Triumph Speed Triple R: Pura alquimia

Desde la primera Speed Tri­ple hasta hoy han pasado por mis manos casi todas las entregas y versiones de la moto naked doble faro más peculiar y po­pular del mercado. Exceptuando la pri­mera de todas, una reliquia en toda regla y la única que montaba un único faro redon­do, he podido sufrir y disfrutar todos sus distintos comportamientos, ya que en cada nueva versión los cambios han sido palpables.

Sus inicios, sin discutir la personalidad de su concepción, fueron un poco irregulares, puesto que coincidió con el resurgir de la marca después de unas décadas grises de crisis tanto económica como de producto. En su segunda versión T509 con el chasis de doble tubo y los dos faros redondos, la Speed se consolidó en el mercado.

Fui propietario de una de ellas, pero aunque su potencia, aspecto y manejo eran excelentes, el cambio de velocidades fue un desastre. Posteriormente, fueron llegando nuevas entregas con muchas mejoras mecánicas y diferentes looks y poco a poco fue ganando adeptos, aunque sin conseguir una moto a gusto de todos.

Esta nueva versión 2016 es el resultado de muchos años de búsqueda de una moto capaz de contentar a la mayoría, y siguiendo con la tradición de equipar el inefable motor tricilíndrico, que poco ha cambiado en su concepción inicial, se ha conseguido una moto más ligera, más razonable, mucho más atractiva y con un comportamiento capaz de hacer sonreír a cualquiera.

Para esta temporada, la Speed Triple llega en dos versiones: la más sencilla y estándar S y la más equipada –y cara– R. A simple vista, las partes más atrac­tivas y llamativas de esta R, de mayor calidad que en el modelo estándar, son las suspensiones Öhlins: una horquilla NIX30 de 43 mm y un monoamortigua­dor TTX36 totalmente ajustables.

También añade el cambio semiautomático Quickshifter, detalles estéticos en el asiento y laterales, torretas, abrazaderas del manillar y embellecedores mecanizados del eje del basculante y de la rueda trasera, así como diversas partes de fibra de carbono. Pero lo más importante de esta última versión es el cambio de comportamiento generado por sus mejoras, tanto en geometrías, posición de conducción y gestión del motor.

Para que el motor sea más efectivo se le ha dotado de mejor respuesta en bajos y se han ganado algunas revoluciones en altas. Esto es gracias a su nue­vo cuerpo de admisión con acelerador electrónico, nueva centralita electrónica, cambios en el diseño de culata y cámara de combustión, nuevos colectores de escape, inyección, embrague antirrebote, cigüeñal y airbox. Además ahora incluye cinco modos de conducción y control de tracción ajustable.

En esta nueva versión se ha revisado prácticamente todo, tanto carrocería como chasis, además de dotarla de un nuevo aspecto que se basa esencial­mente en su nueva óptica frontal, piloto-colín trasero y salidas de escape. La versión anterior de la Speed Triple se caracterizaba por ser una moto con mucho carácter, respuesta enérgica y comportamiento dinámico muy intenso. Esta conducta dejaba la Speed lejos de la mayoría de los pilotos a causa de su radicalidad dinámica. Se parecía más a una moto de circuito que de carretera. Con esta nueva entrega se ha conseguido una moto con más efectividad al alcance de todos.

Tuve la oportunidad de probar las dos versiones 2016, conducirlas en la realización del vídeo promocional y compararlas con la versión anterior que usábamos como moto cámara, y la verdad es que las diferencias de conduc­ción eran palpables. En esta nueva prueba he podido recordar y ratificar este mejor y nuevo comportamiento de una moto carismática que ha aumentado su personalidad.

Me sorprendió de nuevo el pequeño tamaño de toda la moto. La posición de conducción se adapta automáticamente con mucha naturalidad, y en los prime­ros pasos ya forma parte de tu propia manera de conducir; en pocos kilómetros eres capaz de conectar la carretera con el movimiento, y las acciones de los mandos y el movimiento del cuerpo encajan sin problemas.

Esta es una moto para la gente positiva y con ganas de diversión. Con tan solo escuchar el motor uno se transforma en alguien especial, y eso con los escapes estándar… Si la escuchas con el kit de escapes opcional te encien­des como Ghostrider. Como no lleva peso en el frontal –carenado–, es fácil elevarla constantemente, y cuando le encuentras el truquillo de aceleración, las encadenadas de curva a curva pueden ser muy, pero que muy divertidas.

Para probarla mejor, ajusto el modo de conducción para tener la potencia máxi­ma y el menor número de intervenciones del control de tracción y del ABS. Lo consigo después de pelearme un rato con los laberínticos menús… No es muy intuitivo. Al final logro que el CT esté liberado, con el ABS al mínimo y la máxima potencia de motor. La lástima es que cada vez que apagas el motor con la llave, hay que reprogramar de nuevo algunas de las opciones del set up elegido.

La facilidad de conducción que se ha conseguido mejora positivamente la conducción urbana y el moverla en espacios ajustados, escenarios en los que pinchaba el modelo anterior. Con esta nueva moto es mucho más fácil mover­se por la ciudad, sacarla del parking, etc. Sus movimientos son suaves, menos eléctricos y más eficaces.

El abanico de carreteras ahora se abre a muchos más trazados. Cuando con la versión anterior se rodaba sobre una carretera un poco irregular, la conducción se convertía en incómoda y complicada. Con esta versión, cualquier tipo de trazado se adapta con naturalidad y no hay que preocuparse por tu dentadura.

La peculiar entrega de potencia del tricilíndrico en línea hay que entenderlo como lo que es, una respuesta en bajos imponente pero con el corte a menos rpm que un motor de cuatro cilindros. El rango más aprovechable va desde las 3.000 hasta la 9.000 rpm; aunque el motor se estira un poco más en altas, todavía le faltan unas 1.000 rpm para que sea perfecto, ya que todavía se llega al corte con facilidad, especialmente si vas a por faena. De todas formas, con la relación de cambio que monta, con pocos cambios de marcha, se pueden gestionar muchos trazados con gran efectividad y sobre todo con mucho flow.

Para conducir la Speed Triple R y obtener la mejor simbiosis hombre-máquina hay que ponerse a la misma altura del estilo de la moto. Si lo consigues, te puede acoplar a ella tanto cuando vas despacio y erguido como cuando vas a toda velocidad, que si te lo propones es mucha; para ello hay que agacharse, pero no exageradamente, ya que la pequeña cúpula es más efectiva de lo que parece. Mientras miras a través de los pequeños retrovisores, que se ajustan muy fácilmente –aunque se desajustan rodando rápido, por la presión del viento–, te darás cuenta de la excelente estabilidad rodando a tope. Incluso intentando maltratarla, la Speed Triple R permanece sobre la trazada que escoges sin que te dé la sensación de que vas a perder el control.

En los giros, sea como sea la conducción –suave o enérgica a contramanillar–, la rueda delantera te da siempre un buen apoyo y una direc­ción precisa. Al abrir el gas, tanto si logras trazar con verticalidad como si lo haces parabólicamente, encontrarás una tracción excelente. Si dejas correr la moto con más inclinación, es mejor que lleves el CT activado, ya que es muy fácil obtener mucha potencia y empuje casi al instante.

Los que decidáis entrar en el mundo Speed Triple R vais a obtener una gratificante sensación de control en la frenada gracias a la horquilla multi­rregulable. Su rendimiento es increíble y la precisión que recibes sobre la maneta y sobre el manillar te permite apurar la llegada en curva sin con­templaciones. Es la moto ideal para los conductores más atrevidos, pero que no quieren sobresaltos innecesarios.

El ABS desconectable deportivo juega un papel vital en esta situación. Aunque lo llevemos conectado será muy difícil que se active e interfiera en la conducción deportiva. Hay que pasarse mucho para que actúe. Por tanto, tenemos la seguridad de que si es necesario, va a ayudarnos a que no se nos cierre la dirección por bloqueo, pero dejará hacer y deshacer todas la fechorías que queráis sin que os dé la sensación de que hay alguien que no os da vidilla.

Con la Speed Triple siempre te sentirás diferente, no solo porque es una moto diferente, sino porque en realidad se conduce diferente y suena diferente. Hay pocas motos que al escuchar su sonido de motor y escape tengas la atención de escucharlo sin cansarte de hacerlo constantemente. Un cuatro en línea se ha vuelto aburrido, un V4 es el más atractivo, el V2 es el más veterano… El 3 cilindros transmite desde el interior, es vibrante y empuja el ánimo.

La verdad es que la Speed Triple R cada vez está más cerca de asemejarse a la manejable Street Triple, tanto en apariencia como en manejabilidad; eso sí, con una respuesta mucho mayor y una gestión del par mucho más generosa.

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