¡Nos hemos subido a la nueva Vespa Sprint!

El concepto Vespa goza de buena salud, es popular y apreciado en todo el mundo, algo que Piaggio conoce y explota a la perfección. Por ello, año tras año, lo va refinando y adaptando a los nuevos tiempos mediante grandes esfuerzos en I+D y con un gran presupuesto para diseño.

Lo primero que salta a la vista es su faro trapezoidal, de diseño clásico, casi retro, me atrevería a decir, ya que es similar al que equipaban las primeras Vespa, aunque con una moderna lámpara halógena de 55W para garantizar un correcto alumbrado. Le acompaña un cuadro de relojes analógico/digital de diseño nostálgico aunque clara y concisa lectura. Las concesiones al romanticismo no se pagan con ausencia de funcionalidad.

Los retrovisores, cromados y de acertado diseño y gran calidad, ofrecen una buena visión. El resto del cuadro de mandos destila calidad, con abundantes cromados, claridad en las indicaciones y pulsadores que son fácilmente accesibles usando guantes.

Los cromados abundan por doquier en toda la moto y el ambiente que se percibe sobre la Sprint es de calidad, no en vano estamos hablando de un producto Premium que colmará las expectativas de los Vespistas más exigentes.

En cuanto al motor Piaggio propone tres opciones: 50 cc -2T y 4T- y el conocido 125 4T 3 válvulas de 10,7 CV, que es el que probamos.

Disponible en blanco, negro, rojo, azul y amarillo, a un precio de 3.800 euros, algo más elevado que el de su competencia y el de la propia Primavera, queda justificado por la calidad de los componentes, su nivel de prestaciones y su comportamiento dinámico. La Sprint no sólo consiguió levantar pasiones en los semáforos de Roma por su deportiva elegancia, estilo y autenticidad, sino que demostró que la belleza y la eficacia pueden ir de la mano destilando auténtico sabor italiano.  

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