Honda CB500F: Lógica, no simple

La llegada del carnet A2 supuso una revolución para el mundo de las dos ruedas; tanto, que muchas firmas prácticamente han conformado su gama alrededor de una categoría que engloba gran parte de las ventas.

Honda, con su gran poder tecnológico, fue una de las que mejor supo adaptarse. De aquella época hemos heredado familias como las NC y la actual CB, de la que hemos probado la última versión de su naked CB500F que, si bien es cierto que no representa un cambio muy radi­cal, sí que se ha actualizado en varios aspectos.

Aunque pertenece a la gama de acceso de Honda, la CB500F cumple, como era de esperar, con el riguroso estándar de calidad de la marca. En esta edición se ha cuidado más el detalle, ya que, además de tener una estética más atractiva, también se han mejorado los acabados e in­crementado un nivel más la calidad de sus fibras. El aspecto es un poco distinto, aún más naked, ya que se minimizan las fibras laterales y se deja un poco más a la vista su bastidor, a la par que su nueva careta da ac­ceso a una nueva óptica full led mucho más llamativa. El motor, como en todas las naked, tiene mucho que ver en el aspecto estético, de ahí que algunas de sus piezas sean de un llamativo pero elegante color cobre.

El diseño es más rectilíneo, muy en consonancia con la también nueva Honda CBR500R, con la que comparte desde el depósito, que ahora tiene un litro más de capacidad –16,7 litros–, hasta el colín y el piloto trasero. A decir verdad, junto con la CB500X forman una familia muy bien compenetrada (ya que entre ellas solitas llegan a un amplísimo sector del mercado A2) que lo comparten prácticamente todo, aunque, eso sí, cada una con su personalidad y peculiaridades.

Nuestra invitada de hoy podría ser considerada el punto medio entre la deportividad del CBR500R y el concepto crossover de la CB500X; el asiento es el mismo, las estriberas se encuentran en el mismo punto e incluso la parte ciclo es compartida, pero algo que define tanto la personalidad de una moto como es el manillar, está situado en un lugar muy diferente, justo en una altura intermedia entre los de sus hermanas.

La verdad es que no es una moto muy grande, aunque sobre ella tampo­co tienes la sensación de que sea especialmente pequeña. Pero frente a otras rivales e incluso comparada con la Honda NC750S, su compañera en el catálogo de Honda A2, se nota que es una escala menor. Esto, lejos de ser un inconveniente en una A2, es un beneficio, pues esta talla la convierte en una moto facilísima de conducir, ligera –la que más de la familia– e ideal para que los usuarios poco experimentados se sientan confiados.

Se llega perfectamente al suelo, el manillar está en una po­sición agradable y las estriberas no nos hacen flexionar demasiado las piernas. Obviamente es la que peor aerodinámica tiene de las tres CB, pero también es la más accesible mecánicamente y la que menos daños puede sufrir en una caída.

En marcha se siente muy bien compensada, aunque ligera. Se nota que ambas ruedas van muy bien aposentadas sobre el asfalto. La distancia entre ejes, de solo 1.410 mm, le aporta una capacidad de reacción felina, pero los técnicos de la marca han sabido compensarlo con una buena me­dida de llantas –17”–, unos neumáticos de buen grosor y un polifacético bastidor que, pese a su simple apariencia, goza de la rigidez adecuada.

Históricamente, la Honda CB500F siempre ha sido uno de los mo­delos intermedios de mayor calidad; hoy en día, con la enorme oferta existente, parece pasar un poco más desapercibida, pero este modelo de 2016 no ha perdido ni un ápice de su calidad, al contrario, ha gana­do y mucho. Con un precio de 5.799 euros, nos ofrece detalles como las ópticas leds delanteras y trasera, la maneta de freno ajustable, la horquilla regulable, además de todo lo bueno heredado de las versio­nes anteriores. Sin duda, muchas y muy buenas razones para que la nueva CB500F pase a formar parte de nuestras vidas.

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