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Desafío África VI: Ciudad del Cabo

Tras un día ajetreado, nos ganamos un merecido descanso antes de seguir nuestro camino e iniciar la sexta etapa del Desafío África que nos llevará hasta Ciudad del Cabo, nuestro destino final.Pero no nos libramos de salir temprano para evitar otra tormenta. Las nubes negras se acumulan a un lado de uno de los picos. Si nos damos prisa llegaremos al Sanipass sin problemas, nos queda aún cruzar todo Lesotho.

Comenzamos el ascenso, cascadas, enormes camiones que en las subidas casi van parados, hombres con burritos y un asfalto delicioso. Mi Ducati Scrambler se lo está pasando bomba curveando.

Las bajadas con los valles al fondo impresionan, somos capaces de hacer carreras con el motor apagado (que por otro lado nos viene bien, ya que no queremos comprar combustible aquí).

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La sensación de libertad, de poder hacer estas cosas que ya están prohibidas en nuestro país, hace que nos sintamos mejor aún. Cuando llegamos a la cumbre, una enorme niebla lo tapa todo. No vemos el otro lado del paso y decidimos esperar en el bar más alto de África mientras entramos en calor con una sopa.

Poco a poco va abriendo y aprovechamos entre nube y nube para comenzar el descenso. La primera parte es tan empinada y hay tanta piedra suelta que tengo que pedir ayuda, no soy capaz de avanzar sin miedo a caerme por una de las cornisas.

Pero a los 7 km la pista deja de tener tanta caída y el ritmo de bajada es un poco más alto. Llegamos a la base, donde está la frontera, tan solo con un percance: la rueda delantera de la Ducati Desert Sled está pinchada.

Volvemos a pasar por una frontera casi sin tráfico y llenamos con aire comprimido el neumático pinchado. Esta es la diferencia con el resto de África, si hay un pueblo cerca, habrá un taller de motos. Así es. Cambiamos la cámara sin problemas y continuamos camino.

Lesotho es el paraíso de las pistas, pero tenemos que comenzar a acercarnos a la costa. La Wild Coast es increíble, agua cristalina, llena de oleaje, azul.

Pasamos varios días durmiendo en “Back Packers”, como denominan a los albergues, situados en los acantilados de esta costa, desde los que podemos observar delfines saltando todas las mañanas.

Es increíble que la selva llegue hasta las orillas, que las vacas campen a sus anchas y que las playas, de arena blanquísima, sean kilométricas y estén vacías… La comida en este país es básicamente carne hecha en la parrilla, barbacoas que ellos llaman aquí Braai.

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De la Wild Coast hacia el sur vamos enlazando preciosos pueblos con casas típicas sudafricanas, paredes blancas y techo de brazo, carreteras impecables y pistas magníficas.

Ciudad del Cabo

La carretera para llegar hasta Ciudad del Cabo es espectacular. Pueblos como Hermanus o cabo Agujas nos hacen entender cómo fue la llegada de los barcos portugueses hasta estas costas, y después cómo millares de holandeses y alemanes tomaron una de las mejores tierras del continente africano, con agua, montañas, mar y ríos.

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Tierras ricas en recursos y vida salvaje. Las poblaciones de blancos se suceden, parece que estamos en Europa. Las construcciones cada vez se parecen más a otras conocidas y el idioma, el afrikaans, recuerda al neerlandés porque proviene del holandés antiguo.

Es curioso ver que la población negra sigue en sus pequeños guetos, en sus barrios o pueblos, cada vez más evidente según nos acercamos a Cape Town. Una ciudad blanca, pegada al mar, que comenzamos a ver desde las alturas.

La Table Mountain protege a Ciudad del Cabo de vientos y nubes, algo que ahora les está provocando una de las mayores sequías de la historia. Pero no he – mos venido a beber agua; aquí tienen bodegas por todas partes y nuestros días en Ciudad del Cabo sirven como prospección para uno de los viajes que organizo cada año con El País Viajes: esta vez será Ciudad del Cabo en Vespa, visitando los viñedos.

Una ruta preciosa, con paradas para ver los apestosos pingüinos de la costa, degustar los caldos sudafricanos y disfrutar de playas increíbles. Todo aderezado con mucha pista y caminos, por eso de disfrutar en moto.

Rodar por esta zona es seguro, divertido y con la posibilidad de recorrer viñedos, mercadillos y pequeñas poblaciones donde siempre hay mercados donde comer rico y barato.

Las excursiones a parques nacionales que están rodeando Cape Town son una delicia para ir en moto. La costa es impresionante; con lagos de agua salada, entradas de mar, cabos, curvas y muchos cortados.

Las carreteras están perfectas y las pistas siguen estando en muy buen estado. Los días en Cape Town se suceden con salidas para conocer la zona y paseos por una ciudad en la que la gente joven lo inunda todo, con tiempo siempre para después del trabajo tomar unas cervezas (por cierto, cada pueblo produce la propia de manera artesana), cenar o ver algún espectáculo de misiva en directo.

Ciudad del Cabo me resulta una ciudad perfecta para vivir, con un clima mediterráneo y gente amable. Eso sí, no se ven casi negros y los que están en la ciudad o tienen una posición social muy elevada o viven al margen, saliendo en la noche para pedir, robar y buscarse la vida. Las dos caras de la misma moneda.

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Pero todo lo bueno se acaba, como este viaje, y tenemos que empezar a organizar la carga de las dos Ducati Scrambler al avión. Gracias a la eficacia de Ethiopian Airlines, los pasajes para nuestras monturas están preparados; Ducati South Africa nos brinda unos embalajes para las motos.

Ahora solo nos queda llegar hasta Addis Abeba, la capital de Etiopía, desde la que hace ya cuatro meses aterrizamos y con una pequeña escala, llegar hasta Madrid.

África no es peligrosa

En resumen, este viaje no ha sido peligroso. Pese a que sé que Africa lo puede llegar a ser sin darte cuenta, con un mínimo de cuidado hemos rodado más de 15.000 km sin problemas.

Hemos pinchado dos veces, cruzado varios puertos sin asfalto, arena, barro, lluvia e incluso hemos embarcado las motos en sendas barcazas para cruzar ríos en Malaui.

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Hemos rodado junto a jirafas, cebras y ñus en Kenia, visitado las mejores playas de Mozambique, hemos comido carne a la brasa en Kenia, Tanzania y Sudáfrica, visitado bosques de baobabs inundados por las lluvias y probado todo tipo de vinos en Sudáfrica.

Un viaje en el que he recaudado 5.000 euros para la construcción de pozos de agua en Etiopía, de mano de la ONG Amigos de Silva, un viaje de recuento de viajeros, de millones de anécdotas.

Con nuestras motos gracias a los vuelos directos de Ethiopian Airlines Madrid-Etiopía y su disponibilidad para cargar las motos en sus bodegas. Un viaje por siete países del sur de África, donde solo se puede disfrutar de la moto, del paisaje y de la historia que todo lo rodea. Por eso os animo a que viajéis por la costa este de este continente y disfrutéis como yo lo he hecho. Si queréis más información de estos países, podéis visitar mi blog.

Texto y fotos de: Alicia Sornosa

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