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Viaja en moto con poco más de 1.000 euros

La protagonista, mi Ducati Scrambler Urban Enduro equipada hasta las trancas: sobredepósito, bolsa trasera y las dos laterales. Puños calefactables y estriberas más anchas, para obtener un buen agarre de mis suelas en caso de circular por caminos. Como no uso mapas en papel, me fío plenamente del nuevo TomTom Rider, con una pantalla que se puede poner de forma horizontal y una opción denominada carretera con curvas que me permite dejarme llevar y no tener que pisar una recta de más de trescientos metros. Además, dispone de un buen archivo de alojamientos; en caso de llegar muy tarde para buscar, no te quedas en la calle.ç

A cruzar Francia

El recorrido más caro es el que se hace hasta llegar a Eslovenia. Cruzar Francia es muy tedioso por la cantidad de tráfico que hay en sus carreteras y la parte de los Alpes italianos tampoco resulta económica.

La manera más económica de comer es hacerlo en los bares de carretera, abusando de las pizzas y la pasta. Los campings (si viajas con tienda de campaña) suelen estar bien, con duchas de agua caliente y pequeños restaurantes donde tomar un desayuno.
Otra opción es coger un ferry en Barcelona que te deja cerca de Génova o Roma. En la página web de Grimaldi puedes encontrar grandes ofertas (hasta un 50% de descuento) y ahorrar tiempo y dinero.

Cuando cruzo Italia, me doy cuenta de que la gasolina es aún más cara que en España, por lo que decido viajar esta parte utilizando las autopistas o autovías siempre que no sean de peaje. Más vale salir pronto del país que entretenerme de pueblo en pueblo gastando más y más.

Me dirijo hacia la frontera con Eslovenia, en su parte más baja. Aquí, por fin dejando detrás el asfixiante tráfico italiano, llega lo mejor. Una estrecha carretera de montaña que llega hasta lo que fue uno de los pasos en los Alpes hacia Europa, custodiado en su tiempo por los romanos. Me sumerjo en el interior del Parque Natural de Triglav, en los Alpes julianos. Coronando esta carretera se llega a lo que fue una frontera de esa época que también sufrió un gran acoso durante la I Guerra Mundial; allí, en época del Gran Imperio Romano, se construyó una larga muralla para que los barbaros no consiguiesen pasar a Italia y, por tanto, conquistar los Alpes. De todo ese complejo que fue muralla, posta y un pequeño pueblo con iglesia, queda la posta, donde poder dormir y cenar al abrigo de la espesa niebla que en unos instantes cubre la carretera.

¿Equipaje? Lo justo

En las zonas menos turísticas de Eslovenia puedes dormir por 15 euros y comer tres platos por unos tres euros. Otra ventaja es que puedes cambiar a su moneda o bien usar nuestro euro tranquilamente. Las carreteras secundarias, comarcales, están bien cuidadas y permiten disfrutar de las curvas con tranquilidad, ya que tampoco hay mucho tráfico pesado. Es un país montañoso con una amplia red de comunicación entre pequeños pueblos. La capital, Liujbliana, es una ciudad con un centro histórico que se recorre en menos de una hora; eso sí, andando, ya que es zona peatonal. Con un mercado en la plaza central en el que poder abastecerte de fruta fresca y de temporada, ideal para llevar unas moras o fresas, manzanas y frutos secos como parte de comida en esta ruta.

El poco equipaje que he podido meter en la bolsa lateral de la Ducati Scrambler es suficiente para estos días; la ropa de agua, que ya he tenido que ponerme en los pasos montañosos, la guardo en la bolsa que llevo detrás de mí. Mi portátil y cámara de fotos, en el sobredepósito. Creí que no podría viajar con tan poco equipaje, pero aún me sobra un lateral para llevar las herramientas por si pincho y una botella de agua. Viajar como hace años es regresar a los orígenes y es muy divertido.

Hacia Budapest

Desde allí hacia el lago Balatón, enorme zona de veraneo llena de balnearios. Estamos ya en Hungría. En este país cambiamos los pequeños puertos por planicies que cada vez nos acercan más y más hacia Budapest, su capital. El precio de la gasolina y comida baja considerablemente desde que salimos de Italia.
Cabe destacar el amor que tienen en Hungría por las motos. La educación y respeto a las dos ruedas resultan increíbles. Los coches se apartan tanto en las carreteras como en la ciudad para permitirme el paso. Así se disfruta la moto mucho más.

Budapest es una gran ciudad donde estar dos o tres noches, puedes encontrar un alojamiento barato y después circular por la ciudad Buda o Pest, comiendo en los puestos callejeros, pequeños restaurantes o sobre un barco flotante en la orilla del Danubio, dependerá del presupuesto. La enorme historia que hay en la capital húngara te demostrará que fue una de las grandes potencias europeas años atrás.

Desde Budapest, evitando siempre las autovías, que ya en algunos países son de “viñeta”, es decir, que tienes que comprar el pase para poder utilizarlas, llegamos a la frontera con Eslovaquia. Es muy divertido encontrar las pequeñas carreteras donde las antiguas fronteras están abandonadas y tan solo una línea roja en mitad de la calzada nos avisa de que pasamos de un país a otro. De nuevo los precios vuelven a bajar, disfrutando por menos de treinta euros de una habitación doble con desayuno. Y he aquí otro de los trucos para viajar con un presupuesto ajustado: desayunar como si fuese una comida, evitar comer y cenar, una vez que hayamos llegado a nuestro destino, en algún lugar popular.

Alta montaña

Eslovaquia comienza con carreteras llanas hasta que llegamos al norte, donde subo al Alto Tatra, disfrutando de las carreteras de montaña con menos tráfico del mundo. En lo más alto hay un pequeño pueblo alpino con restauración y actividades como el trekking o el descenso en canoa de sus bravos ríos de montaña. El precio, increíblemente bajo, disfrutando de una buena cerveza por menos de medio euro.

Si te gusta la tierra, en estas montañas puedes usar las miles de pistas que hay para llegar a refugios o simplemente realizar otro camino para cambiar de ladera.

La frontera natural de Eslovaquia con Polonia atraviesa Zacopane, una estación de esquí y una zona de balnearios que en su lado polaco están a rebosar de visitantes. Polonia es un poco más caro que su país vecino, aunque aún bastante barato para los que utilizamos el euro. Dejo atrás estas bellas montañas que presumen de ser el conjunto montañoso más pequeño de Europa. Continúo el camino hasta llegar muy cerca de Cracovia, hasta una reserva natural en Niepolomice, antiguo coto de caza de bisonte de los reyes polacos.

De Polonia a Suiza

Las pequeñas capillas y las enormes iglesias se reproducen por doquier en tierra polaca, no en vano, es la comunidad católica más grande de nuestro continente, cuna del famoso papa Juan Pablo II. Y desde esta pequeña población con castillo incluido, el viaje continúa hasta Cracovia, donde finaliza este recorrido.

En esta ciudad merece la pena pasar dos noches y disfrutar de la vid nocturna, bares en los subterráneos de los edificios, muchos de los cuales se usaron como refugios antiaéreos durante las guerras. El centro histórico se recoge en un lado del río, con un enorme castillo y catedral protegidos por una enorme muralla de piedra.

Desde Cracovia me dirijo hacia Suiza, siempre por secundarias para no pagar peajes y disfrutar de los caminos manos transitados. Alemania es un país caro y desértico a partir de las seis de la tarde. Las gasolineras cierran a esta hora y hay que buscar las automáticas que se puedan pagar con tarjeta de crédito.

En un día estoy llegando a Suiza, donde realizaré lo que he bautizado como el Súper Ocho… pero eso, es otra historia.

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