Publicidad “inimaginable”

Publicidad “inimaginable”

En estos tiempos difíciles todo parece prohibido. Hemos pasado de la más estricta moral a una insulsa moralina y hay que andar con pies de plomo a la hora de opinar sobre casi cualquier tema.

Nos hemos vuelto hipersensibles con determinados temas y ahora nos la cogemos con papel de fumar si hemos de hablar de mujeres, niños, razas, religiones, orientaciones sexuales, animales… en fin, que nos toca andar con el filtro en la boca a riesgo de que nos tilden de machistas, xenófobos, terroristas o cosas aún peores. Opinar es casi dar un paso en dirección al cadalso.

Y la publicidad no se libra de esa marea de mojigatería y malosentendidos. Es más, muchas veces está justo en el punto de mira. Por eso, si echamos la vista atrás y recordamos algunos anuncios de hace una o dos décadas podremos constatar las diferencias abismales en la praxis publicitaria. Es aquella publicidad “inimaginable” hoy en día.

Hay que medir bien las palabras... y las imágenes

Lo que antes provocaba una sonrisa o cierta complicidad con el mensaje del anuncio ahora sería catalogado con toda seguridad como crimen de lesa humanidad. Hasta eso hemos llegado.

Hemos rescatado alguno de esos reclamos publicitarios que en su momento no soliviantaron los ánimos de nadie pero que hoy en día podrían colocarnos frente al pelotón de fusilamiento.

Míratelo como un simple entretenimiento de verano y si quieres, también puedes reflexionar hacia donde han derivado los usos y costumbres en este siglo XXI tan progre y superguai.

Seguramente los más abundantes son los que asociaban chicas guapas y ligeras de ropa con la moto, un clásico reclamo que ahora se considera directamente tabú. Imposible imaginarse hoy en día una chica en biquini sobre una moto. Ni tan siquiera los socorridos calendarios de taller han logrado sobrevivir a esa ola de puritanismo.

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Otro elemento que ha sido desterrado de la publicidad son los animales o sus referencias. Ahora, en este país en el que los hogares cuentan mayor número de mascotas que de niños, alusiones a perros, gatos, toros o chimpancés son casi como mentar la bicha. Para no herir las sensibilidades de los camaradas peludos o emplumados, mejor dejarlos aparte.

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Y qué decir de las minorías étnicas, de las razas diferentes a la caucásica, o de los lucen un color de pelo distinto. Ya no sabemos que decir si negro, de color o afroloquesea, latino, iberoamericano o hispano, asiático, oriental, moro, árabe o musulmán, confundiendo y mezclándolo todo.

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Tampoco se les ocurrirá a los creativos emplear palabras groseras, tacos o expresiones ofensivas, aunque sea fuera de contexto y formen parte de un juego de vocablos que sólo persigue la complicidad y la guasa. Antes lavarse la boca con jabón.

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Directamente relacionados con el motor han desaparecido conceptos como potencia y velocidad, auténticos estigmas en el vocabulario del transporte. Nada de caballitos, rodillas por el asfalto o cualquier otra herejía de ese calibre. Todos a 30 en ciudad y sin hacer ruido, por favor.

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Y los niños. ¡Aaaaah los niños! Ni mirarlos. Metidos en una urna y guardados a buen recaudo. A ellos sólo teletubies y patrulla canina, nada de relacionarlos con sucios tejemanejes mercantiles.

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Si Torquemada levantara la cabeza…

A propósito, algunos ejemplos más de Publicidad “inimaginable”:

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