Triumph TFC1, The Bobber: ‘And the winner is…’

A pesar de haber elegido dos caminos totalmente diferentes, un equipo se decantó por un estilo Scrambler, mientras que el equipo que ha salido ganador ha optado por darle un diseño Bobber. Las dos motos han resultado espectaculares, y es que elegir como base una Bonneville da muchísimas posibilidades para crear una moto única y atractiva.

Siguiendo los cánones del estilo Bobber, la Triumph TFC1 luce unas líneas puras, bajas y sinuosas sin nada superfluo, con un tren trasero rígido y primando el carácter y las sensaciones de conducción.

Pero estaba claro que un equipo compuesto por integrantes de la factoría inglesa no se iba a limitar a cambiar cuatro piezas, por lo que decidieron con buen criterio tomar la esencia de una bobber y llevarla hasta el límite. Combinando sin pudor alguno el estilo más clásico con componentes modernos. Como podemos comprobar en el increíble trabajo de ingeniería que ha permitido combinar un chasis rígido de doble tubo con basculante monobrazo, una suspensión delantera con horquilla Fox Factory ajustable desde el manillar y un motor con los cilindros invertidos y el resto del interior totalmente modificado.

Otro claro ejemplo de la buena convivencia entre lo clásico y lo moderno lo encontramos en la rueda delantera con llantas de radios y con un disco de freno mordido por una pinza Brembo de cuatro pistones.

Para poder acoplar los escapes se han montado los cilindros invertidos, que cuentan con toberas a medida en la admisión de aire para que los tubos de escape artesanales discurran hacia atrás definiendo las líneas traseras de la máquina.

La TFC1 tiene muchos detalles que delatan el buen hacer de sus creadores, como las uniones de los elementos estructurales del chasis mediante un adhesivo especial creado por la empresa colaboradora ThreeBond, que aporta un pulcro acabado sin soldaduras. O el tradicional asiento monoplaza, que cuenta con un amortiguador Fox y permite al piloto ajustar el nivel de comodidad simplemente moviendo una palanca, mientras que las líneas minimalistas de las luces led Radianz integradas en el asiento son un ejemplo más de la atención por los detalles de este equipo.

Uno de los elementos clave del diseño era incorporar el depósito de la Bonneville del 69 que se exportaba a EE.UU. Este depósito está dividido en dos: una mitad aloja en su interior todos los componentes eléctricos y la otra mitad, el combustible. A la mitad “falsa” se le han añadido los botones de arranque y parada, y el interior ahora contiene un mazo de cables simplificado y un circuito electrónico a medida, además de un velocímetro Motogadget y un arranque sin llave para la puesta en marcha. La otra mitad del depósito contiene el combustible, la bomba de inyección y los filtros, y está rematada con un tapón a presión.

Todo esto es fruto de horas y horas de trabajo, primero en el estudio y luego en el taller, pero que seguro que al haber obtenido el mejor premio posible, la admiración del público, ha quedado compensado. No os perdáis las fotos de la increíble Triumph TFC1.

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