Y segundo... porque así evité tener que levantar del suelo más 360 kilos, tarea que no se me antoja fácil...

El propulsor es un impresionante bicilíndrico en V a 50° de 1.731 cc denominado Freedom 106, de refrigeración mixta aire/aceite, con un simple árbol de levas, capaz de rendir 97 CV por debajo de las 5.000 rpm y con un par motor impresionante. Esteenorme propulsor es autoportante. Al igual que en el resto de la gama, la correa de la transmisión secundaria es de fibra de carbono y se cambia cada 100.000 kilómetros. El chasis se compone de dos vigas en fundición de aluminio y las suspensiones firmadas por Kayaba y los frenos Nissin con ABS están a buen nivel.

Delante, la horquilla invertida monta gruesas barras de 43 mm de diámetro y detrás el monoamortiguador trabaja con un sistema de bieletas que son sin duda responsables del buen comportamiento del tren trasero y de la sensación de confort. El basculante de bella factura es un doble brazo de aluminio poco habitual en este estilo de motos.

Los cromados brillan con luz propia en tapas, filtro de aire, silenciosos, aro del faro, palancas, aletas del cilindro, culatas o embellecedores. El asiento es de generosas dimensiones, está a 705 mm del suelo y permite hacer pie con facilidad. Sentado en él se divisan las dos des esferas con fondo blanco de la instrumentación, que le dan un punto entre clásico y señorial, en combinación con dos displays y dos relojes más: indicador de nivel de combustible y voltímetro. Por encima del display superior se aglutinan los chivatos (reserva, neutral, intermitentes...); en el display principal domina la marcha insertada, temperatura ambiente y reloj, y en el que está más cerca del depósito de combustible aparece la info de la radio, es decir, dial, volumen, etc., que se controla desde los pulsadores de la piña izquierda. Los tres pulsadores de la piña situada bajo el puño del acelerador corresponden al cruise control.

La verdad es que en marcha una moto de este peso y volumen sorprende. Hay que acostumbrarse a maniobrar en parado y lógicamente requiere cierta práctica. No es la ciudad el mejor ambiente para una moto de este estilo, pero es muy placentera cuando dejas la urbe atrás y buscas grandes espacios abiertos, carreteras tipo highway donde disfrutar de las buenas sensaciones de una moto espectacular... A baja velocidad requiere atención. Tiene un centro de gravedad muy bajo, pero por otra parte da la impresión de que la dirección tenga cierta tendencia a cerrarse. Una cuestión que con práctica se supera fácilmente.

Sobre el asiento uno se encuentra muy cómodo y es lo suficientemente grande como para poder moverse sin problemas. Los pies quedan adelantados y las plataformas son enormes.

Me gustó el conjunto de suspensiones Kayaba –horquilla invertida en una cruiser–, pues son muy confortables y especialmente detrás trabaja bien incluso en asfaltos de dudosa reputación. El conjunto de frenos Nissin hace bien su trabajo en una moto de 300 kilos de peso, algo que no hay que descuidar y que obliga

a actuar con cierto tiempo de antelación, tanto a la hora de frenar como en el momento de cortar el puño del acelerador.   Viaje en primera clase La respuesta del enorme bicilíndrico es suave y elástica y a su vez enérgica.   A bajas vueltas el par motor es impresionante. A 120 kilómetros por hora gira sobre las 3.000 rpm y a 4.000 vueltas viajarás a 140 km/h en una moto en la que no hay que superar las 5.000 vueltas, porque su encanto está más abajo.   Impresiona su capacidad de recuperación. Su consumo se sitúa sobre los 7,5 litros, y en función del recorrido y de lo que le des al puño de gas, podrás disponer de una autonomía superior a los 270 kilómetros. La palanca de cambio tiene bastante recorrido y la sexta velocidad es como una overdrive de las que tanto gustan a los americanos...   La verdad es que nos ha sorprendido esta enorme Cross Country en la que el pasajero viaja en primera clase, porque pese a su volumen y peso, tiene un buen comportamiento, es confortable, muy resultona, y si la comparas con otras motos de su especie, su precio es interesante, pues cuesta 20.800 € con un buen equipamiento de serie (¡música incluida!). Al igual que en los USA, también en Europa se ofrecen cinco años de garantía.
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