Historia de la KTM Duke, nobleza asfáltica

Historia de la KTM Duke, nobleza asfáltica

En KTM se decidió a mediados de los años 90 que era momento de ampliar miras, trabajar también en modelos de asfalto, y crear así lo que acabaría por ser toda una saga, la de las Duke. Repasamos la historia de la KTM Duke.

1994, nacimiento de las KTM Duke

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Una vez que Stefan Pierer se hizo con el control de KTM, se puso en marcha un proyecto por el cual la firma, centrada exclusivamente en modelos off-road, miraría también al asfalto: se montó un monocilíndrico de 609 c.c. derivado de los modelos de rally en una ligerísima moto (150 kg declarados con todos los llenos) y llantas Akront de radios de 17 pulgadas. Una mezcla entre trail y supermotard que resultó ser una bomba de relojería. Su arranque a patada y su radicalidad dificultaron que fuese un modelo tan popular como sus sucesoras, pero la semilla estaba plantada...

1998, llega la Duke II

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Con el LC4 de 625 c.c. (mismos 101 mm de diámetro, pero carrera que pasaba de 76 a 78 mm) llegaba el arranque eléctrico, la carrocería exclusivamente de carretera o las llantas de

fundición de aluminio. La segunda generación de la Duke dejaba claro que comenzaba a ser una saga con entidad propia, y no un modelo derivado de una moto de campo asfaltizada.

Sus 54 CV a 7.000 rpm eran toda una bomba, puesto que la moto había crecido en peso (anunciaba unos 161 kg en orden de marcha), pero contaba con un chasis mucho más rígido, mejores geometrías y componentes de mucha mayor calidad.

2008, llega la tercera generación de KTM Duke

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La tercera generación llegó acompañada de una versión trail y de otra supermoto que compartían el esquema de su chasis multitubular al Cr-Mo, y también su nuevo motor de 653,7 c.c., pese a que la versión se denominaba 690 Duke. Se introdujo la inyección electrónica Keihin, el ABS opcional, y se mantuvo el peso en los mismos 161 kg de la anterior, pero ya con 62 rabiosos CV que la convertían en el terror de cualquier carretera retorcida.

2010, las KTM Duke incorporan la R

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Con la misma base estrenada dos años antes, la versión R añadía un plus en cuanto a deportividad y calidad de componentes. Iba un paso más allá en cuanto a suspensiones y frenos, para que los más sibaritas pudieran encontrar en ella mucho más que un simple cambio de decoración.

2011: KTM Duke 125, 200 y 390

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A finales de la pasada época llegó la generación de las Duke destinada a “captar feligreses” de la marca naranja de cara al futuro. Con esta generación de monocilíndricos para los permisos A1 y A2 se buscaba inocular el “virus Duke” a los más jóvenes. Pese a ser las más pequeñas, no están exentas de motores rabiosos, parte ciclo muy deportiva y un nivel tecnológico que se hace patente en elementos como el tablier TFT a color de las actuales 125 y 390 (la 200 desapareció del catálogo tras la remodelación de las pequeñas Duke, la pasada temporada).

2012, la democratización de las KTM Duke

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Pese a que el modelo se transforma un poco más en lo que todos podemos entender por moto de corte naked, al no recordar en ningún aspecto a sus antepasados medio de campo, la 690 de 2012 fue toda una maravilla con peso pluma. El motor de carrera larga llegaba ya hasta los 690 c.c., pero gracias entre otras muchas cosas a su culata con doble encendido alcanzaba regímenes de giro poco usuales en un monocilíndrico de 4T de gran cilindrada. Los 69 CV al embrague para 160 kg en orden de marcha seguían haciendo que fuese tan rápida acelerando en marchas cortas como motos mucho más potentes, pero siendo mucho más ágil que ellas.

2013, las KTM Duke se refinan

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La versión R de la 690 Duke llegó con lo mejorcito del catálogo de frenos Brembo, con mayores posibilidades de reglaje de las suspensiones WP y con unas llantas mucho más ligeras. Como se aprecia en la unidad de la imagen, la posibilidad de personalizarla o potenciarla a base del catálogo Power Parts empezó a ser casi una obligación para los seguidores del modelo.

2016, más y mejor electrónica para las KTM Duke

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El último de los motores LC4 de gran cilindrada llegó en 2016, con un 693 c.c. de cotas llevadas hasta los 105 x 80 mm. Este propulsor de carrera ultracorta, con cuerpo de inyección Keihin de 50 mm y doble bujía, movía con inusitada facilidad el conjunto, que incluía incluso llantas forjadas en su equipamiento. Anunciaba ya 75 CV, lo que permitía a esta monocilíndrica ser competente incluso en cuanto a potencia frente a las rivales de dos cilindros. La pinza Brembo M50 se combinaba con ABS Bosch de última hornada para parar el ligero conjunto (157 kg) como si se chocase con una pared.

2014, generación V4

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En 2014 llegó la 1290 Super Duke R, con un impresionante motor bicilíndrico en V de 1.301 c.c. y nada menos que 177 CV, con un espíritu similar al de las Duke monocilíndricas, pero con una carga tecnológica extraordinaria.

Lógicamente es mucho más exuberante que todo lo que anteriormente ha llevado el nombre de Duke. En 2017 fue revisada con muelles de suspensión más firmes, nueva instrumentación, tecnología led en los faros y la llegada de un sinfín de gadgets electrónicos.

Es el máximo exponente en cuanto a deportividad entre las naked de carretera, pero con un nivel de confort y una facilidad de manejo que sorprende. Como las nuevas 790 Duke, la actual generación es bicilíndrica, en busca de una mayor potencia, pero siguen siendo modelos rígidos, ágiles y precisos. ¿Qué será lo siguiente?

2018, llegan las 790 Duke

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Esta temporada ha sido la de la llegada de una 790 con motor bicilíndrico en paralelo que viene a tener un tamaño y peso similares a los del último monocilíndrico, pero mucho más potente, con una gestión electrónica tan avanzada como la de las 1290, y con la posibilidad de ser comercializada en versión A2.

Tan agresiva como siempre, pero a su vez mucho más universal: ya no es una moto que pueda tener los condicionantes de un monocilíndrico. Sus 105 CV para un peso en seco de 169 kg hacen de ella un modelo extremadamente deportivo si lo deseas, pero de tacto refinado y amable cuando quieras ser más civilizado.

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