Por el Pirineo de Huesca con la Yamaha Tracer9 GT

Por el Pirineo de Huesca con la Yamaha Tracer9 GT

El Pirineo siempre ha sido uno de mis lugares favoritos, uno de aquellos sitios en los que me encanta perderme y que nunca me canso de visitar.

Esta vez quise dedicarme al Pirineo de Huesca en particular, ya que tiene infinidad de rincones y parajes distintos y siempre espectaculares. También tenía la oportunidad de probar a fondo la nueva Yamaha Tracer9 GT en el que es su mejor medio: las rutas por carreteras de todo tipo y condición.

Paso a paso

La verdad es que en esta ocasión el plan era ir a la aventura, sin una ruta definida y sin reservar hoteles previamente, algo que me encanta y que suele salir bien, aunque este año hubo alguna que otra complicación… Y es que mucha gente se ha quedado en la península debido a las restricciones para viajar, y eso se ha notado.

Prever el equipaje imprescindible es una de las primeras tareas a realizar, especialmente en función del espacio disponible. Las dos maletas de la Tracer9 GT son de 24 l de capacidad, con un moderno diseño que si bien permite un casco integral (colocado de forma estratégica) dificulta un poco la carga, más si viajas con pasajer@ y por varios días. Yamaha ofrece unas maletas opcionales de 30 l, que son más adecuadas si viajarás acompañado durante bastantes días.

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Como el tiempo en los Pirineos es siempre imprevisible, opté por llevar un par de impermeables en una bolsa sobredepósito, amén de algunas herramientas básicas y el kit antipinchazos.

En marcha

Partimos de Barcelona un miércoles por la tarde, enfilando la A-2 en dirección Lleida con un cielo de amenazadores nubarrones, que por suerte quedaron atrás a la altura de Cervera. La puesta de sol, ya en los campos de la zona de Monzón, fue simplemente espectacular.

La Tracer9 GT es cómoda, a pesar de sus aires deportivos. La posición de conducción es relajada para ambos ocupantes, y la pantalla, elevable manualmente, cubre suficientemente en autopista. La verdad es que se nota la diferencia entre sus dos alturas, especialmente si tienes viento de cara, como fue el caso. En autovía y a 120 km/h el consumo ronda los 6 l a los 100 km. Las pocas vibraciones que llegan a manos y pies son perfectamente tolerables.

Tras cenar y dormir en Barbastro -no dejéis de probar la morcilla a la miel- subimos verticalmente hacia Alquezar, un precioso pueblo medieval, con una acogedora plaza porticada y su impresionante y protegida colegiata.

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...Y su colegiata

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Desde Alquezar retrocedimos hasta Barbastro para volver a subir hacia Aínsa, otro pueblo medieval, totalmente amurallado, pasando previamente por el Grado y su pantano.

Las históricas calles de Aínsa y su enorme plaza bien merecen una visita, aunque en verano suele estar muy concurrida.

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El cañón de Añisclo

De este pueblo medieval seguimos ascendiendo por la carretera que lleva a Bielsa y a Francia, aunque en Escalona nos desviamos hacia el cañón de Añisclo.

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Desde hace algún tiempo esta estrecha pista asfaltada es de un solo sentido (Escalona-Fanlo-Sarvisé), debido a lo cual ha dejado de estar muy transitada… por suerte. Es un placer recorrer sus impresionantes 10 km entre sus estrechas y elevadas paredes, mientras el río discurre debajo nuestro. Un trayecto que no debéis perderos.

Por cierto, en este tramo, bastante bacheado y con gravilla, pusimos la configuración ‘Confort’ de las suspensiones electrónicas de la Tracer9 GT, que se mostró la ideal para este tipo de terreno.

Esta configuración es la que más usamos durante el viaje, ya que es realmente cómoda y la que mejor digiere las imperfecciones del asfalto.

Por la noche agradecimos la luz de curva que equipa la GT (opcional en la Tracer9 base). Completa el haz de cortas (o cruce) y ayuda mucho en los tramos revirados.

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Cerca de Sarvisé decidimos hacer noche en el camping El Chate, un lugar tranquilo, rodeado de bosques y montañas.

Por la mañana pasamos por Broto -también muy concurrido en esta época- y vimos su magnífica cascada del Sorrosal, ascendiendo luego hasta Torla, la puerta del Parque Nacional de Ordesa. Tan atiborrado estaba que decidimos dejar Ordesa para mejor ocasión y pusimos rumbo hacia Biescas por la divertida y panorámica N-260.

La carretera tiene aquí muchas y divertidas curvas y un buen asfalto, por lo que optamos por la configuración ‘Sport’.

La Yamaha demuestra que aquí está en su salsa. Es fácil encadenar una curva tras otra, dado que se mueve con mucha agilidad, gracias a un peso bien distribuido -incluso con las maletas- y su ancho manillar. Sus ruedas de 17” también contribuyen a esto, mientras que el motor empuja con ganas en toda la curva.

El quickshifter trabaja con precisión tanto en subida como al reducir, siempre y cuando lo hagas a un régimen lógico. Si cambias a pocas rpm deberás usar el embrague.

En este medio, con una conducción suave y aprovechando el buen par, el consumo medio es de sólo 4,9 l, algo fantástico para una 900 de casi 120 CV.

La paz de Sallent de Gállego

Hacia el norte y pasando por el embalse de Búbal llegamos al precioso pueblo de Sallent de Gállego, donde decidimos establecernos.

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Sallent de Gállego es un bucólico pueblo de montaña, enclavado entre elevados picos y el embalse de Lanuza. Un lugar con buen ambiente y muchas posibilidades de excursiones o de un tranquilo baño en el pantano.

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Por la tarde decidimos subir hasta la cercana estación de esquí de Formigal y el puerto del Portalet, frontera con Francia. Desde allí vimos una maravillosa puesta de sol, con el impresionante pico del Midi d’Osseau de fondo.

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En el penúltimo día llegamos al Valle de Hecho, ascendiendo hasta la Selva de Oza, un bosque de cuento, repleto de hayas, aunque en esta época muy frecuentado por excursionistas y campistas.

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A media tarde alcanzamos la estación de Canfranc, una enorme construcción de casi un siglo de antigüedad, actualmente en fase de restauración. Allí la temperatura bajó hasta los 15º, prácticamente la mitad de la que habíamos tenido al mediodía, y pusimos rumbo a Jaca al final de la tarde.

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Fue imposible dormir en Jaca. El único hotel disponible era infumable (sucio y en obras) y a precio de oro. Decidimos seguir hasta Sabiñánigo, ya entrada la noche, donde encontramos un alojamiento mucho mejor.

Por la mañana y ya en ruta de regreso a Barcelona, nos desviamos para ver el castillo de Loarre. Conocido por haber sido escenario de varias películas (entre ellas, ‘El Reino de los Cielos’, con Orlando Bloom), esta impresionante fortaleza está estratégicamente situada en lo alto de un cerro desde donde se divisan decenas de kilómetros de paisaje.

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Desde aquí, con una parada para repostar y otra para hacer un café, iniciamos el regreso a Barcelona por la A2, intentando retener en nuestra mente cada rincón de nuestro fantástica ruta por el Pirineo de Huesca.

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