Kawasaki Z300/Z250SL: Vitamina Z

Hace unas semanas os presentábamos la Ninja 250SL, una pequeña deportiva que reproducía fielmente las líneas y el carác­ter de sus hermanas mayores, las Ninja de 636 y 1.000 cc. Pero también se inspiraba a la hora de aparecer en escena, lógicamente, en la Ninja 300, un modelo que no es sino un calco de una 636, pero con chasis tubular y motor bicilíndri­co y unas dimensiones ideales para aprender a familiarizarse con deportivas de cara a seguir ad­quiriendo modelos de la familia Ninja con el paso de los años. Pues bien, se diría que el nudismo está de moda… ambas mini-Ninja tienen ahora una feroz competencia dentro de su misma marca gracias a la llegada de estas dos bellísimas y bien acaba­das naked destinadas a iniciarse en el A2. Resulta curioso que, hasta la llegada en 2008 de la Nin­ja 250 a nuestro país, Kawasaki comercializaba únicamente modelos de carretera de cilindrada media-alta, con un marcadísimo acento deportivo. Ese carácter sigue existiendo en la mayoría de los modelos, claro está, pero la gama se ha ampliado con otros pensados para los usuarios más tranqui­los y, sobre todo, para el A2, con las pequeñas (en cilindrada, que no en comportamiento) 250 y 300, que ahora forman un amplio elenco de modelos de iniciación, la mayor del mercado. Todas las marcas japonesas tienen representación en el segmento A2 de baja cilindrada, pero es que aquí contamos hasta con seis modelos de 250-300 cc, mucha y muy buena oferta. Hermana mayor

  Hace unas temporadas pude acudir a la presen­tación mundial de la Ninja 300; allí constatamos que la sucesora de las Ninja 250 bicilíndricas ha­bía elevado el listón de la categoría por su tamaño, acabados y comportamiento. Es curioso, pero si la escondes entre una hilera de ZX-R 636, las Ninja de supersport, se camufla entre ellas como buena Ninja que es hasta ser difícil de reconocer. Pues bien, creo que lo mismo sucederá cuando alguien busque en un concesionario una Z300 en una fila de Z800: costará de diferenciar a simple vista. Una Z300 es la versión naked deportiva de una Ninja 300, claro está. Eso implica que su tamaño es aproximadamente el mismo, como también su posición de conducción y peso. Se siente y con­duce igual que la deportiva, pero la ausencia de semimanillares, a favor de un manillar de tubo que nos deja las manos en posición ideal para sentir confort de marcha y control total al tiempo, le sien­ta muy bien. Su motor, el de la Ninja 300, mantiene intactas sus bondades: es un bicilíndrico en línea con una capacidad enorme de estirada, pero con unos medios suficientes como para que no te recuerde constantemente a un 2T (me hago mayor, porque la gran mayoría de los usuarios interesados en este modelo no habrán llegado a tener un motor de 2T). Su inyección de doble mariposa, con cuerpos de 32 mm de diámetro, es muy precisa y ayuda a ese buen hacer en la gama media y alta del cuen­tavueltas. Buscando la zona roja consigue entregar unos 39 CV, que cunden mucho, muchísimo entre curvas.  Una sorpresa muy agradable para quienes empiecen a hacer sus pinitos en conducción sport es que dispone de embrague antirrebote, todo un lujo en la categoría solo compartido con su her­mana Ninja. Gracias a este elemento, aprender a bajar marchas al tiempo que frenas fuerte no será un problema. Para quienes no conozcan aún esos dispositivos, herencia directa de las carreras, se trata de mecanismos que liberan parte de la pre­sión ejercida entre los discos del embrague cuan­do nos pasamos reduciendo y frenando, de modo que se evitan, o al menos minimizan, los rebotes y bloqueos de la rueda trasera en una fase muy deli­cada. Una ayuda inestimable a la hora de aprender a controlar la moto en frenadas duras; maniobra que, por cierto, ya era una de las virtudes de la Ninja gracias a su generoso disco delantero de 290 mm y a un ABS opcional de excelente com­portamiento, muy rápido y permisivo. Si te planteas una Z o una Ninja, te lo recomendamos sin duda alguna. El motor y los frenos no lo son todo en la Z300, por supuesto. La carrocería es muy bonita y rezu­ma calidad por su encaje, con líneas muy agresivas presididas por las tapas laterales en forma de Z, y con un faro que está muy bien rematado al no dejar nada al aire; la máscara que lo cubre remata muy bien el conjunto. La parte ciclo no varía respecto de la Ninja, en la que destacaríamos que su amplia distancia entre ejes, sus neumáticos de generosa sección o sus 168 kg declarados con el depósito (¡17 litros!) lleno te podrían hacer pensar en que la moto no es demasiado ágil, pero nada más lejos de la realidad.  Es tan aplomada y estable en curvas con buen asfalto como recordamos a su herma­na carenada, pero el manillar le aporta un plus en control de dirección que la convierte en un modelo probablemente más eficaz aún en carreteras muy retorcidas. Quizá en ellas se le podría reprochar un desarrollo final algo abierto, porque difícilmente vamos a ir con ella a Alemania a buscar la veloci­dad punta, pero las cuatro primeras relaciones de cambio te permitirán aprender a empalmar mar­chas en aceleración sin salir de la zona buena, algo muy gratificante y que es parte de la base necesaria para pilotar con seguridad una moto de mayor potencia tras algún tiempo con la 300. O quizás no, quizás veas que esta matagigantes es suficiente para divertirte más de lo que imaginas, pero plenamente utilizable como moto de a diario, y no quieras desprenderte nunca de ella… ¿Con uno basta?

  Y si te bajas de la 300 pensando en agilidad y conducción alegre, puede que la pequeña Z250SL te rompa un poco los esquemas al pro­barla… Como norma general, todas las 250 4T monocilíndricas son muy compactas, tanto como la mayoría de las 125, y tiene su razón de ser: por un lado es absurdo lastrarlas con peso extra al envolverlas con voluminosas carrocerías, cuando al fin y al cabo su bastidor o sus componentes no precisan de excesos de metal para soportar tensiones de más. Y por otro, no hay que olvidar que se diseñan en la mayoría de los casos con el mercado asiático en mente, donde no solo se venden infinitamente mejor que aquí, sino que el tamaño es un inconveniente en ciudades con el tráfico permanentemente saturado.

Con estas premisas se diría que el aspecto de la Z250SL podría ser sencillo, pero nada más lejos de la realidad. Como ya nos sucedió al probar la Ninja 250, la más pequeña de las Z nos parece muy compacta y estrecha, pero proporcionada la mires por donde la mires, y muy bien acabada, tanto en cuanto a calidad de plásticos y componentes como en el guiado de cables y demás.

En ella te sientes mucho más acoplado que en la 300, claro está. No solamente hablamos de ta­maño: pesa unos 20 kg menos en vacío, y eso respecto a un modelo que ya se siente muy ligero cuando la aguantamos sin manos en los semáfo­ros… Si aquella nos parece la versión naked de una Moto2, esta sería claramente la versión street­fighter de una Moto3.

Pero nada de radicalismos en su manejo: los mandos son suaves, las suspensiones trabajan bastante equilibradas entre los dos trenes y la posición de conducción es muy confortable… siempre que no midas más de 1,70 m, eso sí. Por su parte, el motor tiene una carrera relativamente corta para ser un monocilíndrico, lo que, sin restar­le buen hacer en bajos, le proporciona una buena estirada.

Sus 28 CV a 9.700 rpm dan mucho juego con una moto que pesa menos de 150 kg con el tanque lleno, y al subir marchas cae de vueltas lo justo como para sentir que la aceleración es buena. Frena en un palmo de terreno si quieres, pero como siempre con modelos de tan poco peso y potencia justa, lo mejor es dejar correr la moto (siempre dentro de los lógicos márgenes de seguridad, claro está…) sin haber abusado de ellos al entrar en curva. Las ruedas, más estrechas (100/80 y 130/70 x 17”, por 110/70 y 140/70 x 17” en la Z300), ayudan a sentir esa facilidad para dejarla correr sin apenas transición entre frenada suave, trazada y salida; aprender a conducir con esa fluidez es un proceso muy gratificante, y la pe­queña 250 es un modelo que ayuda –y mucho– en ese sentido.

Al contrastar sensaciones con Judit, nuestra experta en pilotaje de modelos de peque­ña cilindrada, se lo pasó en grande con la pequeña 250, por lo que le recordaba en tamaño y peso a los modelos con los que ha competido en copas de promoción. De la 300 se enamoró por su es­tirada y por su fiero aspecto, pero el equilibrio de la 250 le encandiló. Es el secreto de la pequeña y aparentemente modesta Z250SL: que tiene lo justo de todo, pero con un nivel de eficacia que sorprende y que te permite divertirte con ella mu­cho más de lo que imaginas.

Pues sí, si deseas una naked para el A2 y te lla­man las motos de la marca verde, la opción pasa por adquirir una ER-6n o Z800e con su corres­pondiente limitación, o bien empezar con algo más ligero y divertido como son las pequeñas Z que acaban de llegar. Por cierto, que lo hacen ya con suculentas promociones respecto a sus precios oficiales, así que es un buen momento para tener un romance de primavera con cualquiera de las dos pequeñas Z…

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