Moto Guzzi V9 Roamer / Bobber: Easy Cruiser

No recuerdo la cantidad de veces que he viajado hasta la fábrica de Moto Guzzi a orillas del lago di Como. Pero este es un destino, el de esta fábrica encastrada en la montaña con los Alpes como decorado de fondo, al que nunca me cansaré de acudir.

Moto Guzzi es una de esas marcas que no te deja indiferente y en cierto modo estoy de acuerdo con el Departamento de Marketing de la firma del águila –parte del grupo Piaggo–, cuando afirma que solo respirando el aire de estas cuatro paredes, se puede llegar a entender a Moto Guzzi.

Una marca con más de 90 años de historia que tiene un carácter inde­pendiente, único y que con estos dos nuevos modelos pretende llegar a una nueva tipología de cliente que va más allá de los guzzistas. Y quizás lo consigan. Quieren abrirse al mundo y llegar a nuevas generaciones, y para ello su apuesta ha sido muy clara en los últimos dos años, en los que han presentado un total de diez nuevos modelos, además de abrirse a nuevos mercados en países como China, Tailandia o Indonesia.

De momento las cifras de ventas les están dando la razón y su crecimien­to en los últimos cuatro años ha sido de un 8 %. La llegada de las nuevas Roamer y Bobber, dos Easy Cruiser de media ci­lindrada con posibilidad de limitarse a 35 kW, supone la entrada en escena de un nuevo motor V9 que comparten. Pero ambos modelos son diferentes tanto estéticamente, más elegante la Roamer y agresiva la Bobber, como en cuanto a comportamiento.

En Moto Guzzi tratan de no confundir al cliente y defienden que cada uno de esos 16 modelos tiene su propia personalidad y valores. En realidad esta política diferenciadora ya la vimos en 2012 en otros modelos como las California 1400 en sus versiones Custom o Touring y más recientemente en las El Dorado y Audace.

Si volvemos la vista atrás, es innegable reconocer que las nuevas crea­ciones de la fábrica a la que Carlo Guzzi aportó importantes soluciones en los años 20 siguen la senda de modelos que marcaron la historia de Moto Guzzi.

En este caso, las Roamer y Bobber, además del nuevo propulsor V9, comparten el nuevo bastidor y componentes que marcan la personalidad de las Moto Guzzi como los guardabarros metálicos, el aluminio de las tapas laterales, estriberas, tapón del tanque de combustible o manetas, además del motor en un negro mate en el que resalta el logo del águila en las tapas de las culatas, entre otros detalles.

En la nueva versión del clásico motor en V transversal a 90º refrigerado por aire y aceite común en ambos modelos, el ganar par motor y elasticidad ha sido el principal objetivo. Y lo cierto es que se ha conseguido tal y como pude verificar en la ruta que nos montó la gente de Moto Guzzi.

Como novedades hay que destacar la cilindrada de 853 cc (84 x 77 mm), en la que se aprecia un sistema de distribución en el que las válvulas se han posicionado con una pequeña inclinación en la cabeza, a diferencia de la versión V7, que van en paralelo. El cárter de aceite es nuevo, el ci­güeñal rediseñado, se ha incorporado un nuevo sistema de lubrificación y bomba de aceite y se ha revisado el sistema de alimentación por inyección electrónica de un solo cuerpo firmada por Marelli –de tobera compartida, como en el motor V7–.

Más cosas. El embrague es ahora un monodisco en seco de 170 mm de diámetro y, para poder cumplir la normativa Euro 4, se han modificado las culatas y se ha colocado un sistema de entrada de aire auxiliar, catalizador de tres vías y una doble sonda lambda. Otra novedad es que el cambio de seis marchas se ha modificado con una sexta velocidad más larga que reduce el consumo.

En lo que a la parte ciclo se refiere, se ha montado un chasis de acero de doble cuna, en combinación con un basculante en fundición de aluminio que se ha tenido que modificar para poder encajar el neumático trasero de150. Se conserva la transmisión por cardán y la parte trasera del chasis se ha recortado para poder hacer ambas versiones más bajas de asiento.

Con un ángulo de dirección de 26,4º y un avance de 116,1 mm en la Bob­ber –26,4º y 125,1 mm en la Roamer–, la horquilla monta unas barras de 40 mm de diámetro y los amortiguadores convencionales son regulables en precarga de muelle. La frenada en ambos modelos se confía a un conjunto de Brembo con un único disco delantero de 320 mm con pinza de cuatro pistones y un simple trasero (260 mm), y no falta un ABS de dos canales.

La gran California y la más pequeña Nevada han marcado toda una época y una forma de entender el cruiser. Esta nueva Roamer parece recoger el testigo de la antigua Nevada en cuanto a estilo y funcionalidad. Una cruiser fácil de conducir y con un estilo muy marcado de corte clásico.

Bajita de asiento, apenas 775 mm, su posición de conducción es confor­table con los pies ligeramente adelantados y un manillar ancho y próximo al tronco, pero no exageradamente ancho en una moto que invita a las largas distancias de forma relajada.

La generosidad del motor en V es la base para poder disfrutar del confort de la Roamer (‘vagabundo’ en inglés…) en carreteras rápidas, donde se muestra estable, y también en zonas más reviradas, donde la respuesta del bicilíndrico es muy elástica y eficaz a partir de apenas las 2.000 rpm. Si la comparamos con la Bobber, el feeling con el tren delantero es muy diferente, debido a que la Roamer monta una llanta delantera de 19” pul­gadas, lo que, unido a su ancho manillar, hace que el tren delantero sea menos sensible.

La nueva relación de cambio que, por cierto, tiene, junto con el embrague, mejor tacto, con una primera más larga que será útil por ciudad, el resto más juntas y la sexta en plan overdrive, es un acierto.

La Bobber es otra película. Una historia más oscura, pues toda ella está pintada en negro mate (amarillo, rojo y blanco son las versiones de la Roa­mer), inspirada en aquellas motos que después de la Segunda Guerra Mundial, en EE.UU. se despojaban de todo lo superfluo para batirse en los óvalos de tierra batida. Las sensaciones son más deportivas y en relación con su hermana vagabunda será más cansada en las largas distancias.

Lo cierto es que entre las curvas de la zona de Mandello, que en realidad está muy cerquita de los Alpes, disfrutamos de una moto que, pese a su apariencia, no nos pareció excesivamente pesada (anuncian 199 kilogra­mos) y con un consumo moderado que difícilmente supera los 5,5 litros.

La posición de conducción es completamente diferente, al cargar más el peso en el tren delantero, con las llantas de 16 pulgadas –con un neumá­tico de 130–, que transmiten sensaciones más deportivas que en la más relajada Roamer. Al igual que en esta, la instrumentación se concentra en un único reloj que acumula una gran dosis de información, pero en la que echamos en falta el cuentarrevoluciones. Desde la piña izquierda, con el pulsador Mode, se accede al menú y al nivel de actuación del control de tracción MGTC (de dos niveles y desconectable), que, sin ser muy intrusivo, actúa como un siempre agradecido paracaídas en caso de emergencia.

En definitiva, Moto Guzzi sigue muy viva y ofrece modelos actualizados y con tecnología moderna, que no pueden negar su inspiración en un brillante pasado.

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