KTM Freeride E-SM: ¡Enchufados!

KTM Freeride E-SM: ¡Enchufados!

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El equipo naranja de KTM nos preparó en Barcelona una presentación divertida, intensa y con escenarios muy diferentes en los que poder descubrir las posi­bilidades de sus motos eléctricas ahora en versión de enduro y supermotard.

Vaya por delante lo que todo el mundo se pregunta... ¿Qué autonomía tienen?, pues la verdad es que, controlando mucho el puño de gas, se puede rodar una hora y diez minutos. Si por el contrario vas a fondo, en menos de media hora te quedas sin carga. Para recargarla al 100 % se necesita una hora, unos 50 minutos para el 80 %. Esta es la realidad a día de hoy y no hay por qué negarla. Una realidad que comparte con la mayoría de las motos de estas características y que a buen seguro en el futuro cambiará. 

Más allá de la limitada autonomía de este tipo de motos eléctricas, personalmente creo que tienen y tendrán su espacio como vehículo de ocio. Me explico. Dicen que las motos eléctricas son el futuro. Yo creo que son una opción de futuro. Algunos consideran que es un sueño, pero os garantizo que son una realidad.

Ambas versiones de KTM son extraordinariamente divertidas, fáciles de usar, con sensación de potencia, limpias, silenciosas. Equipan buenas suspensiones y frenos, son manejables y tanto la versión supermotard en escenarios urbanos o carreteras de curvas como la enduro (E-XC) en off-road transmiten muy buenas sensaciones.

Creo que tal y como está el mundo de la moto y por cómo se desarrollarán los acontecimientos en los próximos tiempos, la moto eléctrica será una buena opción en un nuevo escenario. Imagína­te un circuito de supermotard al que llegas en automóvil o scooter con motor de explosión, donde alquilas una moto eléctrica. Te pasas un rato realmente divertido (te lo aseguro) y te vuelves a casa. 

O en el caso de la versión de enduro, en lugar de desplazarte a un circuito permanente te vas a una pista de off-road diseñada a medida para una moto como la E-XC y practicas tu deporte favorito. Una buena ducha y a casa. Esta es mi forma de entender el futuro más o me­nos próximo de las motos eléctricas como alterna­tiva de ocio. Olvídate del remolque, coche, plaza de aparcamiento, seguros o ensuciarte las manos. Simplemente... ¡enchúfate!

Las motos eléctricas de KTM están completa­mente integradas en su gama de producto y se ha tomado como base la Freeride para sacar al mer­cado una supermotard y una versión de enduro que comparten la misma plataforma. Con el propulsor de la pionera Freeride E, se consiguen una poten­cia de 22 CV y unos valores de par sorprendentes: 42 Nm disponibles en prácticamente toda la gama de utilización.

El motor eléctrico autoportante es de refrigera­ción líquida, no tiene caja de cambios, ni marchas, ni embrague y trabaja con un rotor de imán per­manente. El conjunto de la transmisión lo forman tres engranajes. La batería firmada por Samsung es de generosas dimensiones y va colocada en el lugar donde se situaría el inexistente depósito de combustible si fuera una moto convencional, pesa 28 kilos y es el componente más costoso de todo el conjunto, pues cuesta 3.000 €.

Dispone de tres modos de conducción, a los que se accede a través de un pulsador, pero no se pue­de accionar en marcha, lo que sin duda agilizaría mucho la operación. En este tipo de vehículos es vital si tenemos en cuenta que en el Modo 1 (eco­nómico) el consumo es menor. El nivel de carga es muy visible y no hay que sacarle el ojo de encima, pues es innegable que si algo tienen en contra en este momento este tipo de motos limpias, silen­ciosas, divertidas y ecológicas, es su autonomía.

Ambos modelos usa las misma base de chasis, motor, parte ciclo, carrocería, grupo lumínico e instrumentación. El chasis es mixto, con tubos de acero al cromomolibdeno y pletinas de fundición de aluminio con la silleta en plástico inyectado y basculante de aluminio. Lógicamente el conjunto de suspensiones está firmado por WP con una horqui­lla sencilla pero regulable con barras de 35 mm y un monoamortiguador PDS también regulable. Los frenos están compuestos por un disco lobulado con pinza de cuatro pistones delante y bomba Formu­la tanto delante como detrás. La verdad es que el tema de la frenada es algo que realmente sorpren­de, pues ambos se controlan desde el manillar, no hay freno de pie y con la mano izquierda se acciona el freno trasero y con la derecha el delantero.

Donde sí aprecian diferencia entre el modelo de supermotard y el de enduro es en las llantas, puesto que en la SM son de 17”, mientras que en la endurera son de 18”. La primera equipa unos neumáticos Pirelli Rosso II (100/80 y 130/70). La gente de KTM nos preparó una presentación completa y original en Barcelona para poder hacer varias sesiones de fotos en diferentes ambientes y cono­cer las reacciones de sus motos enchufadas. 

Empezamos con la SM en un recorrido urbano para dirigirnos a una zona cerrada, un skatepark. Realmente me sorprendió el hecho de estar pegando saltos en semejante escenario, pero lo cierto es que me sirvió para conocer las reacciones de la supermotard.

La primera sorpresa a la que te tienes que acos­tumbrar es al silencio. Lo segundo, su fulminante aceleración en la salida desde parado. Por ciudad sales de los semáforos como un misil y el gene­roso par motor siempre está muy presente. Entre coches es ágil, un poco alta de asiento y fácil de conducir. El modo económico es un poco más perezoso que los otros dos y, entre ellos (2 y 3), la verdad es que no hay una gran dife­rencia en cuanto a respuesta, aunque es li­geramente más agresivo el 3. Juguetear con la supermotard es divertido. Invita a hacer piruetas aun sin ser un experto. Se puede saltar, derrapar y en definitiva combinar su utilización como medio de transporte urbano, con un punto fun que se puede encontrar en recintos diseñados para este tipo de motos. Insisto en que creo que ese es su futuro.

Después de hacer malabarismos, en mi caso con más voluntad que acierto, fuimos hasta un circuito de cross al que llegamos tras subir por Vallvidrera y hacer la carretera de Santa Creu. Este tramo revi­rado es muy divertido y lo conozco como la palma de mi mano; lo he recorrido con muchísimas motos muy diferentes en los últimos, digamos... ¡casi cua­renta años! La moto resulta sorprendente por su extraordinaria relación peso-potencia y es diverti­da, pero hay que controlar el puño de gas porque, si vas a fondo, algo muy probable si tenemos en cuenta que difícilmente se alcanzan los 90 kilóme­tros por hora, su autonomía es limitadísima, apenas media hora de uso...

Tras una divertida y silenciosa excursión, llegamos a un circuito de motocross, donde el equipo naranja de KTM marcó un recorrido perfecto para descubrir las posibilidades de la moto de off-road: variado, con curvas de todo tipo, subidas y bajadas y, en definitiva, acertado para la E-XC, que se encuentra cómoda entre senderos. 

Una vez habituado al hecho de no llevar freno de pie, que en el caso de una moto de off-road requiere más tiempo, pues instintivamente buscas el pedal de freno para cruzar la moto de detrás y encararla, la E-XC se convierte en un juguete muy divertido. Tiene la potencia y aceleración suficientes como para encarar obstáculos de cierta dificultad y es tan estrechita y manejable, que te anima a hacer diabluras. Es decir que transmite la confianza nece­saria como para disfrutar sin la sensación de que la moto se pueda ir de las manos. Para los pilotos sin experiencia en off-road es una muy buena alternati­va. Y para los que saben de qué va esto del polvo y el barro, la diversión también está asegurada, aun­que a buen ritmo posiblemente se eche en falta una horquilla con más nivel y capacidad de absorción en una conducción un poco más salvaje...

Os aseguro que lo que ofrece esta E-XC es una muy buena alternativa en lo que a sensaciones se re­fiere. Tan cierto como que por el momento son motos costosas, puesto que al precio de la moto hay que añadir el precio del cargador (790€). Y tan cierto como que por el momento su autonomía es limitada.

Como fin de fiesta hicimos una sesión de fotos en Can Batlló, en el barrio de La Bordeta. Un enorme recinto industrial semiabandonado de 1880, que tuvo una intensa actividad con talleres y artesanos de todo tipo y pelaje, que ahora vive momentos di­fíciles y decadentes. La verdad es que rodar entre aquellos muros tan silenciosos con la Freeride SM fue una experiencia inolvidable...

Insisto en lo acertado de este tipo de motos como concepto y con posibilidades de formar parte como una alternativa de ocio del futuro. Tiempo al tiempo.

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