Probamos KTM 2017 Factory Réplica de Lyndon Poskitt

Afirmar que la KTM Factory Réplica es la mejor moto del Dakar entre los pilotos privados no me parece una exageración. De hecho tanto entre los pilotos oficiales como entre los privados de todo el mundo, la firma austríaca se ha ganado el respeto por derecho propio puesto que vienen ganando la carrera más dura del mundo desde año 2000 de forma consecutiva. Ninguna otra marca tiene semejante palmarés.

Tuve a oportunidad de probar la moto de Lyndon Posskit, que acabó segundo en la última edición del Dakar entre los pilotos de la categoría “Malle Moto”, es decir los pilotos privados entre los privados. Aquellos que van sin asistencia, con sus recambios y enseres personales en una caja que transporta la organización para entregársela a los pilotos al final de cada etapa.

La moto de Lyndon es una KTM 2017 Factory Réplica, la misma que cualquier piloto puede adquirir por unos 25.000 €, con la diferencia de que las suspensiones son las denominadas “full factory”, con una horquilla que lleva barras de 52 mm de diámetro.

Su comportamiento es extraordinario y me dió la sensación de que es capaz de absorberlo absolutamente todo sin que apenas te des cuenta. En carrera, al ritmo que van pilotos como Lyndon, que evidentemente no es el de un ocasional piloto de off road con más voluntad que acierto como yo, tiene una gran capacidad adaptación cuando se tiene que enfrentar a situaciones muy diferentes: desde las dunas del desierto, hasta terreno duro y pedregoso.

Detrás tiene la característica de que, debido a su configuración, además de absorber muy bien las irregularidades del terreno mantiene el contacto de la rueda con el suelo y, por tanto, tracciona mejor que una suspensión convencional. Te permite mantener el puño de gas más tiempo abierto y tiene la opción de modificar la ubicación de la gasolina. Así, por ejemplo, cargar más detrás para que en las dunas y el tren delantero quede más libre.

Lo que más impresiono de la moto de Lyndon es el trabajo de las suspensiones. Tuve la oportunidad de rodar en un terreno duro y polvoriento y la rueda delantera parece no inmutarse ni siquiera al toparse con alguna piedra “no deseada”.

Muy alta de asiento, pues Lyndon lleva un asiento especial debido a su altura, hay que poner atención a la hora de maniobrar en parado pues además gira muy poco.

Pero en marcha la sensación de control es total a pesar de que hay que acostumbrarse al hecho de llevar mucho peso delante debido a los aparatos de navegación.

El motor es suave, elástico y muy sensible a la ordenes del puño de gas. En cierto modo me sorprendió. Siendo una moto rápida, me dio la sensación de que por tamaño y volumen y a raíz de las buenas sensaciones que me transmitieron las suspensiones, debería de ser más potente. Pero hay que tener claro que  las motos del Dakar actualmente “solo” cubican 450 c.c.

Lyndon me explicó que es un motor que necesita de espacios abiertos para poder descubrir su verdadero potencial… ¡otra vez será!

Gracias Lyndon, la experiencia fue corta pero intensa y gratificante.

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