Harley-Davidson Dyna Fat Bob: Descubre tu lado oscuro

Los sueños son una parte vital de nuestra existencia; tanto como comer y respirar. A través de ellos alimentamos nuestros anhelos más profundos y damos rienda suelta a una imaginación desbocada que muchas veces no tiene cabida en el mundo real… Pero otras, sí. Puede que seas un administrativo, un arquitecto o un reponedor, un tipo de lo más tranquilo y normal pero que encuentres en la Fat Bob la moto de tus sueños. ¿Cómo es posible que una moto con una imagen tan ruda sea tu moto? El subconsciente te delata porque en el fondo lo que te gusta es una moto de “tío malote” (como dice mi amigo Ángel Pardo, PR de Michelin y harlysta de pro), una montura que responde a tu lado más oscuro. Porque hay veces que nos encontramos con motos que liberan nuestro alter ego, como una KTM 690 SMR con la que eres incapaz de mantener la rueda delantera en el suelo o como una Fat Bob que la sien¬tes como una prolongación de tu personalidad hacia el asfalto.

Desde su aparición en 2008, la Fat Bob se convirtió en una referencia obligada para todos aquellos a los que les gustaban las motos custom en general y las que destilan una imagen de moto masiva y contundente en particular. Pero nada es eterno ni para siempre, de manera que este año la Motor Company le ha dado una vuelta a la tuerca de la Fat Bob y ha acentuado el concepto Dark Custom al hacerla pasar por su Departamento Harley Styling. Así nos encontramos con toda una serie de recursos estéticos de nuevo cuño, como los escapes 2-1-2 con los silenciosos recortados tipo Tommy Gun (¿Conocéis a Tommy Gunn? Yo no ;) ) y un asiento más deportivo y ergonómico, con un nuevo tapizado. Aunque donde encontramos el cambio más significativo es en la parte trasera, que ahora adopta un guardabarros recortado que deja más al descubierto una cubierta de 180 mm de ancho. Pero es que también detrás destaca un precioso piloto de leds que al iluminar reproduce dos círculos, como si de los cañones de una recortada se tratara. Tampoco se os habrán pasado por alto las “llantazas”. Se trata de unas llantas Slotted Disc mecanizas en aluminio de 16 pulgadas con logos grabados en láser; una preciosidad.

El lado oscuro de la Fuerza es negro, como Darth Vader, y en este sentido la nueva Fat Bob adopta el negro en las pletinas de aluminio, las torretas, los aros de los faros, la consola, los amortiguadores traseros y la tapa de la batería; además el motor está acabado en pintura negra al polvo. También la decoración del depósito con la banda en diagonal es nueva y rasgo de distinción de esta nueva generación de Fat Bob.

Como hemos podido ver, el negro ha ganado terreno al cromo en la Fat Bob 2014, desde el motor hasta la tapa del filtro, pasando por los amortiguadores traseros y las llantas lenticulares pintadas al polvo negro. Poco cromo queda ya excepto los escapes, el manillar, las manetas, las barras de las horquillas y los intermitentes. El lado oscuro ha ganado y la Fat Bob se convierte así en una de las Harley más malotas junto a su prima Solftail, la inigualable Fat Boy. El Emperador nos ha seducido y nos ha llevado al lado oscuro de la Fuerza al manillar de una Harley-Davidson con una estética arrebatadora, marcada por esos dos faros delanteros que más que mirar te escrutan. Pero no todo es imagen.

Cuántas veces nos hemos quedado pillados por una chica o un chico atractivos como pocos pero después de cruzar unas palabras te quedas desencantado. No te preocupes, con la Fat Bob no te va a pasar, esta Dyna tiene buena conversación, es divertida y siempre te dará sin pedir nada a cambio. ¿No te lo crees? Sigue leyendo. Ponerse al manillar de un Big Twin siempre impone, y no por sus prestaciones, aunque el motor empuja con ganas. Estamos sentados a la grupa de un bicho que pesa cerca de 305 kilos (320 kilos en orden de marcha) y no es moco de pavo. Por suerte, la escasa altura del asiento (690 mm) nos pondrá las cosas más fáciles al maniobrar en parado, ya que podremos utilizar las piernas para remar con total seguridad. Otra cosa es que cuando giremos a tope maniobrando nos dé la sensación de que se nos escape la mano del lado opuesto (¿lo visualizas?) dada la amplitud y disposición del manillar y dependiendo de nuestra talla, claro está.

Superado este trámite, giramos el contacto, esperamos que el sistema haga el check automático para dar al botón de arranque. ¡Dios, qué fuente de sensaciones cuando el 103 pulgadas cobra vida! Sentir cómo palpita, cómo suben y bajan sus pistones te puede hacer levitar, porque en las motos no todo es correr e inclinarse. No hace falta ser el rey de la carretera o marcarte un tiempazo en un circuito para disfrutar del mundo de las dos ruedas, todo lo contrario. Y la Fat Bob es una buena demostración.

Colocamos bien los retrovisores, ponemos el parcial a cero y la pantalla multifunción en modo de marcha insertada y cuentavueltas, porque además de la hora, los kilómetros recorridos (total y dos parciales) y la autonomía es la información que nos llega a través del pequeño display que forma el cuadro de instrumentos junto al velocímetro y unos avisadores luminosos, además del reloj del nivel de gasolina situado a la izquierda del depósito. Ya estamos listos para salir, porque las levas del embrague y del freno no son regulables. Metemos primera y el clonk con el motor frío nos recuerda la visita a la fábrica de motores de Milwaukee, donde los trabajadores nos mostraban orgullosos los componentes, aunque para levantar cualquier pieza del motor te hacían falta las dos manos.

Durante los primeros metros ya notas el “power” del 103 Twin Cam, es todo un portento de bajos y medios. Con las piernas estiradas hacia los mandos avanzados y asidos del manillar tipo drag bar te sientes el más malo de la ciudad. La leva del embrague está un poco alejada para mi gusto (talla 9 de guantes), pero sin más.

Parado en el semáforo notas el palpitar del bicilíndrico y también el calor que desprende. El lado oscuro te posee. Miras a un lado y por encima del hombro te mira uno con una R. “No te calientes”, piensas. Pero ya es tarde, querido Jedi, eres más malo que el padre de Luke Skywalker. Se pone el semáforo en verde, sueltas el embrague y retuerces el puño sin compasión. Y sales disparado como un misil. Son 2.400 mm de longitud aplomados por 320 kilos en orden de marcha y un par motor descomunal enganchado al suelo con un neumático de 180; ¡cómo llega a acelerar una custom! Después del subidón de adrenalina, vuelve la calma. Por ciudad, la Fat Bob es una delicia. Los bajos del motor nos permitirán circular sin estresarnos, mientras que su volumen no resulta desproporcionado para meternos entre los coches llegado el momento. De la misma manera, el calor que desprende el motor se deja notar; en invierno se agradece, pero en verano… De aquí que Harley-Davidson ya haya introducido este año las culatas refrigeradas por líquido en la Ultra Classic y no tardarán mucho, tal vez, en ir adoptando esta solución en otros modelos.

La suspensión prima el confort, aunque si pillamos algún bache podemos encontrar el tarado trasero algo seco, ya que los amortiguadores son de 79 mm. En cuanto a los frenos, dos discos delanteros de 300 mm con pinzas de cuatro pistones y otro trasero de 292 mm mordido por una pinza de dos pistones nos proporcionan una frenada efectiva. Además, la Fat Bob, como todas las Big Twin de Harley-Davidson, cuenta con ABS de serie, una garantía cuando la cosa se pone fea o cuando llueve. Y hablando de Santa Bárbara, puede que los clientes de la Motor Company no priorizaran el hecho de contar con un control de tracción cuando se llevó a cabo el Project Rushmore para mejorar la familia Touring, pero con un motor con tanto par y montado en una moto con la Fat Bob, deberemos estar atentos en las salidas de parado si nos pilla la lluvia o el suelo está mojado.

Para acercarnos a la realidad del propulsor, pensad que es capaz de empujar en sexta, que funciona a modo de overdrive, desde las 1.500 rpm y representan unos 60 km/h de velocidad. Rodando en esta superdirecta entre 90 y 110 km/h notarás el palpitar de sus dos cilindros mientras que a 120 km/h el motor apenas gira a 2.500 rpm ofreciendo un consumo irrisorio. Entre las 2.000 y 4.000 rpm la pegada del 103 pulgadas es contundente y te permite disfrutar de unas recuperación y aceleraciones nada desdeñables que sorprenderán a más de uno. Sin embargo, correr no tiene sentido con una Fat Bob y cuando más disfrutaremos será notando las palpitaciones de su motor. ¿Y gasta? Circulando con alegría en todos los escenarios posibles nos gastó 7,2 litros a los 100 kilómetros.

Por carretera y vías rápidas sólo echarás en faltar una pantalla si circulas más allá de los límites legales. El confort está fuera de toda duda, sin embargo tienes que ir al loro con los mandos avanzados dependiendo de tu estatura: circular tiempo con las piernas demasiado estiradas puede poner a prueba tus isquiotibiales. Otro detalle que te puede sorprender gratamente es el grado de inclinación de Fat Bob cuando vayas por una carretera virada. Podrás inclinar sin miedo hasta que tus talones rocen con el suelo y el sentido común te lleve a levantar la moto para no acabar descalzo. Tampoco os vamos a negar que el “gomón” de 130 mm que lleva delante domina bastante, pero te acostumbrarás rápidamente, ya que no vas a esperar de esta Dyna el dinamismo de una deportiva o de una naked, así que se deja llevar con suavidad.

Uno de los pocos peros de la Fat Boy, como toda Dyna y Softail, es que en caso de querer saber en qué marcha circulamos o si nos hemos dejado un intermitente puesto o la velocidad a la que circulamos, deberemos desviar la vista de la carretera demasiado para atinar a ver la consola; un truco es buscar el reflejo del intermitente en el faro si tienes dudas. Tampoco olvides el día que llueva, si te pones mono de agua o pantalón impermeable, de no acercar demasiado las piernas a los escapes.

Si la Fat Bob te ha ganado y no te importa desviar la vista un pelín para ver el cuadro de instrumentos y pasar un poco de calor en verano, esta Dyna es tu moto, la moto de tus sueños, como la de mi amigo de la facultad Juan Carlos, que cercano a los 40 ha oído la llamada del mundo de las dos ruedas y como primera moto se ha comprado una Fat Bob. ¿Por qué? “De alguna manera es como cuando ves a una tía y dices ‘ésta es mi chica’. Habrá gente que no lo vea o que piensen que no es para tanto o que las hay más guapas, pero tú desde ese momento no tienes ojos para otras. Te encontrarás que los habrá que te digan que no te conviene, que las hay mejores, que no va contigo, pero tú ya te has enamorado, no hay marcha atrás”, me explicaba Juan Carlos, y añadía: “De la moto me han dicho que es muy grande, que para un novato como yo las hay más fáciles de llevar, que ésta pesa mucho, que la rueda delantera tan gorda dificulta, que empiece con algo más fácil. Y no les quito la razón, pero hay algo en mi interior que ya ha elegido y donde mi lado más racional no tiene nada que hacer, ha perdido”.

¿Y tú? ¿Notas la atracción del lado oscuro de la Fuerza?

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