Harley-Davidson Street 750: Bienvenidos a Milwaukee

Harley-Davidson Street 750: Bienvenidos a Milwaukee

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Para entrar en el mundo del custom lo po­demos hacer de dos formas; por la puerta grande, comenzando con una marca refe­rente del género como es Harley-Davidson, o, con algún sucedáneo, en alguno de los casos algo más económicas que la americana. Está claro que el escudo de La Company sobre el depósito ofrece un valor extra a una montura, un plus de autentici­dad. Es innegable que H-D es todo un referente, prácticamente una religión, que atrapa por igual a neófitos y acólitos del cromo y el acero, y se integra en la personalidad de sus propietarios que, en mu­chos casos, pasa a ser un estilo de vida.

Hasta la fecha, aquellos que deseaban hacerse con una de las máquinas de Milwaukee prácti­camente se veían abocados a comenzar con un modelo de la familia Sportster, tanto la 883 como la 1200. Pero para hacerse con sus servicios, el precio a desembolsar debía ser superior a los 9.000 euros. A partir de este año, Harley ofrece una nueva alternativa con la amable Street 750, una custom fácil e incluso muy urbana gracias a su manejable tamaño y a un peso muy reducido. Ade­más, uno de sus grandes alicientes es su precio de 7.300 euros, un atractivo argumento más, de cara a su compra, que la sitúa en el precio medio dentro de su categoría o cilindrada.

La Street es una custom dedicada a los nuevos clientes, gente joven y féminas, no a los veteranos de la marca; de hecho, estos últimos no suelen verla con muy buenos ojos, pues, a decir verdad, es cierto que no goza de la solera y autenticidad plena de sus hermanas mayores. Puede que su estándar de fabri­cación no sea el mismo, o, que, los recortes para ga­rantizar un precio competitivo les hayan hecho bajar un poco el nivel, pero, aunque a muchos les duela, la Street es una H-D de cabo a rabo. Obviamente muy descafeinada, pues se trata de una moto de acce­so a la marca, destinada a un tipo de usuarios que, además de la autenticidad de una custom, también quieren una montura que le proporcione las máximas ventajas para ser usada a diario.

Puede que suene raro, pero la Street es una de las Harley más prácticas que hemos probado, ello se debe a unas proporciones muy controlables, a su baja altura de asiento (ideal para maniobrar en parado o a baja velocidad) y a un centro de grave­dad colocado muy bajo. La ciudad no se le da nada mal, solo su extraña geometría de dirección, con demasiado lanzamiento, la hace ser algo imprecisa y con una acusada tendencia a cerrarse de direc­ción en los giros cerrados, y unas estriberas un poco mal situadas nos molestan un poco al bajar los pies. Por lo demás, se trata de la H-D más urba­na del momento, con capacidad para desenvolver­se bastante bien entre el tráfico y, al mismo tiempo, preparada para sorprendernos por carretera.

La forma de desenvolverse en un sinuoso trazado de curvas no suele ser una de las principales pe­culiaridades de una custom, sobre todo en el caso de esas asombrosas transformaciones, impecables en cuanto a imagen, pero con unas partes ciclo de dibujos animados caracterizadas por largos lanzamientos de horquillas, distancias entre ejes de vértigo y, en ocasiones, enormes neumáticos posteriores que hacen prácticamente imposible in­clinar. Este no es el caso de nuestra invitada, que se encuentra en un extremo totalmente opuesto a ellas.

Puede que globalmente el equipamiento de su parte ciclo sea bastante sencillo, pero a pesar de ello, en marcha, resulta sorprendentemente lige­ra en curva, sobre todo, en lo que se refiere a los cambios de peso. Estos, aunque parezca imposi­ble, son muy rápidos; la Street no se amedrenta ante una carretera serpenteante, pues tiene la agili­dad y capacidad de reacciones necesarias para lle­gar incluso a disfrutar más de lo que en un principio podamos pensar. Al mismo tiempo, su bajo centro de gravedad le confiere un aplomo en medio de la trazada excelente, y una posición de estriberas lo más elevada posible, le permiten alcanzar unas in­clinaciones muy dignas.

En este mismo sentido, las suspensiones no son de lo mejor que hemos visto, pero cumplen su cometido con mucha corrección. El par de amortiguadores posteriores son algo bruscos de reacciones y su recorrido no es exce­sivo, aunque para tener un asiento a solo 645 mm del suelo, puede ser catalogado de considerable. La horquilla muestra una mejor progresividad; no es de lo mejor que hemos visto en esta categoría, pero en una moto como la Street, los resultados obtenidos son francamente satisfactorios.

Para seros sinceros, uno de los puntos que más gustó y sorprendió al mismo tiempo fue su nue­vo motor denominado Revolution X, cómo no, un bicilíndrico en V a 60º LC con culatas SOHC y cuatro válvulas por cilindro que es una auténtica delicia en cuanto a funcionamiento. Lo primero que te deja con la boca abierta es su increíble finura, no vibra en absoluto, lo que eleva considerablemen­te el confort de marcha de la nueva Street.

Por si fuera poco, goza de una capacidad de respuesta exquisita, su buen par la ayuda a salir con fluidez desde parado; una vez lanzada, demuestra una sorprendente capacidad de recuperación a media velocidad y su larguísimo desarrollo final se tradu­ce en una extraordinaria velocidad punta. También ofrece unas muy buenas cifras a la hora de ahorrar en gasolina, pues solamente precisa una media de 5,66 litros para recorrer 100 km. Esto, sumado a un tanque de combustible de 13,1 litros de capaci­dad, le proporciona una autonomía teórica de 231 km que nos permitiría explotar al máximo su faceta turística, si no fuera por su duro asiento, que nos hace ir algo encajonados y acaba resultando un tanto incómodo con los kilómetros.

Quizás sea por los excelentes resultados obteni­dos en cuanto a motor que la nueva Street flaquea un poco en el tema de los frenos, ya sea delante como detrás; en ambos ejes se echa en falta un poco más de mordiente y precisión en cuanto a tacto. Por ciudad, puede que pase un poco in­advertida la situación, pero en carretera, con las enormes posibilidades del su V-twin, se hace cla­ramente patente la falta de potencia. De hecho, lo más aconsejable es tirar de ambos frenos en cada momento y, si es posible, no dejar nunca de lado la inestimable ayuda del freno motor al reducir.

La verdad es que desde el punto de vista de un principiante, la nueva Street es una excelente moto para introducirse en el mundo del custom. Con ella se ha querido ofrecer un producto asequible y al alcance de usuarios que, hasta la fecha, ni se plan­teaban comprarse una Harley. Obviamente tiene sus puntos a mejorar, sobre todo si nos ponemos en el lugar de los veteranos de la marca; sus aca­bados son algo justitos y el equipamiento no es lo más destacable.

Eso sí, hemos de tener en cuenta que en una firma como Harley eso no es un proble­ma, sino más bien una motivación, pues gracias al completo catálogo de accesorios opcionales dis­ponibles, podremos rehacer la Street 750 a nues­tro antojo y, de este modo, pasar al siguiente nivel dentro del mundo del custom: la personalización.

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