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Prueba Yamaha MT-125: Mamá, papá, os presento a mi primera… ¡moto!

La más pequeña de las MT ha sido sometida a una actualización profunda. Estéticamente se ha modernizado mucho, con un aspecto más deportivo e inspirado en el de la MT-09, con cambios ergonómicos y de medidas, y con modificaciones en el propulsor, que ahora utiliza la fórmula de la YZF-R125. Con tanto cambio, ya teníamos ganas de traeros la prueba de la Yamaha MT-125 2020.

La familia MT de Yamaha ha sido un bombazo desde su nacimiento, no ha parado de crecer y, además, ya es por derecho propio toda una referencia. Y es que la marca ha desarrollado su producto para satisfacer un amplio abanico de clientes y necesidades, lanzando estas naked en prácticamente todas las cilindradas.

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La protagonista de hoy es la más pequeña de todas. A simple vista podéis comprobar que parece una moto grande, tanto a nivel estético como en proporciones. Cuando te acercas te das cuenta de que es como una MT-09 pero para un público más joven -de 16 a 20 años-, para chavales tecnológicos, que han nacido con todos estos avances, que los incorporan en su día a día y que buscan productos que los representen.

Y esta 125 es el encaje perfecto. El aspecto ya te traslada al mundo de los videojuegos, de la tecnología, de los grafismos a la última, con línea agresiva, puntiaguda, muy a la japonesa, con tintes radicales, llamativos e inconformistas. Es la identidad de un millennial plasmada en una moto.

El cambio más evidente es el del frontal, que ha perdido toda su sobriedad y se ha vuelto mucho más agresivo. De un único faro pasa a una doble óptica de led –las luces de posición–, con un haz justo por debajo, que en conjunto recuerda la cara de un transformer.

Otra de las modificaciones más profundas ha sido en el aspecto ergonómico y de medidas, que es algo que aprecias, sobre todo, cuando te subes encima. Enseguida notas un manillar que ha crecido en anchura, de los 680 mm a los 741 mm, con un depósito más robusto –más corto y más ancho–. Esto ayuda a adelantar la posición del cuerpo, que ahora va más echada hacia delante.

El asiento se ha recortado y os aseguro que el conjunto resulta en una posición supernatural. No penséis que por hacerla más compacta acaba siendo más incómoda o que los más altos lo van a pasar mal; todo lo contrario. Es más un cambio de posición, con tintes más racing, radicales y con más control del tren delantero.

Para el propulsor, igual que para la parte ciclo, han tirado de una fórmula conocida y que funciona bien: el motor de la YZF-R125, del que adopta el sistema de válvulas variables VVA.

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El motor ahora tiene distribución de tiempo variable de apertura de válvulas –VVA–, ya que hereda el propulsor de la YZF-125R.

El resultado es una buenísima respuesta tanto en bajas como en medias revoluciones, con una entrega convincente y lineal, que estira sin brusquedades y sin que dé la sensación de ir muy apretado o pasado de vueltas; el cambio del accionamiento variable de las válvulas se produce a 7.400 rpm.

El embrague antirrebote acaba de redondear la efectividad del conjunto en marcha, sobre todo cuando vas más animado y cuando reduces con poca suavidad.

En cuanto a frenada, va sobrada, con potencia y buen tacto, y las suspensiones son algo blandas en el primer tramo, sobre todo la horquilla, lo que provoca que se hunda más de lo normal en frenadas.

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Frenada contundente y potente gracias a la pinza radial y al disco delantero, que es de 292 mm de diámetro.

Esta pequeña streetfighter –que luce unos acabados y un nivel de detalle típico de categorías superiores– también se renueva en otras cuestiones como la anchura del neumático trasero, que pasa de los 130 a los 140 mm. La distribución de pesos también ha sido modificada, ahora está más centrada, y la distancia entre ejes, que es 30 mm más corta, con 1.325 mm.

El conjunto es ideal para empezar, para sentirte cómodo sobre ella y con el control necesario, con un consumo reducido, con unas prestaciones más que adecuadas. Es ligera, estrecha y compacta –ideal para la ciudad–; es todo dinamismo y facilidad para aprender con todas las garantías y diversión, hecha al gusto de los millennials.

Ficha técnica de la Yamaha MT-125 2020

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Motor tipo: 1 cil, 4T, LC, SOHC, 4V
Diámetro x carrera: 52 x 58,6 mm
Cilindrada: 124,7 c.c.
Potencia máxima: 11 kW (15 CV) a 10.000 rpm
Par motor máximo: 11,5 Nm (1.16 kgm) a 8.000 rpm
Cambio: 6 velocidades
Transmisión secundaria: Cadena sellada
Tipo chasis: Deltabox en acero
Basculante: Doble brazo de aluminio
Suspensión delantera: Horquilla invertida KYB, 41 /130 mm
Suspensión posterior: Monoamortiguador KYB con bieletas
Freno delantero: Disco de 292 mm, pinza radial de 4 pistones, ABS
Freno trasero: Disco de 220 mm, ABS
Neumáticos: 110/80 x 17” y 140/70 x 17”
Distancia ejes: 1.325 mm
Altura asiento: 810 mm
Depósito: 10 l
Garantía oficial: 2 años
Importador: Yamaha Motor España

Equipamiento de serie en la Yamaha mt 125

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La instrumentación se ha modernizado notablemente y pasa a tener una única pantalla LCD en negativo con gráficos y dígitos mucho más actuales. Eso sí, te sigue saludando amablemente al arrancar.

Instrumentación digital LCD
Reloj horario
Odómetro parcial doble
Indicador temperatura del refrigerante
Indicador de nivel de gasolina
Indicador de velocidad insertada
Faro led
Embrague antirrebote
Hueco para antirrobo
ABS

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2 comentarios en «Prueba Yamaha MT-125: Mamá, papá, os presento a mi primera… ¡moto!»

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