Probamos la Gas Gas TX Randonné 125

Cuando Gas Gas decidió, hace un par de años, lanzar la TX Randonné 125 y hacerlo únicamente para el mercado nipón, fue básicamente a raíz de las propias peticiones de sus clientes, que demandaban un modelo asequible y polivalente de este tipo. En Japón, la afición por el trial es notable, pero allí muchos de los usuarios de las motos de este segmento no pretenden ser Takahisa Fujinami ni emularlo en cada salida de fin de semana, al contrario de lo que sucede en otros países como el nuestro. Es evidente que algún Fujigás aparecerá en un momento u otro por las montañas de Yokkaichi o Tochigi, pero también lo es que hay muchos otros que disfrutan igualmente con una moto lógica, de mínimo consumo, bajo mantenimiento, coste reducido y una parte ciclo trialera pero polivalente como la de la Randonné. Y fue precisamente el pensamiento lógico, que a diferencia de otras cosas no es distinto a este lado del mundo, el que llevó a la firma de Girona a lanzar también el modelo aquí en 2011.

Muchos verán en la TX Randonné 125 –el nombre le viene del concepto francés de las travesías de montaña– una reminiscencia de la nunca bien apreciada Pampera, aunque, al contrario que aquélla, en este caso Gas Gas ha querido acercarse claramente más a su gama de trial que a la de enduro, tal como sucedía con la primera versión de la Pampera.

El chasis se hereda directamente de las TXT, como buena parte de los componentes, pero la principal diferencia estética se encuentra en el asiento. La solución de una moto con asiento de excursión convertible fácilmente a trialera es uno de los puntos fuertes de este modelo; aunque no el principal. Y es que la posibilidad de ir cómodamente instalado en un sillín de enduro que puede desmontarse sin complicaciones cuando uno lo desea es casi tan atractiva como la autonomía que se consigue gracias a su depósito de 4 litros y al reducido consumo del motor 4T de origen Yamaha-Minarelli. No obstante, lo mejor de la Randonné sigue sin ser exactamente todo esto; si no el hecho de ser una auténtica moto de trial que puede conducirse legalmente con 16 años o con carné de coche gracias una cilindrada de 125 c.c. y a una potencia inferior a los 15 CV... y por sólo 3.192 euros.

Puestos a valorar todos los pros y los contras, es evidente que el ajustadísimo precio y la posibilidad de utilizarla con el permiso B convalidado como A1 hacen de esta Gas Gas una moto excelente y muy a tener en cuenta para aquellos que deseen iniciarse en el mundo del off-road, en las excursiones por el campo y en el trial de aficionado. El hándicap es la limitación legal de potencia, que hace que el propulsor no sea precisamente un prodigio a la hora de subir por zonas con cierta complicación. El entorno perfecto de la Randonné son los senderos y los caminos de dificultad media y baja, al estilo de las zonas poco complicadas de un trial clásico o de lo que en un trial moderno se consideraría una interzona.

La misma lógica que sirve para justificar la existencia de este modelo hace que guste poco (o nada) a un trialero “pro”, que se cansará de buscar potencia donde no la hay; aunque sorprende la sonrisa con la que se desenvuelve un neófito -o neófita- que quiere tenerlo todo bajo control y que no disfruta con los agresivos motores de las motos más grandes. Además de esto, el hecho de ser una trialera con asiento, luces, intermitentes y un práctico cuadro de mandos digital -el faro es el habitual en las versiones de trial homologadas y el resto de las luces son genéricas de la industria auxiliar- permite que pueda ser utilizada sin problemas en entornos urbanos. Por supuesto, no se trata de la moto más práctica para moverse por Milán, Mánchester o Sevilla, pero sí lo es para los “urbanitas” con segunda residencia que quieran descubrir el campo sobre ruedas o para los que disfrutan de vivir fuera de la ciudad y quieran tener una auténtica moto de trial para cada día.

Respecto al motor, ya hemos comentado que su fuerte no es la potencia, de modo que requiere ser aprovechado al máximo en primera y segunda en zonas complicadas, mientras que las tres relaciones más largas nos servirán únicamente para pistear. Esto hace que el rendimiento del embrague pueda resentirse un tanto si se abusa de él, y más teniendo en cuenta que la refrigeración es por aire y el conjunto tiende a subir fácilmente de temperatura. Sin embargo, el tacto general es bueno, arranca sin problemas y la respuesta del carburador PTK no muestra puntos flacos. Donde sí hay que vigilar es en la zona de las piernas, ya que la salida del escape queda algo expuesta y las chapas protectoras también se calientan. Finalmente, hay que comentar que la adaptación del motor Yamaha-Minarelli al bastidor Gas Gas de trial ha generado algunos problemas que penalizan sobre todo el accionamiento del cambio. La posición del propulsor y su tamaño hacen que la salida del eje del selector quede muy retrasada, y la poca distancia respecto a los estribos impide un buen tacto a la hora de cambiar. A fin de conseguir una longitud mínima de palanca que ayude a cambiar de marcha, la leva se ha tenido que alejar en exceso de la posición natural del pie, lo que no facilita cambiar cómodamente conduciendo sentado -de pie o con el talón resulta más fácil-, y el tacto sigue siendo bastante duro.

La adopción de una horquilla delantera convencional MRP con barras de 40 mm -se parece a una Tech, pero no lo es- permite contener los costes de este elemento, pero no impide que se note algo blanda y pesada en los cambios a poca velocidad. A pesar de ello, su comportamiento es correcto teniendo en cuenta las aspiraciones de la moto. Algo parecido sucede con el amortiguador trasero Sachs, cuyas prestaciones son similares a las de los que montan las TXT pero presenta una regulación de serie algo menos agresiva y más acorde con el uso al que va destinado.

Como el chasis y el basculante, los frenos son prácticamente calcados de las TXT Pro 125, de modo que no queda falta en este apartado. Su precisión es más que buena en terreno trialero, aunque quizás el tacto resulte un tanto brusco en un uso continuado por pistas a velocidad alta.

En general, es obvio que la TX Randonné 125 no es la moto de ningún trialero con cierta experiencia ni de ningún chaval con más ganas de dar gas que cualquier otra cosa, pero sí lo es de aquellos o aquellas para los que la prioridad sea disfrutar y aprender sin complicaciones, y hacerlo, además, a un precio realmente asequible.

Por: David Prats y Marc Montes

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