Vaya sorpresa que nos hemos llevado en la redacción con la nueva Mash Five Hundred 400; de hecho, la primera de ellas fue su engañoso nombre, ya que por mucho que digan sus anagramas y adhesivos, en realidad se trata de una 400 cc. Dejando esto último de lado, la Four Hundred, perdón, la Five Hundred (vaya lío), es una moto que no engaña a nadie; sencilla, de corte clásico, ideal para el A2 y, como muchos ya os habréis dado cuenta, un claro guiño a la inmortal Yamaha SR 400. Seguramente por este motivo el fabricante galo (aunque la moto está ensamblada en China) haya escogido tan polémico nombre en un intento de evitar que se les relacione tan directamente. Aunque teniendo en cuenta que la pequeña Yamajita se ha vuelto a comercializar hace muy poco en nuestro país, va a ser casi imposible que en los próximos meses no comiencen a surgir las tan odiosas comparaciones entre una y otra…
Buenos precedentes
Pero, bueno, centrándonos en Mash, tenemos que decir que llega a nuestro mercado con unas magníficas credenciales. En Francia, como recordaremos su país de origen, ha logrado en muy poco tiempo un gran éxito con sus modelos del octavo y el cuarto de litro, todos ellos como en el caso de nuestra invitada de hoy, siempre con la estética retro como principal seña de identidad. De hecho, la Five Hundred ha sido la última en unirse a la familia, y ha llegado para coger el papel de buque insignia de la firma y, casi con toda seguridad, para situar Mash como una de las marcas revelación de este año.
Las claves que ha utilizado para ello son, más o menos, las mismas que hemos podido ver en muchas firmas o importadores europeos que fabrican en China; ofrecer una moto atractiva a precio que en el caso de la Five Hundred se sitúa en los 4.395 euros… ¡Espectacular! Es cierto que la Five Hundred se ajusta en líneas generales a esta valoración, pero, como veremos a continuación, sería muy injusto tratarla como una moto made in China más. Observada de cerca, salta a la vista que la Five Hundred es muy resultona, puede que tenga todavía algunos detalles por pulir, como algunas soldaduras o algún que otro tipo de acabado, pero también lo es que, en general, nos encontramos ante una llamativa neoclásica que incluso dispone de algunos detalles como el arranque eléctrico –aunque se mantiene el de patada– que ni su mentora posee.
La verdad es que la Fiver Hundred es una moto aparente y equipada con lo justo, lo más destacable de lo que nos ofrece es un cuadro de instrumentos muy sencillo y escasamente iluminado, un caballete lateral con desconectador, parrilla posterior con sujeción para los pulpos, el faro redondo de rigor, aunque con una bombilla halógena de buena potencia, y poca cosa más. Por el contrario, posee muchos detalles vintage que tanto gustan a sus posibles compradores y puristas del género, como los guardabarros metálicos cromados, los escapes tipo peashooter, los fuelles de las horquillas, el depósito con protectores de goma laterales o el asiento totalmente plano. Además, pese a su filosofía retro, es muy cómoda, la postura que adoptaremos es muy clásica, con la espalda recta, brazos y piernas relajadas y, eso sí, sufriremos la nula protección aerodinámica de las naked de los 70 y 80.
Viejos recuerdos
En marcha, la Five Hundred me trae viejos recuerdos, pues hace que vuelva a mi memoria aquella feúcha pseudocustom Yamaha SR 250 Special que mi hermano tuvo durante años como moto de diario y de la que tanto nos reíamos porque no había forma de romperla. Como sucedía con ella, la Five Hundred es una moto con la que te puedes reír de muchos scooters en ciudad; su facilidad de manejo y agilidad son tal, que muy difíciles y densos han de ser los atascos que se nos presenten para que lleguemos a quedarnos totalmente parados. Hace que te sientas a gusto desde el primer momento, en poco tiempo parecerá que la has conducido toda la vida y tiene un comportamiento muy predecible, es bondadosa de reacciones y su motor funciona muy, muy redondo.
Éste es precisamente uno de los puntos más destacables de la pequeña Mash; su monocilíndrico cuatro tiempos, refrigerado por aire, SOHC 2V, tiene un tacto exquisito y funciona como un reloj, su sonido es espectacular, ronco y profundo, sin tintineos, ni ruidos mecánicos desagradables y con un nivel de vibraciones bajísimo. Además se comporta de maravilla, el cambio es fiable, todas las marchas engranan de maravilla, tanto al subir (incluso sin embrague) como al bajar rápido en busca de una buena retención. Un punto a mejorar es el embrague, al menos en lo referente a su accionamiento, pues el punto óptimo de cambio está justo al final del recorrido de la leva y, cuando es preciso jugar mucho con él, le resta algo de tacto, sobre todo con gruesos guantes de invierno.
En cuanto a prestaciones, tampoco deberemos esperar demasiado, es una 400 cc, por lo que su dócil respuesta no presenta un desafío para nadie. Pese a ello, tiene una buena aceleración, pronta y sin vacilaciones, sus 27 CV a 7.000 rpm dan para mucho y cuando se trata de estirar las marchas, llega a los 100 km/h bastante rápido, aunque aún tiene la fuerza para ir más allá de los 140 km/h sin demasiados esfuerzos. Como buena monocilíndrica, lo más atractivo es su entrega de par, que en su caso se sitúa en unos buenos 3,5 kgm y que entrega pronto, sobre los 5.000 vueltas, lo que le confiere una beneficiosa capacidad de repuesta tanto para acelerar como para recuperar rápido ante un adelantamiento.
Escudada tras su apariencia retro encontraremos una parte ciclo muy sencilla, con elementos muy básicos, pero aun así muy bien conjuntados y ventajosos en una moto de sus características. Su filosofía vintage no invita a buscar los límites de la moto, aunque hay que reconocer que para estar formada con componentes muy sencillos tecnológicamente hablando, e incluso muy mejorables, como en el caso de los neumáticos, su comportamiento puede ser clasificado, incluso, de brillante.
Sencilla y actual
Las suspensiones son blandas y suaves tanto en compresión como extensión; la horquilla, ante frenadas muy fuertes, cede demasiado pronto y, en ocasiones, hasta incluso el máximo de su recorrido. No sucede lo mismo en condiciones normales como sobre asfalto bacheado, donde, como los amortiguadores posteriores, trabaja eficazmente para mantener la moto estable y evitar que el mal estado del terreno afecte a nuestra conducción.
Como ya hemos dicho, la Five Hundred es muy ágil, lo que también se nota y valora en carretera. En el paso por curva es estable, aunque no se siente muy a gusto si la forzamos con una conducción muy brusca, precisa de una conducción suave, redondeando las curvas y marcando bien las trazadas, dejando que todo fluya y realizando todos los movimientos con suavidad, a su ritmo. Algo muy parecido sucede con la frenada, la combinación disco y tambor ya nos da a entender que no nos encontramos ante una gran frenadora, pero sí lo suficientemente eficiente como para circular con mucha seguridad. En ambos frenos notaremos un recorrido bastante largo, los primeros milímetros parecen ser casi infructíferos, pero al seguir apretando –puede que el mordiente no sea la mayor de sus virtudes–, al final del recorrido la potencia aparece.
La Mash ha llegado para atraer a aquellos que sueñan con tener una moto vintage pero con materiales actuales y un precio reducido. No hay duda de que esta Five Hundred te va a ofrecer Mash por menos…
Para más información échale un vistazo a la ficha técnica de la Mash Five Hundred 400.
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