Kawasaki VN 1700 Voyager

La Voyager no es una moto práctica, ni fácil, y sus 400 kg de peso requerirán un buen equilibrio y una fuerza física considerable, pero hay algo más que todo eso, y los usuarios de una moto de estas características lo saben. Tras haberla probado en la presentación internacional, junto con sus hermanas Tourer y Classic, me volvía a subir a esta megacustom turística con ganas de probarla haciendo una ruta de un buen puñado de millas.

La verdad es que esta moto impone un poco, su volumen es espectacular, su impresionante carenado frontal es de todo menos discreto. Su anchura impresiona tanto si se mira desde delante como si se hace desde detrás, con dos maletas laterales más un gigantesco top case, que me hacen dudar de si seré capaz de dominar semejante ejemplar. Las cifras de la ficha técnica no paran de retumbar dentro de mi cabeza: 406 kg de acero y cromados, 1.700 cc y unos contundentes 14 kgm de par motor prometen un curioso cóctel.

Sin más dilaciones, me siento en su generoso y acolchado asiento de piel y agarro el gigantesco manillar cromado. Al alcance de mis pulgares, tengo muchos, muchos botones, y visión directa con el impresionante cuadro de instrumentación. Cuatro grandes relojes analógicos que nos recuerdan a los Cadillac o Chevrolet de los años 60, contrastando con una supermoderna consola central completamente digital. Un completo ordenador de a bordo nos brinda la posibilidad de disfrutar de todo tipo de información.

Justo debajo de la gran consola digital encontramos otra pantalla de similares características para gestionar la radio y el MP3 iPod opcional que se le puede instalar a la Voyager.

El bramido de la bestia

Sin poder ni querer esperar más, me decido a dar vida al impresionante y completamente cromado motor. Pulso el botón de arranque y en apenas un par de giros del cigüeñal, las primeras explosiones hacen que cobre vida el nuevo 1700. El sonido es sensiblemente distinto a la versión anterior de 1.600 cc, ya que ha sido sometido a una remodelación casi por completo, cogiendo como base el motor de la Vulcan 1600. Como cualquier otra moto que se precie en el mundo del custom, monta un gran bicilíndrico en V de carrera larga –con un ángulo entre cilindros de 50º-, pero a diferencia de la mayoría de las motos de esta categoría, Kawasaki opta por la refrigeración líquida y 8 válvulas en disposición SOHC -4 por cilindros y simple árbol de levas en culata-. Todos estos cambios se han dirigido a aumentar el par motor con el objetivo de incrementarlo significativamente respecto a la versión precedente. Parte del secreto del buen hacer del motor es el nuevo sistema de control del acelerador, completamente electrónico –un ride by wire ya visto en otras marcas-. La inyección perfecta del combustible y la ubicación de la válvula de aceleración brindan una respuesta suave a la vez que contundente al motor.

Circulando normalmente por cualquier carretera ya te das cuenta de que a partir de las 2.000 rpm el par es realmente contundente; con una entrega de nada menos que 10 kgm, el límite de par es a las 3.000 rpm, donde consigue casi 14 kgm, pero con potencia utilizable hasta las 5.500 rpm.

Es importante contar con tal cantidad de par en una moto de considerable peso y volumen como la Voyager, ya que en cualquier adelantamiento o maniobra necesitaremos -además de previsión extra- un poco de contundencia mecánica.

La caja de cambios también es nueva, ahora cuenta con seis velocidades, con la sexta tipo overdrive –algo más larga de lo habitual e indicada en la instrumentación como “OD”-, especialmente pensada para largos trayectos.

Las marchas entran no sin un sonoro clonc, y se pueden engranar con la punta o con el tacón, ya que la leva del cambio así lo permite.

La transmisión final es por correa dentada, más limpia y silenciosa, además de dejar que te olvides de los trabajos de mantenimiento. Para su construcción se ha utilizado fibra de carbono y kevlar, que ofrecen una resistencia a la tensión que aumenta en un 40 % respecto a una correa convencional, además de conseguir un tamaño mucho más delgado.

Tecnología en el custom

A pesar de tratarse de una moto para viajar y ser disfrutada relajadamente, en Akashi han decidido, muy acertadamente, equiparla con un sistema de frenado muy avanzado tecnológicamente. El K-Act (Kawasaki Advanced Coactive-braking Technology) o, lo que es lo mismo, la tecnología de frenada activa de Kawasaki, es un sistema de compensador de frenada entre la rueda delantera y trasera. Este sistema actúa repartiendo la frenada mediante una bomba eléctrica, que además ejerce de sistema antibloqueo ABS. Este sistema me parece casi imprescindible en una moto como la Voyager, que siendo tan pesada y grande, podría implicar cierto riesgo en frenadas de emergencia.

Las sensaciones del K-Act son muy buenas; actúa impecablemente, sin notarse en ningún momento el rebote en la maneta o pedal de freno, como sucede con otros muchos ABS.

Pero el apartado tecnológico no termina aquí, otro elemento realmente interesante en una moto de estas características es el control de velocidad de crucero, que permite mantener una velocidad constante sin tener que sujetar el puño del gas. Es posible activarlo a partir de la tercera velocidad y entre las velocidades de 47 km/h y 137 km/h. Su desconexión es tan fácil como presionar ligeramente el freno o el embrague. Probé el sistema por la autopista y la sensación de liberación que te produce poder clavar la velocidad a un ritmo constante sin sufrir por pasarte de la legalidad es un lujazo. Además, encendí la radio y, a través de los dos grandes altavoces, pude disfrutar de otro punto de vista de lo que significa viajar en moto.

A tener en cuenta

Tras unos cuantos kilómetros con la Voyager, pude sacar algunas conclusiones que a buen seguro son importantes y a tener en cuenta si te estás planteando la posibilidad de dar el paso hacia la compra.

La Voyager es una moto muy cómoda para estarse sentado durante largos trayectos, además es un auténtico regalo para el acompañante, que estará mejor que en el sofá de casa. Pero también es una moto exageradamente calurosa, ya que el gran motor y todo su bloque desprenden un calor que puede llegar a ser torturador en verano. Este calor constante en las piernas se ve agravado por la generosa protección aerodinámica que ofrece el gigantesco carenado, lo que impide que te refresque un poco el aire. Para paliarlo un poco, se han montado unas pequeñas entradas de aire en la parte baja del carenado, con lo que se consigue un flujo de aire constante directo a los pies. También es un poco engorroso subir y bajar de la moto, sobre todo para el acompañante, maniobrar en parado es un duro trabajo para alguien que no esté un poco fuerte y requerirá estar muy concienciado cada vez que se haga pie. La moto roza muy rápidamente en el suelo, lo que se tendrá que tener en cuenta al tomar las curvas. Para resumir, la Voyager es una gran moto –nunca mejor dicho- con la que viajar y soñar despierto, solamente apta para auténticos enamorados del mundo cruiser, que precisamente por amor tendrán que perdonar ciertas incomodidades.

Solo +

Motor con muy buen par y sin vibraciones

Comodidad general

Instrumentación muy completa

Acabados de alta calidad

Solo -

En verano, el calor que desprende es elevado

Las plataformas reposapiés rozan pronto

Peso elevado en parado

Cambio ruidoso

CÓMO VA EN...

CIUDAD

Su volumen y peso son un serio problema en ciudad. El motor se calienta mucho.

CARRETERA

Perfecta para rutas a dúo y sin prisas. Si tumbamos tocará con los estribos. Motor muy elástico y aprovechable.

AUTOPISTA

La protección aerodinámica perfecta, incluso demasiada cuando hace calor.

La sexta velocidad Overdrive es ideal en las largas distancias.

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