En 1978, BMW comenzó a trabajar en un nuevo proyecto de moto futurista, que incluiría los últimos avances en materiales, electrónica, mecánica y seguridad, y que debería ser potente pero con un bajo consumo. Al proyecto se le denominó BMW Futuro. El trabajo recayó en los hermanos Buchmann, más habituados a trabajar con Porsche, Mercedes y otras marcas automovilísticas. Se ideó una moto basada, cómo no, en un motor boxer de 785 cc procedente de una R80 refrigerado por aire –curiosa mezcla de modernidad y clasicismo–. A este motor se le instaló una inyección electrónica Bosch L-Jetronic y un turbo KKK, que elevaron la potencia de los 50 hasta los 75 CV, un 50 % más. Se concibió un nuevo chasis monocasco unido a una estructura multitubular para el basculante, subchasis y la suspensión posterior Cantilever, que permitió crear un boxer muy bajo, con 744 mm de altura de asiento. El peso de la Futuro fue de 180 kg, 30 kilos menos que una R 100 RS de la época.
Para mejorar el confort y la seguridad se fabricó un gran carenado integral de líneas parecidas al de la R 100 RS, que envolvía totalmente a moto y piloto, fabricado en kevlar; que mejoraba mucho la aerodinámica y resistente en caso de accidentes y salvaguardaba al piloto. Equipaba un sistema de frenos de Brembo ya dotado de frenada integral, un faro H4 –novedad total en la época–, una radio digital Blaupunkt Delta y una instrumentación 100 % digital, con unas pequeñas pantallas LCD monocromas. Para mejorar el coeficiente aerodinámico, además del carenado envolvente, dotado de un colín enorme, se le montaron unas llantas lenticulares. La moto fue mostrada en el IFMA de Colonia de 1980, pero se abandonó su desarrollo en favor de las nuevas K de cuatro cilindros, que verían la luz tres años más tarde.