La Crosstourer siempre ha sido una moto un tanto especial. Con su estética de big trail, en realidad es una GT que tuve oportunidad de descubrir en su primera versión en 2012. Aquella presentación en tierras de Tarragona la recuerdo perfectamente, pues ya entonces tuve sensaciones contrastadas. Por una parte fue una moto que me encantó, entre otras cosas por su elevado nivel de tecnología gracias al DCT que, a lo largo de los últimos años, se ha ido perfeccionando.
Este sistema de doble embrague y el portentoso motor V4 del que me considero un verdadero fan contrastaba con algunos aspectos que no me acabaron de convencer. Básicamente en lo que se refiere al peso y al hecho de que se descuidaron ciertos aspectos como el confort en orden de marcha en lo que a la protección aerodinámica se refiere.
En cuanto a la parte ciclo me pareció excepcional a pesar de su altura, pero sí es cierto que no todo el mundo mide 1,79 m. Y que por tanto en este sentido ya manifesté que esta Crosstourer sería una moto con ciertas limitaciones, pues no es fácil mover casi 290 de kilogramos de peso a la hora de maniobrar.
Al margen de este aspecto, la novedad que supuso el DCT y el modo automático me dio la sensación de que abría un nuevo mundo dentro de las grandes trail, en un sistema que también ha podido disfrutar en la más exclusiva VFR 1200 F.
La puesta en escena del DCT levantó mucha expectación y el tiempo ha demostrado que la apuesta de Honda ha sido acertada, a pesar de que el motor V tenga un peso y volumen considerables.
El DCT ha sido y sigue siendo prioritario entre los usuarios de la Crosstourer y su mayor porcentaje de ventas se concentra en la versión DCT, lo que confirma que el nivel de equipamiento/ tecnología es uno de los elementos que puede inclinar la balanza a la hora de comprar uno u otro modelo. Será interesante ver cómo en un modelo tan esperado como la Africa Twin, el público se ha decantado tras su primer año en el mercado por una u otra versión, es decir, con cambio convencional o con el DCT.
Esta estética de big trail de la Crosstourer creo que ha creado cierta confusión entre los usuarios, pues equivocadamente en muchas ocasiones se ha comparado la Crosstourer con alguna de las grandes trail más exitosas, como la R 1200 GS de BMW como referencia, lo que es un error.
Cuando Honda ha decidido volver en este segmento en alza, lo ha hecho con la sorprendente Africa Twin. La Crosstourer es otra historia y en ningún momento hay que catalogarla como una big trail, ya que no está preparada para pisar polvo a pesar de que su posición de conducción lo dejen intuir.
La Crosstourer es una alternativa diferente entre las big on-off que se presenta con un chasis de doble viga en aluminio y un extraordinario motor V4 que ahora llega con una serie de mejoras que la hacen más atractiva a pesar de que sigue sin incorporar un sistema de regulación electrónica de las suspensiones o la opción de seleccionar diversas curvas de potencia.
La horquilla es invertida y ajustable, mientras que el amortiguador trasero es progresivo con bieletas (Pro-Link) y también ajustable con un reglaje estándar ahora mejor adaptado a las particularidades de esta atractiva GT.
Novedades
La verdad es que la primera impresión que me causó esta nueva versión de la Crosstourer cuando la cogí por vez primera es que la reacción del V4 desde parado a la hora de maniobrar era más suave, menos ruidosa y violenta que la que recordaba en la versión anterior. Es este un aspecto importante, puesto que mover una moto de casi 300 kilogramos en un espacio limitado no es tarea fácil, especialmente con la reacción al primer golpe de gas de una moto de 1200 c.c.
Si además tienes que girar el manillar en situaciones como por ejemplo al maniobrar o salir del parking y no eres un “piernas largas”, la cosa se puede complicar. Esta maniobrabilidad ha mejorado bastante. Es este aspecto tan importante, o al menos así lo entiendo yo, que casi pasa por alto una nueva y mejorada estética.
El frontal se ha rediseñado y es más moderno, con unos deflectores que mejoran la aerodinámica; sin duda alguna, el punto en el que esta Crosstourer tenía que mejorar sí o sí. No se entendía una GT con una cúpula tan bajita como la anterior hasta el punto que la pantalla opcional debería de haber sido prácticamente obligatoria.
Ahora no solamente es mas alta en su posición original, sino que con acierto se ha acoplado un sencillo, ingenioso y eficaz sistema manual por el que con la mano izquierda, incluso en marcha, se puede subir la pantalla para conseguir el confort, ahora sí, de una auténtica GT en este caso disfrazada de big trail…
Mejoras en el DCT
El ya conocido Dual Clutch Transmission (DCT) ha mejorado y el cambio automático tiene un software optimizado. Entre otros aspectos se presenta con un giroscopio que es capaz de detectar la posición de la moto con respecto al desnivel, es decir, si está en subida o en bajada. Lógicamente mantiene el modo de cambio automático y el manual.
El manual (D) es la opción más relajada y las marchas se engranan con precisión, pero de forma más sosegada que en el modo S, que es más enérgico, deportivo, y de hecho es con el que la Crosstourer, en una carretera revirada, se muestra como una moto algo pesada, pero excepcional en cuanto a sensaciones.
No creo que haya ninguna otra moto en el mercado capaz de poder ofrecer el feeling de un bastidor de este nivel, ahora con unas suspensiones mejor adaptadas en cuanto a regulación, en combinación con las sensaciones del V4, que ahora en el modo S ofrece tres opciones. Una muy suave, otra ligeramente más agresiva pero prácticamente igual a la que ya conocíamos y una tercera alternativa (S3) que tiene un punto agresivo que marca la diferencia.
Es en este modo automático cuando realmente el V4 explota todas sus posibilidades. En él convergen precisión a la hora de abrir el puño de gas; un par motor sencillamente exuberante, con unos medios extraordinarios, y un tacto exclusivo en el que las vibraciones brillan por su ausencia. Subir de vueltas y disfrutar de la precisión con que engrana las marchas es ahora más placentero y, a la hora de reducir, lo hace con precisión.
Desde mi punto de vista, este es un aspecto fundamental a la hora de poder disfrutar en toda su dimensión de las sensaciones de una conducción digamos sport en el modo automático. Empalmar marchas es relativamente sencillo, pero reducir en el momento preciso a la hora de entrar en un viraje no lo es tanto, y en este sentido se ha dado un paso adelante.
Algo que me sorprendió es cómo en el modo MT, es decir, el modo por el que podemos cambiar con los gatillos de la piña izquierda como si de un cambio secuencial se tratase, al igual que alguna moto del Mundial de Superbike que he tenido oportunidad de probar recientemente, cuando reduces a través del pulsador de forma automática, sin tú dar la orden, da un golpecito de gas para facilitar el engranaje… ¡nivelazo!
El control de tracción es desconectable y bastante intrusivo, no así el ABS, que también es bastante sensible.
La Crosstourer se encuentra más cómoda en asfaltos de buena calidad, es en cierto modo una moto un poco aristocrática, que prefiere una conducción fina y fluida a una más agresiva. Con buen asfalto, invita a una conducción precisa, casi quirúrgica, redondeando y dibujando las trazadas. La geometría de dirección y la rueda delantera de 19”, en combinación con un neumático de 150/17 detrás, la hacen manejable, y en movimiento los kilos parecen menos de los que declara la báscula.
Pero no es una moto que invite a una conducción deportiva, a pesar de que el chasis así lo pueda insinuar, porque las dimensiones del motor, altura y peso no la hacen intuitiva y rápida de reacciones, además de que cuesta un poco de levantar a la salida de los virajes.
Pero insisto en que es sumamente placentera por su combinación entre rigidez y precisión, y en una conducción alegre, los chips parecen ponerse de acuerdo para garantizarnos muy buenas sensaciones con un motor con entrega de potencia muy fluida gracias a un motor muy elástico, sin inflexiones, con su mejor momento sobre las 6.000 rpm.
Contradicciones
No pudo disimular mi pasión por este motor V4 que en esta moto encaja perfectamente, a pesar de que es un modelo con ciertas contradicciones, pues siendo casi una moto touring, no tiene detalles prácticos, como una guantera, y su instrumentación es algo limitada. No falta el ordenador de bordo (autonomía en reserva, consumo medio, etc.), temperatura ambiente o indicador de marcha engranada, pero no podemos negar que en una moto de este nivel se debería de poder acceder a la información del cuadro de instrumentos a través de un pulsador situado en la piña izquierda y no en el propio cuadro de instrumentos.
En autopista ahora se viaja de forma confortable y sorprende que, siendo en realidad una GT, por otra parte su posición sea más cercana a la de una big trail.
Por último, esta versión, lógicamente adaptada a la Euro4, gasta algo menos que la versión precedente. Eso sí, si la aprietas, el consumo se dispara hasta los 7,5 litros, y en esta situación no llegarás a cubrir más de 260 kilómetros, pero con una conducción mixta razonable, este consumo se sitúa siempre por debajo de los siete litros a los cien kilómetros.
En definitiva, la Crosstourer sigue siendo una moto especial capaz de enamorar a los amantes del V4, y en esta última versión ha mejorado algunos aspectos que muchos usuarios reclamaban en una moto que parece seguir yendo a contracorriente.
el sistema de regulación manual de la pantalla es una auténtica chapuza….la pantalla vibra como una pandereta gitana teniendo una oscilación de hasta 5 cm…si no circula por un asfalto liso como un espejo tienes todo el tiempo delante de tus ojos una pantalla oscilando, y esto hace que el flujo de aire que pega en el casco varíe constantemente, teniendo que llevar el cuello en tensión. Hace del viaje una auténtica tortura.
En la que tengo yo del 2019, eso no sucede en la pantalla. Va fenomenal y ni vibra ni nada aunque le metas caña.
Compré la Crosstourer en septiembre del 2017. En la primera revisión de los 1.000 km ya reclamé a Honda una solución para el mal diseño de la pantalla. Han pasado ya 9 meses y 15.000 km y aún sigo esperando una solución. He gastado 22.000 euros entre moto y accesorios y no puedo disfrutar a pleno por lo que he pagado. Una auténtica falta de respeto por el consumidor.