Aquellas superbikes de los 80

Aquellas superbikes de los 80

Así eran las superbikes más radicales de los 80. Una cilindrada que nació como estandarte de las motos superdeportivas en aquella década, la de 750 c.c., y que tuvo su eclosión en 1985 con el nacimiento de la GSX-R 750, marcando un punto de inflexión en las motos hiperdeportivas. El resto fueron a remolque bastante tiempo…

Todavía hoy, y tal vez más que entonces, estos cinco modelos siguen provocando las miradas de todos los amantes de las dos ruedas. Codiciadas como motos históricas, algunas de ellas se han revalorizado hasta alcanzar cifras impensables en el mercado de segunda mano. Auténticos mitos que perdirarán para siempre en la historia de las deportivas "modernas".

Suzuki GSX-R 750 (1985)

La madre de todas las hiperdeportivas derivada de la moto de Suzuki del mundial de resistencia, nació en y para los circuitos. Espartana, ligera y con aspecto de moto de competición, estrenaba motor tetracilíndrico -4T, 16V, DOHC- refrigerado por aceite (SACS) y con carburadores de compuerta plana, y un chasis doble cuna perimetral de aluminio pulido MR-Albox, todo envuelto en un ligerísimo carenado integral con doble faro. También innovó con sus frenos de disco delanteros de 300 mm con pinzas de cuatro pistones, y pinza trasera de dos pistones (Decapiston System). Para un peso de solo 180 kg el motor ofrecía 100 CV, unas cifras espectaculares. Como la moto más deportiva y competitiva en circuito del momento, arrasó en todos los campeonatos…

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Suzuki GSX-R 750 Limited Edition (1986)

Por si la GSX-R 750 de 1985 no fuera ya de por sí explosiva, en Hamamatsu prepararon una versión aún más radical ajustada a la regulación americana de la AMA, para arrasar en el campeonato yanqui. El resultado fue una GSX-R más ligera, con tornillería rápida, horquilla delantera con antihundimiento eléctrico, colín monoplaza, cambio de relación cerrada y embrague en seco. Además, equipó discos delanteros de freno de 310 mm y amortiguador de dirección. Una bestia de circuito de la que solo se fabricaron 199 unidades.

Kawasaki GPX 750 R (1986)

En aquel momento el concepto hiperdeportiva no tenía cabida en Kawasaki, así que lanzaron una moderna sport turismo, una moto de calle inefectiva en circuito derivada de la GPZ 600 R y que sustituía a la vetusta GPz750R. Dotada de un carenado integral con mezcla de líneas angulosas y curvas en su frontal, tenía un chasis de acero con subchasis de aluminio, llanta delantera de 16” y trasera de 18”, doble silencioso de escape, monoamortiguador trasero con sistema progresivo Uni-Trak, y horquilla con antihundimiento eléctrico ESCS. La propulsaba un motor de cuatro cilindros que rendía 105 CV para un peso de 195 kg. Solo estuvo un par de años en producción.

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Yamaha FZ 750 (1985)

Uno de los modelos más emblemáticos de la marca de los diapasones, ya que su motor tetracilíndrico inclinado hacia adelante con 5 válvulas por cilindro fue toda una revolución. Inició la era Genesis, que derivaría en una larga familia de modelos dotados de motores de 5 válvulas. El motor de cilindros inclinados hacia adelante provocó que tuviera una larga distancia entre ejes, lo que condicionó su rendimiento en circuito, por lo que fue una buena sport turismo más que una supersport. Con chasis de acero, semicarenado de faro rectangular -el mismo de la Ducati Paso-, y llanta delantera de 16”, por encima de todo destacó por su motor de 20 válvulas que rendía 105 CV para un peso de 224 kg.

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Honda VFR 750 R RC30 (1987)

La respuesta de Honda al nuevo segmento de las hiperdeportivas se materializó en la exitosa RC30. Su motor V4 a 90º, el basculante monobrazo y su chasis doble viga de aluminio marcaron la diferencia. Fue una moto concebida para rendir al máximo en circuito, reduciendo peso (180 kg en seco) y ofreciendo una potencia de 118 CV, récord del momento. Fue la primera moto de serie con bielas de titanio en su motor, además de que la distribución estaba comandada por una cara y precisa cascada de engranajes en lugar de cadena, lo que producía su singular silbido de motor. Logró el mundial de superbikes con Fred Merkel en 1988 y 1989, y se convirtió en el arma de infinidad de privados. Solo se fabricaron 3.000 unidades, de ahí que su precio hoy en día alcance cotas inimaginables.

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