Como viene siendo habitual, todos los años los componentes del Club Motero Hormigas, liderado por nuestro amigo Víctor Plaza, conocido entre los amigos como el sargento de hierro, pero con un gran corazón, decidieron convocar una vez más a todo el colectivo motero para poder pasar una buena tarde visitando a los niños y niñas que padecen la enfermedad del Síndrome de Down, quienes siempre agradecen todo el cariño recibido.
Este año, como novedad y para más comodidad, se cambió la ubicación del evento y se trasladó a otro de los centros de la Fundación del Síndrome de Down; en su patio interior, en el que nos habían preparado una gran merienda con refrigerios de forma gratuita, aparcamos las motos y pudimos disfrutar de las actuaciones del talentoso conjunto musical toledano Two Generations, compuesto por miembros más veteranos, como nuestro amigo Alberto Muñoz, escritor de libros de novela, guitarrista y motero de Torrijos, junto con su mujer Cristina y otros más jóvenes, con gran voz y talento musical, que supieron tener entretenido a todo el personal, en especial a los niños, pues los temas que tocan son pegadizas canciones de rock de la añorada época de los años ochenta y noventa conocidas por todos.
Al evento acudieron buena parte de los principales clubs y moteros implicados con temas de seguridad vial con las motos, como la Asociación Por Madrid en Moto, los conocidos Ángeles Verdes; el conocido Doctor Decano y profesor en fisioterapia, José Antonio Martín Irrualde, que aplica sus enseñanzas de fisioterapia al mundo de la moto; Emilio Alegre, de la Página Formación y Seguridad Vial, quien cuenta con gran experiencia en conducción segura de motocicletas, y otros grandes motoviajeros como nuestro conocido y amable amigo de Alcalá de Henares, Luis el mudo Ballesteros, que cuenta con muchos años de experiencia en el mundo de los viajes en moto.
Julio Álamo, de la página de viajes en moto “Otro en moto”, vino con su gran BMW GS. Para diversión y alegría de los niños con Down, se les subió a las motos aparcadas, que se hicieron sonar durante buen rato, mientras otros disfrutaban del concierto. Al terminar se pusieron ellos a cantar con el karaoke.
En definitiva, una gran jornada motera en la que te vuelves a casa sabiendo que con tu presencia has hecho felices a los niños, y más si son los afectados por el Síndrome de Down, pues más cariño necesitan por parte de todos.
Volvemos al año que viene, saludos y ráfagas.