Un día muy especial para Juan Antonio

Al subir la foto que aparece en la portada a Facebook, tiene gran re­percusión, y todos los presidentes de los Vespa clubs acuerdan organizar un evento para hacer pasar un día inolvidable a Juan Antonio.

Conforme se va haciendo público el evento, gente de todos los puntos de la Península (y de fuera de España) hacen llegar diferentes presentes de sus clubs, como camisetas, polos bordados, parches y emblemas.

El evento tendría un precio simbólico, que iría destinado en su totalidad a ayudar a la familia en los tratamientos de Juan Antonio, y varías empresas y entidades colaboraron ofreciendo regalos para los asistentes (como un plato de arroz, una chapa y una bolsa de naranjas).

A pesar de las predicciones de mal tiempo, se formalizaron más de 300 inscripciones, de los que más de 200 asistieron el sábado a dicho evento.

Desde las 10.30 de la mañana fueron llegando asistentes de todos los puntos de la geogra­fía española y a las 11.30, aproximadamente, Alejandro (presidente del Vespa Club Palma del Río) nos avisa de que en pocos minutos sal­dremos a buscar a Juan Antonio para darle una sorpresa, pues aunque su familia estaba al día de todo, el no sabía nada.

Salimos desde el recinto ferial hacia la casa de Juan Antonio, dejando las motos aparcadas antes de llegar a su casa (para que no las es­cuchara), y Alejandro, junto a los integrantes del Vespa Club Palma del Río, llama a su casa, al salir, lo coge en brazos, para que vea que 200 aficionados a las Vespa están en la puerta de su casa, para hacerle pasar un día inolvidable.

Tras la entrega de algunos regalos, y del carnet de socio honorífico, él y su madre se montaron en el sidecar de Pepe (Vespa Club Sevilla), y tras pasar delante de las 200 Vespa aparcadas, diri­gir el pelotón por una vuelta al pueblo y volver al recinto ferial, donde se había instalado una barra con precios populares y música para ambientar el evento.

Al llegar al recinto ferial, fuimos saludando a Juan Antonio y su familia, y entregando los rega­los que llevábamos en representación de nues­tros clubs, y de otros clubs amigos que no se habían podido asistir. Tras la llegada, y aprovechando que era un en­cuentro con amigos de todas partes, pasamos buenos ratos de charla y de ponernos al día de nuevos proyectos y concentraciones vesperas.

El tiempo nos había respetado toda la mañana, pero por muchos puntos ya había vuelto a llover, así que muchos nos despedimos y nos fuimos marchando hasta nuestros lugares de origen. Otros deciden quedarse, para pasar la tarde ha­ciendo algunos juegos con la Vespa, como carre­ra de lentos y similares.

En conclusión, todos nos llevamos un buen re­cuerdo, por hacer pasar un día estupendo a una familia que lo está pasando mal, con una enfer­medad muy cruel, y porque la comunidad motera en general se volcó por completo en este evento.

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