Macbor Montana XR5 y los 600 kilómetros de la Crom Ride

Macbor Montana XR5 y los 600 kilómetros de la Crom Ride

Hay un evento que si tengo la oportunidad de asistir nunca me quiero perder: la Crom Ride. Primero, porque lo organizan unos buenos amigos de Solo Moto. Y segundo, porque se respira un ambiente muy motero, de compañerismo absoluto. Un día en el que disfrutar no es una opción, es una obligación. En definitiva, que hacer los 600 kilómetros de la Crom Ride a lomos de la Macbor Montana XR5 este 2021 ha sido, una vez más, una excelente terapia antiestrés.

El caso es que este año le estuve dando muchas vueltas pensando en qué moto podía pedir para asistir a la cita. Son más de 500 kilómetros a un ritmo que tú mismo te marcas (aunque al final hicimos 625, más los 200 km de subir y bajar de Barcelona a Girona), casi sin paradas. Así que pensé que una trail iba a ser la mejor opción; la última vez hice la Crom a lomos de una Kawasaki Versys 1000 SE, y la verdad es que terminé muy entero.

Me pasaron por la cabeza varias opciones, todas ellas de gran cilindrada y enfocadas también al turismo en carretera: Honda Africa Twin, BMW R 1250 GS, también la Tracer 9 nueva me pareció una buena opción, etcétera. Cuando apenas quedaba una semana para la Crom Ride todavía no me había decidido y empezaba a pensar que este año igual no iba a poder asistir. Al final, se me encendió la bombilla y pensé: “¿por qué no una A2?”

En este segmento, el de las trails A2, hay donde escoger, aunque desde el primer momento ya tenía una opción en mente: la Macbor Montana XR5. Y es que no hace mucho tiempo, un buen amigo me preguntó por ella, pues estaba pensando cambiar su Yamaha Bulldog 1100 por algo más versátil con la que poder hacer algo de off. Yo había probado la Macbor hacía tiempo y las sensaciones que me dejó fueron realmente buenas.

Sin embargo, la Crom Ride iba a ser la mejor manera de ponerla a prueba; si aguantaba hasta el final sin flaquezas y me permitía disfrutar del recorrido no dudaría en recomendarla a quien me preguntase por ella.

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Listos para la acción

Yo, por suerte o por desgracia, aunque en los tiempos que corren creo que es más lo primero que lo segundo, soy de esas personas que siempre tiene cien historias en marcha y al que no le sobra mucho tiempo; sirva esto de excusa para confesar que no pude mirarme, ni por encima, los tracks que te envía la organización la misma semana de la prueba. Afortunadamente, un buen amigo me ofreció un GPS con la ruta ya grabada, por desgracia solo teníamos la posibilidad de vernos el viernes por la noche, víspera de la prueba, y no era seguro que coincidiésemos.

Ese viernes, cuando llegué a Fontajau, Pabellón Municipal de deportes de Girona, punto de encuentro y centro neurálgico de la Crom Ride, salida y meta, empecé a saludar a los conocidos, que no son pocos en un evento de esta envergadura -este año ha contado con más de 750 participantes. Entre todos ellos me encontré con Jordi Piñol, un colega que se conoce los pirineos como el pasillo de su casa. Él iba con un grupo haciendo de guía durante el recorrido y me ofreció unirme a ellos; por supuesto, no lo dudé un solo momento.

Así que ya podía irme al hotel a descansar con la tranquilidad de saber que podría seguir a un tío que, primero, se conocía la ruta como si la hubiese parido él y, segundo, lo conozco bien y sabía que su ritmo iba a ser el que a mí me gusta, rapidete pero con seguridad. Pues ala, a llenar el depósito a tope, a cenar y a dormir, que mañana dicen que va a ser durillo con el calor que se prevé.

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Salida a las 8:10 AM

Por mi dorsal tenía que salir a otra hora pero, como me había “apuntado” al grupo de Jordi, al final salía a las 8:10 AM. Quedamos media hora antes en su hotel y todo el grupo nos dirigimos juntos a Fontjau. Una vez allí esperamos a la hora prevista y nos colocamos en la línea de partida. Cinco minutos de cola y ya: “¡Disfrutad, chicos!”, nos gritó Eli, la encargada de darnos el banderazo de salida, “que empieza la diversión”.

El día antes ya había podido constatar que la posición de conducción sobre la Montana era muy cómoda, lo mismo que el asiento, que no me pasó factura durante los 100 kilómetros que separan mi casa de Girona. Así que durante los primeros kilómetros nada me llamó la atención. El tablier lo tenía bien estudiado, con el parcial acabado de resetear, y con un elemento que en su día, la primera vez que probé la Montana, no entendí demasiado: el indicador de altitud.

Esta vez sí le vi la utilidad, o al menos sí entendí que podía ser una información interesante de conocer. Teníamos que subir y bajar muchos puertos y este indicador me haría más entretenido el recorrido. Tengo que decir que me pareció bastante preciso, pues en algunos puertos, cuando los coronas, te señalan la altitud del mismo, y la discrepancia era mínima.

Solo tardamos unos pocos kilómetros, no más de 10, en tomar un desvío hacia la derecha para dejar atrás la transitada carretera principal que nos alejaba de Girona y encarar una de esas comarcales estrechita en la que no hay una sola recta, curva tras curva. “Perfecto”, me dije.

Jordi tiraba del grupo imprimiendo un buen ritmo a pesar del tráfico de motos que se acumulaba en este primer tramo. Una de las cosas que me preocupaba era que la potencia de la Montana, 47,6 CV, no fuese suficiente para imprimir un ritmo que no molestase al resto de participantes.

Sabía que por el peso de la moto, 178 kg en seco, el paso por curva no iba a ser un problema, pero me sorprendió el hecho de que el bicilíndrico de esta A2 me permitiese mantener el ritmo que a mí me gusta, que no es lento precisamente.

La Crom es una de esas rutas mototurísticas que me gusta por varios motivos, pero uno de los que más me anima a participar es que la gente que asiste es motorista de verdad, auténticos compañeros de carretera. Si llegas desde atrás a alguien que va más tranquilo y te ve por el retrovisor no duda en ceder el paso apartándose e indicándote con la mano que tienes permiso para adelantarle. En esos casos también la moto respondía. Es cierto que esta maniobra resulta más sencilla cuando vas con más de 100 CV entre las piernas, pero no se portaba mal la Montana.

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A prueba

Esos kilómetros iniciales que nos iban a llevar hasta el primer punto de sellado, situado en Port de la Selva, sirvieron para comprobar que el motor respondía con solvencia. Es cierto que cuando aprietas el ritmo parece que vaya forzado, y es que para exprimirlo lo tienes que llevar por encima de las 7.000 vueltas. Pero rápidamente te acostumbras al sonido estridente que hace a altas vueltas y lo asumes como normal.

En este punto resulta de gran ayuda el indicador de marcha engranada, sobre todo en este tipo de carreteras tan reviradas. Y es que hay mucha diferencia entre hacer una curva en segunda o en tercera, a la hora de abrir gas necesitas revoluciones para que la moto tire y te ayuda mucho tener claro que has bajado las marchas hasta la que toca, sin tener que estar contando.

Cuando recogí la Montana en el concesionario de Motos Bordoy, el encargado, Cristian, me dijo: “Esta moto va perfecta cuando la llevas entre las 5.000 y las 7.500 rpm.” En ese momento me pareció mucho régimen para un bicilíndrico de 472 c.c.; me parecía recordar que en la parte baja también tenía un buen “punch”. Sin embargo, le tengo que dar la razón a Cristian.

Es verdad que la moto funciona por debajo de esas cifras, pero solo si quieres ir muy tranquilo, porque si retuerces el puño del gas a 3.000 o 4.000 rpm la respuesta es más bien perezosa. Le cuesta subir de vueltas y no entrega su potencia máxima hasta las 8.500 vueltas, así que te toca esperar a que llegue a ese régimen o bajar un par de marchas.

En cambio, cuando la llevas alta de régimen la moto responde, brinda potencia y te permite acelerar hasta alcanzar velocidades prohibidas con bastante soltura. En carreteras reviradas es más efectiva que otras más potentes y pesadas. En las frenadas les comes el terreno que te sacan las "gordas" saliendo de las curvas; en este caso compensa muy bien las modestas prestaciones con el buen hacer de su parte ciclo, permitiéndole seguir la estela de cualquier otra moto por potente que sea.

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Curvas y más curvas

Tras el primer sellado en Selva de Mar tomamos rumbo a los pirineos. No tardamos en encontrar carreteras despejadas, ocupadas solo por las motos de la Crom, y con buen asfalto. En un tramo de carretera ancha y con curvas de radio amplio volví a prestar atención al comportamiento de la parte ciclo. El conjunto chasis y suspensiones, unas KYB multiajustables, hacen de la montana una moto muy estable y precisa. Los pasos por curva son rapidísimos, se nota muy ligera y manejable, transmite mucha confianza.

Los neumáticos, unos Metzeler Tourance, también tienen parte del mérito en que las sensaciones sean tan buenas. En ningún momento notamos ni un solo extraño, ni en las frenadas ni saliendo de la curva. Es verdad que el asfalto no podía estar en mejor estado y con mejor temperatura, pero una cosa no quita la otra. Además, en un momento dado, cuando cruzamos la frontera francesa, la temperatura había descendido casi drásticamente y la carretera transcurría entre grandes arboledas que daban sombra al asfalto, aun así, el nivel de confianza era total y eso te permitía relajarte y disfrutar de la ruta.

Llegamos a Camprodon, segundo punto de sellado, justo a la hora prevista por nuestro road leader, así que paramos a descansar en una de las terrazas de la plaza del ayuntamiento. No estuvimos más de 15 minutos, no se puede perder mucho tiempo o si no el final de la ruta se te puede hacer muuuuuy largo.

De nuevo sobre las motos, esta vez dirección a Alp, el tercer waypoint de esta Crom Ride. Con algo de tráfico empezamos a rodar más lentos detrás de algunos coches, adelantando con seguridad cuando se podía y entendiendo la Montana desde otro punto de vista.

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Es cómoda

No solo por la postura, que ya lo sabía, por eso quería una trail para esta aventura, también por el asiento, que permite estar horas sentado sin notar fatiga. Algunas veces, cuando cruzábamos algún pueblo, me ponía de pie sobre las estriberas, pero solo para estirar las piernas. Y eso que no llevaba pantalón de cordura, que acostumbran a estar reforzados en el culo. Escogí unos tejanos Alpinestars con protecciones, que a la postre me pareció un acierto, no pase ni frío ni calor y encima me parecieron más cómodos y prácticos.

También quería destacar la protección aerodinámica. La pantalla estaba en la más alta de las dos posiciones posible (se tienen que usar herramientas para moverla) y en el manillar monta unos paramanos de serie que protegen mucho del viento o, en caso de hacer off road, de las piedras de los de delante. Este conjunto, sumado a que el depósito levanta bastante delante nuestro, te mantiene completamente a cubierto. Incluso las piernas encuentran buen resguardo tras los paneles laterales que salen del depósito.

La verdad es que la planta de la moto es imponente. En general, todas las trail A2 de nueva generación tienen una apariencia de maxitrail. Si además le pones las maletas laterales y el top case (son opcionales en la Macbor), entonces no hay nadie que adivine la cilindrada de la moto a simple vista. Me gusta especialmente la Montana con la combinación tricolor que se ve en las fotos.

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Vuelve la acción

Cuando llegamos a Alp, tercer punto de sellado, tocaba repostaje, llevábamos 330 km. En el ordenador de a bordo me marcaba un consumo de 4,6 l/100 km y todavía me quedaba gasolina para continuar, pero era conveniente llenar todos a la vez para no tener que estar parando. La verdad es que el consumo me sorprendió positivamente. 4,6 litros está muy bien teniendo en cuenta que habíamos estado llevando el motor muy alto de vueltas durante muchos kilómetros.

Un inciso sobre el tema del consumo. Esa cifra, los 4,6 litros a los 100 km, se mantuvo hasta el final de la prueba y, como al terminar todavía me quedaba una tirada de 100 kilómetros por autopista, quise hacerle un consumo también de vuelta a casa y reinicié el parcial. Circulando la mayor parte del tiempo a una velocidad de unos 120 km/h, el ordenador de a bordo marcó 4,4 litros al llegar a casa.

Volvamos a la Crom. Con el depósito lleno volvimos adentrarnos en las montañas por carreteras estrechas y poco transitadas. El ritmo del grupo era bueno teniendo en cuanta que la carretera no permitía correr porque había mucha curva ciega, pero el paisaje merecía ser disfrutado. Cada vez más altitud y menos temperatura; el altímetro del cuadro de mandos llegó a marcar más de 1.700 metros sobre el nivel del mar.

Se acercaba la hora de comer y pararíamos antes de llegar al cuarto punto de sellado, Ripoll. El cansancio todavía no había hecho mella en ninguno de nosotros pero sabíamos que después de comer nos iba a costar levantarnos de la mesa. Paramos en un camping que conocía Jordi en el que no hubiese entrado jamás, no tenían ni cartel en la carretera. Comimos como se come en casi cualquier pueblecito de los Pirineos: ¡demasiado! Todo buenísimo y abundante.

Con el estómago lleno parece que la moto corre menos, pero en realidad eres tu el que no quieres que corra. Había bastante moto y nos dedicamos a seguir a otro grupo que marcaba un buen ritmo. Íbamos con algo de retraso sobre el tiempo previsto pero calculábamos llegar a Girona sobre las 19h, y era una buena hora.

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El tramo final

Llegamos a Ripoll a remolque del otro grupo y sellamos por cuarta vez nuestro control de paso. No paramos ni un minuto más de lo necesario. Salimos dirección al cuarto y último punto de sellado en ruta, Sant Hilari, y lo hacíamos tomando de nuevo carreteras estrechas, en sombra y con muy poco tráfico.

El ritmo era alegre, “ma non troppo”. Quise poner a prueba los frenos en una carretera tan revirada, así que tiré un rato delante del grupo para poder retrasar mucho las frenadas y hacerlas más contundentes. Podía ir rápido y parar la moto sin dificultades utilizando solo el freno delantero. Hice bastantes kilómetros y, aunque se volvió un poco más esponjoso el tacto de la leva, en ningún momento le faltó potencia.

Cuando llegamos a Sant Hilari para que nos pusiesen el penúltimo sello, todavía quedaba el de meta, el cansancio físico ya empezaba a hacer efecto, teníamos ganas de llegar. Salimos dirección Girona y de nuevo curvas y más curvas. Es curioso, pero sobre la moto y con esas carreteras hay momentos en los que olvidas que llevas ya 500 kilómetros a cuestas.

Hicimos un tramo espectacular, con curvas muy cerradas y frenadas fuertes y muy seguidas. Con la Montana ese tramo se hacía entre 2ª y 3ª velocidad, con algún guiño a la 4ª. Quise ver si se podía hacer todo en 3ª y, vuelvo a lo que he dicho anteriormente, le faltan bajos cuando aceleras en las salidas de curva si la aguja del cuentarrevoluciones está por debajo de las 5.000 vueltas. La solución es bajar marcha antes de entrar en la curva, porque además retiene bastante y te ayuda a frenar.

Cuando circulábamos por las carreteras cercanas a Girona estaba cansado, eran ya casi las 20h, una hora más tarde de lo previsto. Sin embargo, y aunque tenía ganas de terminar, entre otras cosas porque me quedaban 100 kilómetros más de autopista hasta casa, no pude evitar una cierta mueca de tristeza en mi cara cuando cruzaba la línea de meta: la aventura había terminado. Abrazos y felicitaciones entre nosotros cuando bajamos de la moto y, por fin, el último sello de esta aventura de más de 600 km sobre una Macbor Montana XR5 lucía ya en mi pasaporte Crom Rider 2021.

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Ficha técnica Macbor Montana XR5

Motor tipo: 2 cil. paralelos 4T LC DOHC 8V
Diámetro x carrera: 67 x 66,8 mm x2
Cilindrada: 471 c.c.
Potencia máxima: 46,94 CV (35 kW) a 8.500 rpm
Par motor máximo: 4,38 kgm (43 Nm) a 7.500 rpm
Compresión: 10,0:1
Alimentación: Inyección electrónica Bosch
Emisiones de CO2: N.d.
Cambio: De seis relaciones
Embrague: Multidisco en baño de aceite, por cable
Transmisión secundaria: Por cadena AFAM de retenes
Tipo chasis: Doble viga en tubo de acero Q345 de sección rectangular
Geometría de dirección: N.d.
Basculante: Doble brazo en aluminio, tubo de sección rectangular
Suspensión delantera: Horquilla invertida KYB 41/195 mm, ajustable en precarga, compresión y extensión.
Suspensión posterior: Monoamortiguador KYB con depósito separado y sistema de bieletas, recorrido de 210 mm y ajustable en precarga, compresión y extensión.
Freno delantero: Doble disco de 298 mm, pinza Nissin de 2 pistones, ABS desconectable
Freno trasero: Disco 240 mm, pinza de simple pistón, ABS desconectable
Neumáticos: 110/80 x 19" y 150/70 x 17"
Largo total: 2.200 mm
Altura máxima: 1.400 mm
Anchura máxima: 935 mm
Distancia entre ejes: 1.479 mm
Altura asiento: 840 mm (opcional 820 mm)
Peso en vacío: 178 kg
Depósito: 20 litros
Consumo medio: 4,3 l/100 km
Autonomía teórica: 465 km
Precio: 6.499 euros
Garantía oficial: 2 años
Importador: Motos Bordoy S.A.
Contacto: 93 588 11 33
Web: www.macbor.com

Ruta Crom Ride 2021 al detalle

TRAMO 1

Fontjau (Girona) – Port de la Seva

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Hora de salida: 8:10 AM

Hora de Llegada: 10:05 AM

Distancia recorrida: 111,2 Km

Distancia acumulada: 111,2 Km

Consumo medio: 4,6 l / 100 Km

TRAMO 2

Port de la Seva - Camprodón

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Hora de salida: 10:09 AM

Hora de Llegada: 12:14 PM

Distancia recorrida: 129,8 Km

Distancia acumulada: 241 Km

Consumo medio: 4,6 l / 100 Km

TRAMO 3

Camprodón – Alp (con desayuno)

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Hora de salida: 12:58 PM

Hora de Llegada: 13:53 PM

Distancia recorrida: 88,2 Km

Distancia acumulada: 329,2 Km

Consumo medio: 4,6 l / 100 Km

TRAMO 4

Alp – Ripoll (con repostaje y comida)

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Hora de salida: 14:32 PM

Hora de Llegada: 17:16 PM

Distancia recorrida: 70,8 Km

Distancia acumulada: 400 Km

Consumo medio: 4,6 l / 100 Km

TRAMO 5

Ripoll – Sant Hilari

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Hora de salida: 17:25 PM

Hora de Llegada: 19:06 PM

Distancia recorrida: 112,9 Km

Distancia acumulada: 512,9 Km

Consumo medio: 4,6 l / 100 Km

TRAMO 6

Sant Hilari - Fontjau (Girona)

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Hora de salida: 19:15 PM

Hora de Llegada: 20:07 PM

Distancia recorrida: 68,9 Km

Distancia acumulada: 581,8 Km

Consumo medio: 4,6 l / 100 Km

Recorrido total Crom Ride 2021

Salida y llegada: Fontjau (Girona)

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Hora de salida: 8:10 AM

Hora de llegada: 20:07 PM

Distancia total: 582 km

Parada desayuno: 35 mins

Parada repostaje: 15 mins

Parada comida: 1h 40 mins

Consumo medio: 4,6 l / 100 Km

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