Triumph Street Triple RS: la naked de las mil caras

Triumph Street Triple RS: la naked de las mil caras

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Triumph eligió Barcelona para presentar mundialmente la nueva gama Street Triple 765, que desembarca con tres versiones (S, R y RS) de la que ha sido la best seller de la marca inglesa en su primera década de vida. Y nos tenía preparado un genial itinerario para poder comprobar de primera mano todas las facetas de esta naked deportiva, que ha dado un salto importante en todos los aspectos –más cilindrada, potencia y renovación total. Empezamos temprano por la mañana, con una ruta por el Montseny –en la provincia de Barcelona–, con el asfalto todavía húmedo. Con estas condiciones activamos el modo Rain, que no limita la potencia, pero sí la forma de entregarla –más suave– y el grado de intrusión de los sistemas de seguridad, y nos aprovechamos del control de tracción.

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A medida que avanzaba la jornada, los tramos se fueron secando y pudimos probar el resto de las configuraciones, cinco en total: Rain, Road, Sport, Track y Rider. Una para cada situación, conductor, necesidad, experiencia o condiciones de asfalto. Los vas a poder seleccionar tanto en marcha como en parado, y tendrás toda la información necesaria en la nueva pantalla TFT de cinco pulgadas, dotada de sensores para garantizar siempre una visibilidad óptima y con diferentes diseños disponibles. Probamos la RS, la más salvaje y equipada de la gama Street, dotada del particular tricilíndrico de 765 cc –antes 675 cc. derivado de la Daytona–, de 123 CV.

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Además se ha mejorado el chasis y ahora son más ligeras y ágiles, cambio que no solo beneficia a la circulación urbana o en ruta, sino también en la conducción más deportiva. En circuito, alucinarás. Y lo digo con conocimiento de causa, porque, a partir del mediodía, pudimos sacarle todo el partido en el trazado de Gran Premio del Circuit de Barcelona-Catalunya, el mejor escenario para hacerle la disección.

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Sorprende mucho su versatilidad, polivalencia; cómo pasa de la carretera al circuito y lo bien que se adapta. La primera y la segunda marcha son más largas que la versión anterior, y el quickshifter permite subirlas con un leve toque en la palanca. Las suspensiones y los frenos responden a la perfección a las exigencias de una conducción mucho más al límite. La agilidad del chasis permite cambiar de pesos sin apenas esfuerzo, tirarla para entrar en curva o pasar por una chicane como si estuvieses a lomos de una moto mucho más pequeña y de menor cilindrada.

Los neumáticos te dan luz verde para inclinar todo lo que quieras y apurar más de la cuenta. Es una gozada la sensación de velocidad y el gran empuje, no solo desde abajo. Llegas a final de recta con un rendimiento brutal, como si todavía te pudiese entregar más o añadir otra marcha… Y, todo esto, acompañado de un sonido magnífico y de un aspecto más deportivo que han conseguido con una línea más puntiaguda y agresiva. Todo en sintonía con el espíritu general.

No solo ha rejuvenecido la RS que probamos, sino también las más económicas versiones S y R, con las que hay una diferencia respecto a electrónica, suspensiones, pinzas de freno, potencia y prestaciones en general. Cada una para un público y necesidades. Y con precios distintos. Para la versión S, de 113 CV a 11.250 rpm, dos modos de conducción –Road y Rain–, pinzas convencionales Nissin de dos pistones, ABS y control de tracción, tendrás que desembolsar 9.500 euros. Y si eres un impaciente y no puedes esperar a tener la licencia A, existe un modelo para el A2 de 95 CV que podrá ser tuyo por 8.825 euros.

En cuanto a la Street Triple R, deberás pagar 10.900 euros, pero tendrás a tu disposición todo lo anterior, más 118 CV a 12.000 rpm, embrague antirrebote o suspensiones completamente ajustables en precarga, compresión y extensión, además de la opción de elegir entre cuatro modos: Rain, Road, Sport y Rider.

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