Motos en el metaverso. ¿Estamos tontos o qué?

Motos en el metaverso. ¿Estamos tontos o qué?

Y si no los estamos pronto acabaremos cazando mariposas en ese universo paralelo que los gurús de microchip nos prometen.

Antes buscábamos ElDorado, la Fuente de la Eterna Juventud, la Piedra Filosofal, en fin, cosas con un mínimo de sentido… pero ahora. Ahora pretenden que soñemos con ropa de microbites, casas de ladrillos virtuales y supuestos coches y motos imaginarios.

Hombre, como divertimento, en tiempos pretéritos los chavales jugábamos con los playmobil pero ahora, las criaturitas masacran hordas de zombis en el último Call of Duty. No obstante, seamos sinceros, si no hemos perdido el oremus todavía es que somos conscientes de que sólo se trata de un juego.

Aun así, la mayoría de nigromantes de la red, desde el oscuro lord Zuckerberg, hasta el todopoderoso emperador Gates, pasando por toda la pléyade de cibervillanos conocida, tratan de hacernos comulgar con su última criatura. Y no es un juego.

Según ellos el metaverso no es un mundo de fantasía, quiere ser una realidad alternativa en la que podremos hacer las mismas cosas (y otras inimaginables) que hacemos hoy, pero sin movernos del sofá de casa.

Y jugar está bien, pero ponerse serios con determinadas cosas, me parece realmente querer apostar al tocomocho y que pierda siempre el mismo tonto.

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La idea consiste en vendernos productos NFT, o sea, token no fungibles. Y a mí que eso me suena a cochinada no consumada…

En fin, los dichosos NFT son productos y bienes digitales únicos y en teoría exclusivos que podemos comprar por una cantidad X de criptomonedas (otra que tal), que esas sí, se comprarían con euros, dólares, yenes, dirhams… el papel moneda de toda la vida.

Pero como diría el amigo, el chiste está en que nos venden humo y nosotros, cerrando los ojos nos tiramos a la piscina vacía. Porque una vez adquirido el NFT, ¿qué tenemos?

Un bit, dos bits, tres bits…o un terabit, me da igual. Por mucha información digital que haya comprado, ¿puedo vestirme con ella? ¿puedo montar y viajar sintiendo el aire en la cara? ¿me la puedo comer?

Pues parece que sí, o si no tú, sí podrá tu avatar virtual. Y en base a eso, a que todos tendremos nuestro alter ego pixelado en el dichoso metarverso, empresas y marcas han enloquecido viendo terreno abonado para vendernos todas sus maravillas virtuales.

Por esa gran nube intangible están apostando fuerte apellidos ilustres como Facebook (perdón, ahora la red es polisexual o multiorgásmica o no sé qué y se hace llamar Meta. Mola más ¿verdad?), Microsoft, Amazon… y ya están empezando a invertir sus dineros marcas del estilo de Gucci, H&M, Nike, Vans…

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Es tan alucinante que estas firmas compran terrenos virtuales para montar tiendas virtuales en las que vender productos virtuales en las que nos gastaremos – ya nos estamos gastando – nuestro dinerines REALES. Hay que ser gil… con perdón.

Pero no te lo pierdas, determinadas marcas de coches y alguna de motos ya están dirigiendo la vista a ese horizonte de efluvios vaporosos y comienzan a tentarnos con golosinas fabricadas con mecanobits, modelos únicos y exclusivos que podrás comprar para darte un paseíto virtual por las avenidas de la ciudad Tolay de turno que nos quieran endosar.

Ejemplos hay varios, algunos de marcas tan ilustres como Lamboghini que ha creado su propio megacarro para un juego virtual, un caprichito que cuesta un pastizal o saca a subasta un código QR con el despiece sideral de uno de sus modelos. Ojo, precio de salida del caprichito, 100 dólares de los del tío Sam.

Motos en el metaverso

Y si creías que los de las dos ruedas nos salvábamos de esta pandemia de neuroestupidez, pues te equivocas. Neo Motorcycles ya propone su propio modelo digital con diferentes opciones para adquirirlo, cada una con un nivel mayor de apagón mental.

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Por cierto, Neo Motorcycles es una nueva marca británica de motos eléctricas… que todavía no se fabrican.

Visto todo esto, a mi que me perdonen, si me llaman viejuno, anticuado, boomer, rancio o cualquier otra lindeza, la verdad, me la trae al pairo.

Yo seguiré arrancando mi contaminante máquina de combustión para escuchar como gira su motor, sentir sus vibraciones bajo mi trasero y cuando esté rodando, sentir el aire fresco y bajo el caso, echarme unas risas pensando en tanta tontería virtual.

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