Que al Gobierno no le gustan las motos y le preocupa poco lo que queda de industria de la moto en España hace tiempo que viene quedando claro con decisiones como la de excluir a los vehículos de dos ruedas de todos los planes de estímulo al sector de la automoción.
Hasta ahora, sin embargo, el pequeño sector de las motos eléctricas se había resistido a los caprichos del Gobierno como la pequeña aldea gala de Asterix frente a los romanos. Pero no era más que un cuento, una falacia, y el menosprecio de la administración a todo lo que se mueve sobre dos ruedas se ha impuesto finalmente.
Las esperadas subvenciones para la compra de vehículos eléctricos por fin han llegado, con mucho retraso, este 26 de abril. Las ha aprobado el Consejo de Ministros, que por sorpresa se ha cargado a una parte de los vehículos que venían siendo subvencionados. Sólo podrán beneficiarse de las mismas cuadriciclos, turismo, furgones, furgonetas y autocares, pero no motocicletas ni ciclomotores, según la información publicada este viernes por La Moncloa.
¿Por qué? ¿No son eléctricos también? ¿No contaminan tan poco como sus homólogos de cuatro ruedas? ¿No tienen también un sobreprecio respecto a sus hermanos con motor de combustión? ¿No ayudan a limpiar y descongestionar nuestras ciudades? Pues sí, tienen todas estas virtudes, pero un gran defecto: tienen cuatro ruedas.
Y la única explicación que se me ocurre para justificar su exclusión del plan de estímulo al vehículo eléctrico son las palabras de la Directora General de la DGT, María Seguí, durante la sesión final de trabajo del proyecto europeo SmartRRS, celebrado en las instalaciones de IDIADA el 14 de marzo de 2012. Si bien es cierto que las subvenciones dependen del Ministerio de Industria, no del de Interior para el que trabaja Seguí, la decisión de excluir la moto del plan de apoyo a la movilidad eléctrica sólo puede responder a aquel “no promocionaré de ninguna manera el uso de un vehículo peligroso como la moto”.