Prueba Harley-Davidson Sport Glide: Renovarse o morir

Prueba Harley-Davidson Sport Glide: Renovarse o morir

Esta es una custom camaleónica, que permite tener dos motos en una, una custom al viento o una moto para atreverse a hacer algo de ruta, un obligado peaje para atraer al cliente que necesita una moto polifacética.

Están más que contados los problemas que desde hace años sufre la marca icono americana para mantenerse a flote económicamente. El mundo actual es rotante y cambiante.

Como pincelada memorística diré que su fiel clientela, el típico harlysta sobrado en kilos, chupa de cuero y montado en su Heritage Springer FLSTS, el estrambótico personaje con casco cornudo y chaleco chapeado que pasea sobre su Dyna, o incluso el ejecutivo que el fin de semana se disfraza de customer paseando su Fat-Boy por los bulevares de Los Ángeles, se van quedando cada vez más solos ante un paisaje que no pinta nada bien.

El problema es que, en la mayoría de los casos, los clientes de H-D siguen siendo veteranos de cierta edad. Eso es así, porque las nuevas generaciones (empezando por sus propios hijos) ya no compran el discurso de Harley-Davidson.

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Pasan del estilo de vida contestatario y rompedor "en busca de la libertad" recorriendo la Ruta 66, entre otras cosas, porque se montan en un avión y por 40 dólares ida y vuelta a las 4 de la madrugada se van a cualquier lugar del mundo a buscarla.

Hoy en día muchos jóvenes ni tienen pasta ni se la gastarían en una Harley. Los mileuristas tienen otros problemas más acuciantes. Ya ves, qué cosas, a mí lo que me gustaría no es irme a Vietnam como uno más (están todos allí), sino bajarme a Cádiz en una custom solo y tarareando “Cowboy de medianoche”. ¡Mira que me gusta esa canción! Sí.

Y mirando la lista de mis motos lo haría otra vez, sentado bajito, con las piernas estiradas y las manos sobre un gran manillar y una pantalla que me proteja. Y que me acompañe como fondo relajante un sonido de motor pumm… pumm… pumm… y con efecto sensorround . Que vibre –lo justo– y que me masajee el cuerpo durante cientos de kilómetros como lo hacía mi querida Honda Shadow 750 de 44,5 CV hace diez años.

Una buena sorpresa

La mejor Harley para Europa. Por ese recuerdo, porque se cumplían diez años de mi prueba con la Honda y, dada la sequía de motos custom actual, me vinieron las ganas de sentarme en una low & long cruiser otra vez, a ver qué sentía.

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Hace años había probado una Harley, en realidad dos, en un corto recorrido, y confieso que entonces aparqué mis posibles dudas ante una futura compra hasta que fuera muy muy mayor.

Todavía no lo soy… pero me picaban mis ganas y mi curiosidad para volver a probar una de ahora, de 2019. Me dirigí al Espacio Harley de Barcelona y su propietario Jorge del Olmo me dejó justamente la que yo tenía interés en probar: la Sport Glide. Se presentó hace un año.

Es una máquina especial de la gama softail rehecha (más bien hecha nueva), con profundos cambios en el chasis (nueva plataforma en gran parte de aluminio) y equipando el motor pequeño de los grandes, el Milwaukee-Eight 107 de 1.745 c.c. y 92 CV, ahora mucho más optimizado: va montado de forma rígida en el chasis y logra mejores aceleraciones.

Lleva cuatro válvulas por cilindro, encendido optimizado, doble bujía, una mejor eficiencia de la temperatura interna en el motor, accionamiento hidráulico del embrague assist and slip, eje de equilibrado del motor, unido por medio de silentblocks al chasis, que mejora la suavidad de marcha, y nuevo alternador entre otras novedades, que son muchas más.

Hay modelos de Harley que, tuneadas por sus dueños, parecen pequeñas catedrales barrocas. No, no me gusta ese exceso de abalorios. Cuando por primera vez vi la Sport Glide, me pareció un golpe de aire fresco, una moto muy equilibrada, con un motor como todas la H-D precioso, clásico y formidablemente acabado.

El conjunto lo encontré, fíjate, grácil, aerodinámico, moderno y, como es natural en una H-D, masivo, sí, pero no muy exagerado. Los diseñadores, para mí, han acertado dibujando y mezclando muy bien su parte más tradicional y clásica, el bloque motor, con la tecnología actual, obteniéndose a la vista una moto clásica y a la vez moderna.

Las llantas de aluminio podrían haber arruinado el conjunto, pero esas bonitas Mantis, de acabado exquisito, le quedan de cine y equipadas con unas Scorcher 31 desarrolladas por Michelin.

La recia horquilla invertida de 43 mm marca su estilo deportivo apareciendo como una máquina neofuturista. Se ve baja, y eso exagera las medidas de su largura, pero en realidad como H-D no lo es mucho, 1.625 mm, otro detalle que intuye su faceta sport.

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La amortiguación trasera se regula sin esfuerzo a través de un pomo bien resuelto situado a la vista.

Sensaciones Harley

Llega el momento de subirse. ¡Qué digo subirse, bajarse a ella! y una vez sentado a 680 mm del suelo y con los pies bien anclados, coloco las manos sobre el ancho manillar.

Entonces me doy cuenta de que mi imagen, que se refleja veladamente en el cristal del concesionario, muestra a un tipo montado… en una Honda Shadow 750 del 2009. Solo un espejismo.

La verdad es que la comparación podría ser un sacrilegio o como mínimo un insulto para muchos devotos de la marca americana. En todo caso, y comparando algún dato por esta vez, no deja de ser curioso que la Sport Glide, con un gran e impresionante motor y llena con gasolina, pese 317 kilos y la Honda Shadow 750 ABS, 262 kilos, una diferencia no muy abismal teniendo en cuenta lo que comparamos.

Es incluso algo más corta en su distancia entre ejes: 1.625 mm por 1.640 mm de la Shadow. Altura del asiento, 680 mm el de la americana, por 650 mm de la Shadow 750.

La Sport Glide es, además de Bagger, una moto desmontable. Las maletas se extraen igualmente y llevan en su interior frenos telescópicos.

El carenado Batwing –de pequeño tamaño– se puede retirar fácilmente y deja al descubierto su otra estética, la de una espectacular y gran Harley que muestra limpiamente la parte delantera naked, en la que destaca un bonito faro led Daymaker, que genera una iluminación impresionante.

Al estilo más tradicional, por instrumentación, monta una bonita y gran esfera sobre el depósito, que contiene la información de la velocidad mediante una aguja convencional analógica. Un recuadro digital en la zona inferior muestra el cuentarrevoluciones, la marcha engranada, el nivel de gasolina, su autonomía y el reloj horario.

Todo el menú se activa a través del comando de la piña izquierda y también el control automático de velocidad. Me gustan los intermitentes, uno a cada lado y de retorno automático, como el de las primeras BMW K de los ochenta.

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Las apariencias engañan

Lo tengo claro desde hace tiempo. Llevar una BMW R 1200 GS, por poner un ejemplo de otra marca icono conocida, no requiere ninguna fuerza fuera de lo común.

Es una moto grande pero maniobrable y bastante ágil en marcha. El problema para muchos usuarios es, y más cuando lleva las maletas cargadas, moverla en parado, subir un bordillo o ponerla en el caballete en una zona de pendiente.

Hay gente veterana o de talla no demasiado grande que abandona ese tipo de moto a cierta edad por esos motivos. Algunos dicen que ya son mayores… con 50 años.

Entre mis motos tuve una buena Suzuki V-Strom 650, también disfruté bastante tiempo de una Suzuki Freewind, una trail monocilíndrica de 650. La V-Strom es grande y voluminosa y la otra es pequeña y baja. Casi siempre acababa cogiendo esta por comodidad y facilidad de movimientos.

Ahí está el quid de la cuestión. El truco del macho-bike que lleva la gran Harley… es una mentira como una casa. La realidad es que en marcha, ya te lo digo ahora, esta Sport Glide entra muy bien en las curvas para ser una H-D, y es cierto que siempre notas que abajo hay peso –en ese terreno no hay comparación con la BMW 1200 GS–, pero cuando la tienes entre las piernas en parado o cuando bajas de ella, se convierte en un juego de niños y, al moverla para delante o hacia atrás, sus 317 kilos parecen la mitad de peso, comparado con la moto trail alemana.

Lo sé bien porque tuve una Yamaha XVS Midgnight 1300 que pesaba 283 kilos en vacío y se movía peor que esta Sport Glide 1750. Diré más. En parado, esta última mejora los movimientos a mano de una Burgman 650. Sobre la Glide nunca te caerás en parado.

La patada del leñador

El arranque es todo menos voluptuoso. Cuando le das al botón se genera con gran estrépito una tempestad acompañada de rayos y truenos que, por fortuna, solo dura un par de segundos. Luego y de inmediato, la paz.

El ruido del motor curiosamente es contenido y denota el trabajo realizado por sus técnicos para pasar las normas Euro 4 con nota. 1.745 c.c. dan margen para retocar, aunque creo que en el empeño se han volatizado bastantes caballos americanos.

Hay mucho más que una reconfiguración en el interior del precioso motor en V. Han conseguido –ellos dicen– que ese maquinón de aire y aceite no expulse una buena parte del calor de trabajo al exterior, sino que revierta hacia dentro. A 20º solo notaba un leve calorcillo en el lado izquierdo del motor.

Al arrancar te agarras bien a un manillar algo alejado e instintivamente buscas las estriberas hasta que las encuentras allá, a lo lejos (mido 1,75 y no vas mal en esa distancia, pero podría ajustarse más). Con 3 o 4 cm todo más cerca iría perfecto.

No vamos a nombrar aquí las motos que se quejan con un crujido cada vez que les cambiamos la marcha. La Sport Glide en sus dos primeras no es que se queje exactamente, sino que avisa de que todo va bien, y lo hace con un clonk de no te menees.

En los escasos días que la he tenido ha sido el mejor regalo para mis botas vaqueras que compré una vez en Lidl, hace años, por 37 € y que no había casi ni estrenado. ¡No te lo creerás; ignoro de qué vaca salieron, pero son buenas!

A los 30 minutos entendí que esa Harley reclamaba eso, el patadón al estilo leñador de Rockport Park realizado con decisión y sin ninguna timidez. Y chico, me daba como cosa, pero al final le cogí el gustito. Las otras marchas entran finas. La primera es corta a diferencia de mi ex-Yamaha XVS 1300, que era larguísima.

Avanzaba por las calles de Barcelona con mucho poderío y para ser sincero con un poquito de vergüenza. Mi tímida Royal Enfield Classic Chrome solía levantar admiraciones simpáticas, es verdad, pero esta Sport Glide es capaz de hacer girar la cabeza, porque la ven y porque la oyen, todos los pasajeros del bus N 27, línea Sants-Roquetes.

No sientes exactamente el pistoneo como el que emite el motor Evolution de sus hermanas pequeñas 883 o 1200. Es más bien un murmullo grave y profundo que parece surgido del fondo de las cavernas.

Saliendo de Barcelona y acompañado del bramido retumbante de esta Harley, me dirigí a Granollers dando un gran rodeo por un cinturón exterior de la ciudad. El paso era tan majestuoso como el de una carroza real y tan aplomado como el de una apisonadora.

Intentaba esconderme del viento cuando rodaba a 120 y lo conseguía a medias, ya que el apéndice que me había puesto en el carenado y que había traído de casa, un deflector Puig, solo podía protegerme del aire hasta el bajo cuello.

Dejé la autovía y penetré en las carreteras que conozco muy bien, esa zona que cubre el territorio del Maresme interior del Vallès y la zona baja del parque del Montseny, dirigiéndome a Girona, pasando por Vallromanes, Dosrius, Llinars, Sant Antoni, Sant Celoni, Santa Fe, Hostalric, Tordera, Sils, Girona y vuelta por la costa a partir de Blanes.

El cincuenta por ciento de esas rutas está plagada de curvas, que transcurren por zonas montañosas y muy verdes en este tiempo. Pues bien, yo no soy especialista en Harley pero con esta Sport Glide atacas las curvas con una decisión y seguridad impropia de la inmensa mayoría de las custom.

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Desde luego lo hace mejor que las XVS Midgnight 1300 y Shadow 750 que tuve. Eso no quiere decir que no tengas que tomar cierta precaución a la hora de abordar una curva. Y hasta es posible que si te emocionas, llegues a tocar con tus tacones al asfalto, pero rodando tranquilo eso es difícil que ocurra.

Lo mejor es redondearlas con finura y descolgarte hacia el interior un poco acompañando la trazada. Frena muy bien, su tacto de maneta es muy bueno –con gran superficie de contacto– y destaco especialmente su alto confort de marcha.

Las suspensiones son de lo mejor que he probado, de verdad, un buen equilibrio entre el peso, las prestaciones y la comodidad. Soy un maniático en ese tema. El trabajo de la horquilla invertida, magnífico. Esa no era la Harley que probé no sé cuándo. Ni en sueños aquella iba así.

Me acompañó un rato mi mujer, una gran crítica del confort de cualquier moto. La Glide tiene buen espacio para dos, pero un asiento muy justo para el pasajero. Exceptuando esto y regulando la suspensión con el pomo, las sensaciones de los dos fueron muy positivas. En todo caso, si fuera nuestra, le pondríamos el cómodo asiento opcional Sundowner.

Saliendo de curva o adelantando en carretera su poderoso par motor (145.0 Nm a 3.250 rpm) nos impulsa y catapulta hacia delante como lo haría un ciclón inesperado. Una bestia parda. Es lo que más puede sorprender a un motorista de siempre. Es un nivel de fuerza bruta al que no estamos acostumbrados.

Su velocidad de crucero puede ser la que quieras, pero te digo que si te dejas ir a 80-100 en carretera y 120-130 en sexta, llegas a Moscú en tres días. Calculo un consumo medio de 6 litros según le des al puño.

A mi amigo Rafa le gustan las custom. Tiene una Honda VTX 1300 viejecita. Le gusta esta Sport Glide y podría comprarla, pero no acaba de decidirse. El otro día le dije: “Te voy a dar una noticia. Con toda seguridad la palmarás. Corre, cómprala y disfrútala”.

Puede que ese bello motor no pase las normas que exige el Euro 5 de 2020. Un aliciente más para quedarte con un trozo de la historia de un mito llamado Harley-Davison.

No te lo creerás: llevaba un mes con una fuerte tendinitis en el brazo izquierdo. Cuando devolví la Sport Glide… casi no tenía molestias. ¡Otra moto curativa!

Cómo funciona la Harley-Davidson Sport Glide en...

Ciudad: Puedes circular, pero es ancha para pasar entre coches, aunque su bajo asiento te permite hacer pie fácilmente.

Carretera: Ideal para perderte por todas las carreteras, con todas las curvas que quieras. Te lo pasarás en grande y disfrutarás del paisaje.

Autopista: ¡Pues claro que puedes! Lo único es que el aire te dará de lleno. Por el resto, no hay problema.

Ficha técnica

Motor: 2 cil, 4T, LC, 8V, SOHC, Milwaukee-Eight 107

Diámetro x carrera: 100 x 111 mm

Cilindrada: 1.745 c.c.

Potencia máxima: N.d.

Alimentación: Inyección electrónica ESPFI

Cambio: De seis velocidades

Embrague: Multidisco en aceite

Transmisión secundaria: Correa dentada

Tipo chasis: Doble cuna en acero

Geometría de dirección: 30º y 150 mm.

Basculante: Doble brazo en acero

Suspensión delantera: Horquilla invertida barras de 43/130 mm

Suspensión posterior: Monoamortiguador tipo cantilever, con pomo de ajuste

Freno delantero: Disco 300 mm pinza de 4 pist. ABS

Freno trasero: Disco 292 mm pinza simple pistón

Neumáticos: 130/70 x 18” y 180/70 x 16”

Distancia ejes: 16.25

Altura asiento: 680 mm

Depósito: 18,9 l

Consumo medio: 5,3 l/100 km

Autonomía teórica: 356 km

Garantía oficial: 2 años

Importador: Harley-Davidson España, S.L.

Contacto: 932022800

Web: www.harley-davidson.com/es

Equipamiento de serie:

Llave remota, Reloj horario, Odómetro parcial doble, Indicador temperatura del refrigerante, Indicador de nivel de gasolina, Indicador de velocidad insertada, Antirrobo electrónico, Control cruise, Faro led, Asientos separados, Estriberas conductor con goma, Estriberas pasajero con goma, Asas para pasajero, Toma USB, Maletas, ABS.

Solo+: La finura de marcha, la comodidad que proporcionan las suspensiones y la tremenda patada del motor, lo mejor, por no mencionar la estética. Y las maletas y carenado desmontables en segundos, ¡una maravilla!

Solo-: A pesar del carenado Batwing, el viento sigue golpeándote. La plaza del pasajero es muy justa.

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