Honda VRF 800 X Crossrunner: Madurez consolidada

La creación de la Honda VFR 800 X Crossrunner sobre la base de un modelo mítico como la VFR 800 F ha sido una de las maniobras comerciales más acertadas de Honda en los últimos años. Convertir una gran turismo de referencia en una trail plenamente adaptada al asfalto ha dado lugar a un nuevo y versátil modelo que abrió, en su momento, una nueva e interesante etapa en la longeva y exitosa historia de la familia VFR.

Desde el principio, el concepto Crossrunner nos pareció una idea estupenda, combinar la fiabilidad y prestaciones de un motor tan carismático como el V4 800 VTEC, con una filosofía tan polivalente como la trail, conocidas por su manejabilidad y adaptabilidad a todo tipo de terrenos, estuvo muy acertado. La primera Crossrunner ya era una moto muy buena, con puntos muy fuertes, aunque en general su transformación parecía algo apresurada, por lo que tenía ciertos aspectos que mejorar para que mereciera entrar en la gama premium de la firma del ala dorada.

Ahora, tras la renovación y notable mejora del modelo VFR 800 F la pasada temporada, Honda vuelve a la carga con una nueva Crossrunner que, a pesar de seguir contando con el modelo GT de base, disfruta de una parte ciclo más personal y específica para un modelo de estas características. Por fin, tenemos ante nosotros una versión más madura y mejor realizada que, como hemos podido comprobar en esta prueba en profundidad, sitúa la VFR 800 X entre los modelos top de la gama japonesa.

El primer contacto visual con la Crossrunner versión 2.0 es muy clarificador, realmente tiene muy poco que ver con su pre­decesora en lo que respecta al diseño. Nuestra invitada luce un aspecto magnífico. De cerca, está muy bien acabada, todas las fibras se unen a la perfección y los diferentes tipos de éstas se combinan con buen gusto. Además, gracias a que se abandonan los radiadores laterales (dispondremos de un único radiador si­tuado en el lugar convencional), su silueta es mucho más esbelta y compacta, que le da una imagen global más armonizada y de mayor calidad. En el frontal, el reconocible y potente faro en X –full led– de la VFR 800 F se ha integrado de forma excelente en una puntiaguda cúpula de aspecto muy aerodinámico rematada, en su parte superior, por un parabrisas superpuesto regulable en unos pocos milímetros para mejorar la protección frontal, como veremos más adelante.

Detrás, encontraremos unos minimalistas cuartos traseros que, a pesar de su pequeño tamaño, integran perfectamente tanto las ergonómicas asas del pasajero como todos los anclajes necesarios para sujetar, sin necesidad de elementos intermedios, las maletas laterales que Honda ha diseñado específicamente para ella. Por último, el colín está rematado por un llamativo piloto trasero también de leds de alta luminosidad, algo de esperar, pues como os habréis dado cuenta, no encontraremos ni una sola bombilla con­vencional en la Crossrunner.

Hasta aquí todo muy bien, pero lo que realmente hace de la nueva Crossrunner una moto mucho más accesible y fá­cil son las variaciones aplicadas en su puesto de mandos. Para comenzar, hallamos un asiento que puede variar su altura en 815 y 835 mm, además, ergonómicamente está mejor resuelto, lo que permitirá apoyar los dos pies con firmeza al parar sin importar nuestra estatura. En marcha, la desaparición de los radiadores laterales ha mejorado el espacio para las piernas, ya no tenemos que abrirlas tanto para sujetarnos al depósito y, aun así, siguen quedando bastante bien protegidas tras éste y las fibras del semicarenado. En lo que respec­ta a la parte alta, ahora nos encontramos algo más cerca del manillar, que es más ancho y está colocado un poco más alto, lo que no sólo nos garantiza una postura más cómoda y accesible, sino también un mejor control sobre la moto en cualquier circunstancia.

Con todos los cambios mencionados hasta el momento, la nueva Crossrunner se ha con­vertido en una moto mucho más agradable de conducir, que ha aumentado muchísimo las po­sibilidades para un turismo de calidad al ofrecer una mejor protección aerodinámica y una posición de conducción bastante más cómoda. Pero son sin lugar a dudas sus mejoras técnicas las que la han llevado a ser una moto más divertida y a la vez efectiva por carretera, que se comporta de forma más compensada y equilibrada en trazados revirados y, al mismo tiempo, a la que resulta más fácil sacarle par­tido a sus muchos argumentos tecnológicos gracias a una mayor facilidad de manejo.

Es cierto que el chasis continúa siendo el mismo doble viga de la VFR 800 F, pero, en esta ocasión, se le ha dotado con un apartado de suspensión específico que se fundamenta en unas sus­pensiones Showa –horquilla convencional y amortiguador– con mayor recorrido. La primera asciende hasta los 145 mm y el segundo, que sigue estando anclado por bieletas, hasta los 148 mm. Ambos dispositivos cuentan con múltiples posi­bilidades de reglaje para adaptarse a nuestras necesidades, y es especialmente cómodo el pomo que regula la precarga del amortiguador posterior, sin necesidad de herramientas.

Del mismo modo, el basculante monobrazo es un poco más largo (145 mm), lo que le proporciona una batalla algo más larga que, sumado a su especialmente bajo centro de gravedad, un reparto de pesos muy bien compensado y el aporte de las llantas de 17 pulgadas, dan como resultado una Crossrunner más equili­brada, estable y ágil por carretera.

Lo primero que notaremos al comenzar a gestionar nuestro tramo de curvas favorito es que su entrada en curva ha mejorado mucho con respecto al modelo anterior, se ha vuelto más intuitiva a la hora de buscar el punto de contacto del viraje. Además, aunque no es una moto espe­cialmente ligera, su bajo centro de gravedad y considerable distancia entre ejes nos garantiza una estabilidad excelente, mientras que las llantas de 17” y su ancho manillar le confieren la agilidad necesaria para enlazar curvas de forma rápida y segura.

Las suspensiones llegan de serie con un tarado muy suave, por ello se aprovecha de forma tan magnífica su largo recorrido (algo más blando en el tramo inicial), en trazados bacheados o con muy mal asfalto; es sobre todo en estas situaciones donde se nota que sus hidráulicos trabajan de forma muy progresiva, lo que evita que el mal estado del firme afecte a la estabilidad global de la moto en estas circunstancias.

Uno de los aspectos que más nos gustaron de la nueva Crossrunner era la perfecta sintonía existente entre la parte ciclo y el motor, este último es claramente uno de sus mejores y más reconocidos argumentos. El carácter de su V4 con sistema de distri­bución de válvulas variables Hyper VTEC es espectacular, tras su puesta al día con la renovación del modelo VFR 800 F; su repuesta en bajos y medios ha mejorado, mientras que se mantiene inalterada su patada y carácter cuando la aguja del cuentavueltas supera la zona de las 6.500 rpm, donde la distribución pasa de funcionar con dos a cuatro válvulas.

Se trata de una mecánica con unas posibilidades de uso exquisitas; bien afinada electrónicamente, dulce y suave cuando se trata de rutear, brillante y excitante cuando la intención es exprimir al máximo sus prestaciones. Su capacidad de tracción en la salida de las curvas es magnífica, puede que no tenga el empuje de rivales más radicales, pero su efectividad está fuera de toda duda; además, cuando el VTEC entra en funcionamiento, parece tener una doble personalidad, su sonido cambia radicalmente y al apurar al máximo las mar­chas demuestra un carácter más puntiagudo, similar en algunos aspectos al de una deportiva.

Aunque su potencia es de 105 CV a 10.250 rpm, Honda, siempre atenta a la seguridad activa de sus productos, también aplica en sus nuevas Crossrunner la tecnología HSCT de con­trol de par, como ya sabréis, un sofisticado sistema, parecido a un control de tracción convencional, cuya eficiencia nos dejó perplejos. Aparte de que se puede variar su nivel de intrusión en tres posiciones, hace siempre acto de presencia en las si­tuaciones más peliagudas; de hecho, sobre asfalto resbaladizo es determinante, ya que controla el deslizamiento de la rueda posterior de una forma suave y progresiva, sin los cortes de encendido bruscos y desagradables de algunos mecanismos más sencillos.

Y es que la seguridad es siempre una de las principales bazas de los vehículos Honda, como no podía ser de otro modo. El ABS de última generación no puede faltar en una moto de estas características, más aún cuando se ha potenciado de tal forma la frenada en esta versión. Las mejoras realizadas en este punto, con la adopción de discos de mayor tamaño en ambos ejes y, sobre todo, con la inclusión de unas pinzas radiales Tokico de cuatro pistones para los discos anteriores, ponen a nuestro al­cance un potencial muy superior al de su predecesora.

Delante, las nuevas pinzas demuestran un tacto inmediato, su capacidad de retención ha aumentado significativamente en todos los as­pectos gracias a que ahora hay una mayor potencia que aplicar sobre los discos de 310 mm y a una capacidad de dosificación muy precisa gracias a la calidad de la bomba. Detrás, se in­crementa el rendimiento con un disco de 245 mm que, si bien en potencia se encuentra dentro de los márgenes necesarios, posee un muy buen tacto que viene a las mil maravillas para timonear en curva o sujetar la moto estable al ratonear entre coches en ciudad.

Realmente Honda ha dado un giro radical a su Crossrunner para convertirla en una motocicleta de gran calidad en todos los sentidos. Por eso ella sí que se tiene bien merecido pasar a formar parte de la exclusiva gama Premium del fabricante ja­ponés, y no sólo por todo lo que hemos mencionado hasta el momento, sino también por gozar de un equipamiento de serie excepcional. Como en ellas, el cuadro de instrumentos LCD es en negativo, lo que facilita muchísimo su comprobación a pesar de no tener un tamaño especialmente grande. Éste tam­bién posee el equipamiento a la altura de las expectativas, con ordenador de a bordo y múltiples funciones para que no nos falte de nada en nuestros viajes, entre otras muchas cosas.

Pero el despliegue no acaba ahí, igualmente, incorpora de serie unos revolucionarios puños calefactables en cinco niveles supe discretos y que no influyen en el grosor de los puños, intermi­tentes autodesconectables para los más despistados, sistema HISS antirrobo y el ya mencionado faro full led, que destaca por su clarísima iluminación en conducción nocturna.

Todo ello, sumado a lo anterior, clasifica la Crossrunner como una pri­mera clase a todos los niveles, lo que, lógicamente, repercute en un precio final de 13.499 euros que la sitúa a la altura de algunas maxitrail de superior cilindrada. Pero cómo puede una integrante de la exclusiva familia VFR, con todo lo que ello con­lleva, ser asequible. Desde siempre, por tecnología y calidad, sus modelos han estado a la vanguardia del mundo de las dos ruedas y, en este aspecto, la nueva Honda VFR 800 X Crossrunner no es ninguna excepción.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...