Laia Sanz no es una mujer que corre el Dakar

Hace mucho ya que Laia Sanz dejó de sorprendernos y últimamente lo que hace es confirmar lo que ya muchos pensábamos de ella: que es toda una piloto, sin tener en cuenta su condición de mujer. Simplemente -o maravillosamente-, combina un talento innato para ir en moto con una tremenda capacidad de esfuerzo y superación.

Dejando de lado sus incontables títulos, sea en el campo del trial, enduro o raids, Laia ha demostrado que es capaz de batir a pilotos consagrados en la carrera más dura del mundo, allí donde parece que el físico de un hombre debería marcar las diferencias. Pero de nuevo la piloto de KTM está ahí para romper tópicos, estadísticas y lo que haga falta. De hecho, la de Corbera de Llobregat siempre ha defendido que una de las características diferenciales del Dakar es y debe seguir siendo su extrema dureza. Ella es un piloto más y el exigente rally no entiende de diferencias de género.

Tan solo su integridad y su particular manera de entender la competición han impedido que, tanto el año pasado como este último, haya podido mejorar sus ya de por sí excelentes resultados en el Dakar. Laia no duda en detenerse si encuentra algún accidentado, atenderle y esperar junto a él todo el tiempo que haga falta hasta que lleguen las asistencias sanitarias, como sucedió el pasado año, aunque luego no le compensen todo el tiempo perdido.

En este último, el hecho de confiar en la palabra de un compañero -que le dijo que se había saltado dos controles, cosa que no era cierta- la hizo perder varias posiciones. Laia Sanz es una piloto de los de antes, de los que tenían el respeto, la deportividad, el esfuerzo y el ‘fair play’ como normas de cabecera.

Y que quede claro de una vez que es una excelente piloto: de trial, raids y enduro. ¡Ah! y también de coches, sobre tierra o en asfalto. No es una mujer que corre el Dakar.

Que Laia sea mujer es solo una cualidad más.

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