Los cojines, berlineses, de Colau, suma y sigue de despropósitos

Los cojines, berlineses, de Colau, suma y sigue de despropósitos

Desde hace unos meses en la Ciudad Condal disfrutamos de los cojines, berlineses, de Colau, otra vuelta de tuerca más para los moteros barceloneses...

Como el acné juvenil y con su misma virulencia, en la negra piel de la Ciudad Condal han crecido –y siguen apareciendo– unos incómodos y antiestéticos bultos.

Nacen de manera inesperada y por doquier, y te los encuentras donde menos te lo imaginas.

En una calle donde no los había, ¡tachán!, de repente aparece uno de estos bultos, sin avisar, sin ninguna clase de advertencia, y en los lugares más incómodos.

Provocan el mismo efecto en los motoristas que ese grano que te acaba de salir en la punta de la nariz…

Es incómodo, antiestético, pero a diferencia de ese acné de la piel, el acné del asfalto de Barcelona, además, es peligroso y provoca accidentes entre los vehículos de dos ruedas –aunque digan que los evita…–.

Sí, hablamos de ese objeto geométrico en forma de pirámide truncada chata, fabricado en goma y anclado en medio del asfalto de una calle, y normalmente de color negro, con lo cual es inesperado e invisible…

Es un reductor de velocidad que se nos antoja un auténtico obstáculo para las motos, uno más con los que el consistorio barcelonés nos obsequia…

Los cojines, berlineses, de Colau son equiparables en impacto a los huevos de Porcioles de finales de los sesenta, salvando las distancias, algo que quedará en el imaginario popular.

Evitaré cualquier juego de palabras que se os ocurra con los cojines de Colau, pero está claro que hay que eliminarlos, por el bien de la moto.

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