Victory Cross Country ABS, control al desenfreno

La Cross Country se ha establecido como la cruiser rutera por excelencia en el seno de la marca. Bien es verdad que por encima de ella tenemos la Vision Tour, pero no cabe duda de que la Vision es otra cosa, es otro tipo de moto. Con el sello y la filosofía de Victory, cierto, pero con otros aires más futuristas y menos ceñidos al custom puro y duro.

La Cross sí, la Cross va por su sitio en cuanto a concepción de moto clásica norteamericana, aunque tampoco hay que llevarse a engaño, porque de clásica tiene más bien poco. Su motor es todo tecnología y su funcionamiento, del que vamos a hablar a continuación, toda una sorpresa.

Conscientes del potencial de una moto como ésta, la marca ha decidido comercializarla con sistema de frenada ABS, para hacerla más segura en condiciones meteorológicas adversas, por ejemplo, ya que no olvidemos que el peso de este modelo es de 338 kilogramos. Por lo que a las cuestiones de frenada había que dedicarle bastante atención.

‘Victory secret’

Ellos lo tienen muy claro. Desde el primer momento lo han tenido claro. Ellos no quieren hacerle la competencia a Harley- Davidson (algo que, reconozcámoslo, es muy complicado), Victory va por libre, va por su lado, ofreciendo motos con un marcado carácter americano pero sin rizar el rizo como lo riza Harley.

Las Victory no son motos demasiado recargadas: son sencillas, austeras en los detalles, según se mire, y suaves, muy suaves de funcionamiento. No se quieren pelear con Harley.

Las suyas son motos norteamericanas, repetimos, pero con cierto ramalazo japonés. La referencia es Harley, de eso no hay duda, pero Victory por ejemplo busca finura de funcionamiento con un motor que empuja una barbaridad y, a la vez, de la estampa de sus motos se desprende una suerte de carácter deportivo que llama mucho la atención (y no nos referimos únicamente a las Hammer).

Con una Victory te haces enseguida. Intimida su presencia, como es el caso de la Cross Country, si bien luego ves que no es tan fiero el león como lo pintan. Se dejan llevar con facilidad y, sobre todo, con suavidad.

Y en carretera su conducción se torna muy fluida y relajada.

Ya la conocemos

La Cross Country pasó por nuestra redacción hace poco más de un año -sin ABS, claro- en la versión que de este modelo hizo Cory Ness, hijo de Arlen Ness. Aquélla era una moto plagada de detalles, decorada en un color rojo fuego (literal, la pintura simulaba incluso llamas) que la hacía no pasar desapercibida allá por donde pasase, valga la redundancia.

Esta es, digamos, la estándar, en color negro, más discreta que la Ness pero igual de competente. Con el sistema de frenada antibloqueo, además, ha ganado varios enteros.

El ABS de la Cross Country funciona más que correctamente. La frenada de serie, sin este elemento de seguridad activa, es muy buena, pero ahora es todavía mejor. El tacto en el tren delantero es fiel a la maneta, sabemos en todo momento cuánto frenamos. El mordiente es por otra parte algo menos desarrollado que su tacto, aunque no hay que olvidar que su peso ronda los 340 kilogramos. Con apretar la maneta con un poco más de decisión, la moto se detiene cuando queremos.

En este tren delantero, el ABS es menos intrusivo que en el trasero, donde aparece antes al pisar el pedal derecho. Notamos las pulsaciones en el mismo, señal de que se ha activado, y unos tímidos rebotes. Todo controlado. En la rueda anterior hay que forzar la situación para que el ABS se manifieste, y esto es de agradecer, puesto que no es agradable, ni seguro, que a la mínima insinuación este sistema de seguridad se active. Bien graduado y puesto a punto, pues, el ABS de la Cross Country.

Calidad de marcha superlativa

El motor de esta moto es el mismo que el de todas las Victory, por lo que también lo conocemos. Es un dos en V a 50º de 1.731 centímetros cúbicos, y que ofrece 97 CV a 4.900 rpm y 15,6 kgm a tan sólo 2.950 rpm.

Este V-twin se nota lleno desde bien abajo, pero eso no quiere decir que se deje llevar sin prisas a bajas vueltas. Sólo corre si queremos; si queremos desde el puño del gas, que es muy fácil de dosificar. Y se estira mucho, hasta bien arriba y sin sobresaltos. Puede, y de sobras, con el peso del conjunto. Pero donde destaca por encima de todas las cosas es en el confort de marcha que ofrece, gracias a todo su equipamiento.

Al ABS hemos de sumar un asiento de muy grandes dimensiones y muy cómodo, plataformas para el conductor, control cruise y equipo de audio. Es tal su asiento, que en ningún momento nos daremos cuenta de que llevamos pasajero, que a su vez dispone de respaldo.

El frontal de la Cross Country es de tales dimensiones, que el tronco del conductor y el del pasajero van de sobras protegido. El único problema es que la pantalla-visera del mismo es baja y la parte del casco no va tan resguardada como el resto del cuerpo. Aquí ha primado la estética de otras épocas antes que la protección aerodinámica. Otro pero, de menor importancia, es que dicho frontal va asociado al manillar y gira con él, por lo que al maniobrar a baja velocidad notaremos algo pesado el tren anterior.

Una vez en marcha es como si los kilos desaparecieran por arte de magia. El dinamismo es sorprendente a la hora de moverla en curvas, así como su estabilidad en los pasos por ellas. Notamos el amortiguador trasero, de gas y regulable, algo seco de reacciones circulando con pasajero, pero fue algo que no hace acto de presencia hasta que no se fuerza la máquina. Y se puede forzar, la verdad, tanto por la estabilidad como por lo que tardan en rozar las plataformas en el asfalto, por lo que el margen a la hora de inclinar es considerable.

A partir de…

La Victory Cross Country ABS se comercializa a un precio acorde con lo que se está ofreciendo a cambio. Desde la marca nos dicen que el precio de salida son 21.400 euros.

No es cualquier cosa, pero hay que tener en cuenta eso mismo: que la Cross Country ABS tampoco es cualquier cosa. Con el sistema de frenada antibloqueo se ha puesto freno a la sorpresa, al aportar un plus de seguridad que nadie menospreciará. Sobre todo porque esta moto da mucho de sí: tiene motor y chasis para correr, pero su peso no es el de una deportiva, por lo que el ABS le sienta de maravilla.

Cómo va en…

Ciudad

Cuesta mucho moverla en parado a menos que seas un tipo fuerte. De todas formas, en marcha se mueve con mucha agilidad, sorprendentemente. Hay que vigilar, no obstante, porque es ancha de delante y de detrás. El motor es suave y dulce a bajas vueltas.

Carretera

Vuelve a sorprender por su agilidad. Su conducción se hará todavía más fluida si el conductor es relativamente alto, puesto que el manillar, según se mire, queda algo retirado. El motor empuja que es una maravilla desde bajo-medio régimen, y el chasis le da una gran estabilidad en todo momento.

Autopista

Casi perfecta. Casi porque la pantalla es más bien baja, aunque no olvidemos que en este modelo no sólo se trata de proteger sino también de darle un toque retro. Posición de conducción perfecta para los dos ocupantes, con unos asientos mucho más que acogedores. El equipo de audio se encarga del resto.

Solo +

- Motor poderoso

- Frenada correcta

- Estabilidad

- Dinamismo en carretera

- Confort y calidad de marcha

- Equipo de audio

Solo -

- Peso en parado

- Manejabilidad (para los menos altos)

- Suspensión trasera algo seca

                                                     Prueba publicada en el Solo Moto número 1881

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