Llega una nueva muscle bike: Victory Judge

Eternamente agradecido. No se puede decir otra cosa. Que te inviten a pasearte por los Alpes franceses en moto no sucede todos los días, y los que asistimos a la presentación de la Victory Judge éramos conscientes de ello. La cara de satisfacción al final de la jornada lo decía todo: por el clima, por los paisajes, espectaculares, y por la moto, muy divertida. Yo no escuché ninguna queja, reproche o posible mejora por parte de nadie, y éramos unos cuantos.

Tan contentos acabamos, que alguno incluso se prometió volver para recorrer la zona con más tiempo. En moto, claro; ¿dónde está la gracia, si no? Al llegar al hotel el día anterior nos dijeron que al grupo que nos precedió le había nevado en lo alto de la montaña -hicimos las fotos a 1.500 metros de altura-, y a nosotros, nada más instalarnos en Annecy, nos llovió nieve. Tal cual. Muy extraño, sí.

Por suerte, la mañana de la prueba amaneció totalmente despejada y pudimos disfrutar de las carreteras y del paisaje. Y de la moto, repito.

Juez y parte

La Judge impresiona. Impresiona por muchas cosas, pero sobre todo llama la atención por lo compacta que es, teniendo en cuenta el resto de los modelos del catálogo de Victory. “El perfil que buscamos es el de gente que venga de una moto naked o deportiva”, nos decían desde la marca. Pues han dado en el clavo, la verdad; porque la Judge es un cruiser, sí, pero su comportamiento tiene poco que envidiar al de una naked. Y las prestaciones de su motor no son las de una deportiva, pero poco le falta.

Sorprende también, además, por lo cómoda que es. Buena parte de la razón la encontramos en su asiento, con una forma curvada que posibilita ese respaldo lumbar que tanto agradecimos durante la ruta por los Alpes; porque es que casi vamos apoyados en él, muy relajados y cómodos.

La única pega que le hallé a su posición de conducción es que el manillar me pareció un poco alejado del tronco, y me hacía estirar los brazos. Debió de ser cosa mía, estoy seguro, de mi talla, porque no encontré apoyo entre ninguno de los presentes. Y repito, éramos unos cuantos. Una cosa sí he de decir: cuando me subí a la Judge con el manillar diseñado por Cory Ness, más cerca del cuerpo, vi la luz porque la moto me pareció todavía mucho más cómoda, más manejable en parado y bastante más ágil y dinámica en marcha. Si estás interesado en una y rondas los 1,75 metros, como yo, contempla seriamente la posibilidad de este manillar porque a uno de tu talla le gustó mucho.

En V, siempre

Otro de los secretos de la Victory Judge, y que contribuye en gran medida a que sea tan compacta y manejable, es la medida de sus llantas. Delante y detrás monta neumáticos de 16 pulgadas, con una sección delante de 130 mm y de 140 mm detrás. Un neumático tan estrecho en el tren delantero la hace muy rápida de movimientos, casi tan intuitiva como una naked, público al que Victory ha lanzado el envite con la Judge.

Con un centro de gravedad, además, así de bajo, amén de unas suspensiones que trabajan con fiabilidad, que se muestran firmes, el nuevo modelo de Victory se muestra sorprendentemente estable. Aplomada, ágil, fácil de llevar en curvas y de rectificar trazadas si se diera el caso, sólo le faltaban prestaciones. Y si a la Judge le falta algo, no son precisamente prestaciones.

El motor es el de todas las Victory, ya conocido. Un dos en V a 50º, con casi 100 CV de potencia y, aquí viene lo bueno, más de 15 kgm de par motor. La Judge pesa 300 kilogramos, pero eso es lo de menos, su motor puede con todo y más. El empuje es total, impresionante, desde bajas vueltas hasta la zona media-alta del tacómetro digital que incorpora en su único reloj. Y este bicilíndrico es suave, muy suave, como el de todas las Victory.

Inspiración americana

La lista de accesorios para la Victory Judge es considerable, donde encontramos el manillar del que hemos hablado antes, diferentes colas de escape e incluso hasta alforjas laterales.

Lo que cuenta, además de esto, es el diseño de la Judge, que ha sido inspirado en los muscle cars americanos. Por eso su faro es de pequeñas dimensiones, tan deportivo, dejando a la vista la robusta horquilla con barras de 43 milímetros de diámetro. Por eso, también, su manillar es plano, su asiento es bajo y su piloto trasero es de leds; para imprimirle ese carácter deportivo que al final ha obtenido.

La Victory Judge ya está a la venta. Se ofrece en tres colores diferentes: un llamativo naranja mate, y en rojo, por un lado, y en negro metalizados.

El precio de este modelo es de 14.900 euros, la misma cantidad que pide Victory por la Vegas, por la Vegas High-Ball o por la Hammer S. Es decir, un precio moderado para hacer de la Victory Judge, como de las otras citadas, una moto de iniciación a la marca. A nadie defraudará, estamos seguros, porque es una cruiser de carácter muy deportivo, cercano al de una naked, como ya hemos dicho, y eso era precisamente lo que buscaba Victory con ella. Como la pruebes, estás perdido.

Presentación publicada en la revista SoloMoto número 1877

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