La duda razonable

Hasta no hace mucho tiempo, el término scooter era sinónimo de vehículo de dos ruedas utilitario, cómodo, práctico, económico, e incluso hasta alguno llevaba rueda de recambio, y todavía lo sigue siendo. Sin embargo, el paso de los años ha traído consigo la evolución de la especie. Dentro de esta cadena evolutiva, el Yamaha XP 500 Tmax marcó un antes y un después en el segmento cuando fue presentado en 2001. Todavía me acuerdo de las primeras sensaciones que nos transmitió aquel scooter un frío mes de febrero en Italia. Me quedaron marcados a fuego la estabilidad, la capacidad de inclinación y el poder ir por autopista a 160 km/h, y más, sentados a lomos de un scooter. Una nueva especie había irrumpido en el segmento de las dos ruedas.

Y aquí estamos, unos años después, con la tercera generación del Tmax a un lado y la Honda CB 600 F al otro, como representante del segmento con más pujanza. La aparición del Tmax hizo dudar a muchos usuarios entre una moto y un scooter. A muchos los convenció, a razón de unos 3.000 al año en España (en Italia es una locura), y a otros no. Veamos por qué. Y os adelantamos que en alguna ocasión se van a cambiar los papeles.

Si se tratara de dos motos o dos scooters de la misma categoría casi lo tendríamos chupado. No obstante, comparar dos vehículos tan distintos no llega a ser tan fácil como pueda parecer en un principio. Ni nos podemos quedar con la ficha de prestaciones ni en un concepto en particular. Simplemente vamos a ir paso a paso para llegar más allá de la duda razonable.

Atractivo/a

La estética no nos va a ayudar mucho. Por qué. Pues porque cada una en su segmento es de lo mejorcito que hay. Ahora bien, si en este caso ya empiezas a tener afinidades con uno o con la otra, fíjate bien, porque además de ser un punto de partida puede esconder también algún mensaje subliminal.

Guía del comprador

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