Muere Pere Tarragó, el rey de las maquetas de moto

Muere Pere Tarragó, el rey de las maquetas de moto

Ayer jueves falleció Pere Tarragó, probablemente el mejor constructor de maquetas de moto que haya habido nunca en España.

El artista de Molins de Rei llevaba más de treinta años construyendo reproducciones de motos a escala 1/5 (de unos dos palmos de grandes), famosas por el nivel de realidad conseguido con la réplica de los modelos originales, la fiel calidad de los materiales empleados y también la funcionalidad de sus elementos móviles:  dirección, ruedas, frenos, suspensiones... que actúan tal y como lo harían en la versión inspiradora desde la realidad.

El nivel acreditado por este artesano no es nada fácil de alcanzar, ya que es el resultado de su pericia, de muchos años de trabajo y de investigación, y de la utilización de muchos recursos técnicos.

Tarrago supone el mejor ejemplo de la pasión por el maquetismo que se vive en Cataluña, y que se arraiga -probablemente- en la pasión por hacer pesebres y sus dioramas. Esto ha permitido que hayamos podido ver auténticas obras de arte en forma de reproducciones a escala de coches y motos, pero también de barcos, aviones, trenes, o los inevitables vehículos militares y su extraña capacidad de atracción para algunas personas...

Pero en pocos casos -por no decir ninguno- con el nivel de excelencia acreditado por Tarragó.

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¿Cómo iniciarse en el maquetismo?

El primer paso es empezar por la construcción de una maqueta "comercial", consistente en acoplar las diferentes piezas del modelo producidas por el fabricante que las construye. "Aunque yo he hecho nunca ninguna de ellas", nos explicaba Tarragó, que se construye él absolutamente todas las piezas, y que descubrió su pasión a los dieciséis años montando un coche del juego de construcciones metálicas Mecano.

Este escultor de miniaturas creaba la mayoría de sus obras por encargo. Por cada uno de los más de cincuenta prototipos que hizo invirtió casi quinientas horas de trabajo, entre seis y ocho meses aproximadamente.

El precio de estas joyas estaba entre los 10.000 y los 15.000 euros, cifras que ahora -con su triste desaparición- pueden dispararse mucho más.

En su momento hizo una producción en serie a partir de la popular Montesa Impala, y otra de la Ossa Mick Andrews, de la que creó unas veinte unidades a 2.700 € cada una.

Las vendió todas, sobre todo a coleccionistas sin muchos problemas económicos que en muchos casos querían una copia a escala de la moto de su vida.

Pere sólo se quedó tres: la Impala, una MV Agusta -que no pudo entregar al cliente porque murió antes de que la acabara- y una Metralla.

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Precisamente esta Bultaco fue la primera de todas las que hizo; la única a escala 1/6, un poco más pequeña que las demás. "Me animó a hacer más cuando descubrí el entusiasmo que generaba entre los seguidores de la marca en una feria que yo no quería ir porque me hacía vergüenza..", recuerdo que nos comentaba mientras se reía por debajo del bigote.

Pere Tarragó estudió mecánica durante diez años. Siempre fue un usuario apasionado de la moto. "Hacer coches no me ha interesado nunca. Ya hay mucha gente que se dedica a ello. En cambio, no somos tantos que hacemos motos", nos comentaba rodeado de cajas, cajas y herramientas de todo tipo para hacer su trabajo con éxito en el pequeño taller de su casa.

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Gulliver en el reino de Lilliput

La primera moto que le encargaron fue una Sanglas 400, la que llevó la Guardia Civil de carretera durante muchos años. "A mí no me gustaba nada. Era linda... pero la cosa salió bastante bien, y el cliente quedó muy contento", señaló este jívaro de las dos ruedas que no reducía cráneos, sino motos.

A partir de aquella obra se centró en la escala 1/5 que permite "un mejor realismo y lucimiento de las piezas y componentes".

Este artista decía que para empezar a montar una maqueta "lo principal es la actitud. Conviene no ponerse nervioso si al principio las cosas no salen como queríamos", explicaba. La clave era, para este artesano "estar muy tranquilo. Yo no lo era nada cuando me inicié, pero fui adaptando mi carácter por este trabajo".

Cuando empezaba a hacer un prototipo, Pere acostumbraba a tener en el taller una unidad real del modelo original para poder tomar medidas de todas las piezas que luego haría una a una.

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En el caso de un maqueta "comercial" esto no es necesario. "No hay que disponer de un espacio muy grande", apuntaba Pere que recomendaba "no empezar con un modelo muy complicado. Es más fácil empezar con un escúter o un Vespino que una Harley... Pero lo que sí conviene es tenerlo todo preparado y disponer de un equipamiento mínimo de herramientas para trabajar: un juego de destornilladores y de llaves fijas hexagonales, un soldador de estaño, y un aerógrafo pequeñito para pintar".

Y en la mayoría de casos no hace falta ni eso, ya que las piezas de las maquetas que podemos comprar a través de la red suelen ser de plástico. Por lo tanto, con unas tijeras que corten bien, un cúter, un tubo de pegamento, y una lima para pulir las rebabas de esta cola, bastaría.

"Hacer la cadena de transmisión es lo más intenso en la construcción de un prototipo como los míos", resaltaba Tarragó. "Me pasaba muchas horas haciendo cada uno de los eslabones... hasta que encontré que en Japón las vendían de la escala 1/5 a metros... Eso sí: a 20.000 euros el metro. Pero las horas de trabajo que me ahorraba lo compensaban".

Las motos de Pere Tarragó viajaron desde Molins del Rey hasta todo el mundo. Las podemos encontrar en Barcelona, en Italia, en Estados Unidos, incluso en Nueva Zelanda.

Será muy difícil recuperar un artista de la dimensión de Tarragó, sin duda.

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