Hoy no es un buen día para el Dakar...

Déjenme que les recuerde que vi la salida de Enric Martí y no me dio buena espina. Le dije “ten cuidado, que la especial es larga y muy dura”, y… no llegó al final. Le encontraron medio desnudo, mareado, desorientado y, sobretodo, deshidratado. Había dormido una sola hora esa noche, pero llevaba casi 20 horas encima de la moto.

El Dakar, como me decía ‘Pelut’ uno de los mecánicos españoles que habla más claro, es una máquina de matar, de matar la mente. Te destroza. Y no sé qué carajo tiene esta carrera que, una y otra vez, centenares de motards van a por ella.

Y justo ahora que estoy escribiendo estas líneas, me entregan en mano el comunicado del fallecimiento del piloto belga Eric Palante. Es uno de los veteranos, que participaba en su 11º Dakar en la categoría ‘Malles Moto’, donde la asistencia está limitada a lo que pueda llevar en un baúl metálico. Palante fue encontrado sin vida por el camión escoba. Condolencias a familiares y amigos.

Ayer otras personas no relacionadas directamente con la carrera también fallecieron. Una persona mayor, espectador, por un infarto tras echársele encima la moto de otro paisano que iba a ver la carrera, y dos aficionados más, de la ciudad argentina de Córdoba, uno de ellos estudiante de periodismo, al caer su vehículo por un terraplén en una carretera de montaña.

Este año está siendo una edición especialmente dura. De las 174 motos que estaban en la salida, hoy han ‘largado’ de Tucumán, 92. Una criba en toda regla. Vamos camino de ser la edición donde más pilotos (al menos de motos) queden fuera de combate desde que el Dakar se celebra en Sudamérica.

Venga, vamos a por las buenas noticias... Hoy llegamos a Salta.

Los más veteranos han respirado aliviados nada más llegar a la ciudad más al norte de la Argentina que el rally tiene parada. Y cuando hemos llegado al vivac lo he entendido. Como en Rosario –y luego también en Valparaíso- la prensa está en uno de los salones del Centro de Convenciones. O sea, no hay carpa, no hay incómodas bancadas de madera sin respaldo que me están destrozando la espalda. Aquí hay más espacio, más comodidad, sillas en las que la posición de trabajo es más próxima a lo óptimo que en donde nos hemos sentado estos días hasta ahora y, ¡¡tachánnnnn!! ¡hay aire acondicionado! Lo malo de ello es que nos acostumbremos. Porque ya no volveremos a disponer de ello en una semana…

Aquí, yo, pasaré tres días. Hoy, mañana –día de descanso- y pasado, porque no podré ir al final de etapa en Uyuni. Cosas de mi especial acreditación. Eso sí, mis compañeros de la prensa española que están aquí y que me cuidan como novato que soy, sí que irán. A ellos les hace mucha ilusión y ya me han dicho que me pasarán material. Sí, son grandes compañeros.

Estaré acá, como os decía, tres días antes de que me vaya directamente a la calurosa Calama, Chile, en el desierto de Atacama. Igual tengo más tiempo de contar cosas…

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