El incendio del cementerio de neumáticos de Seseña, en Toledo, este verano ha traído a la actualidad el problema de qué hacer con las ruedas viejas y sin uso que se acumulan en distintos lugares, así como su daño medioambiental. Pues bien, el malagueño Francisco Caro podría tener la respuesta a dichas preguntas: unos guardarraíles hechos con neumáticos reciclados.
Con anterioridad, Caro ya había patentado un invento similar, pero asegura que su versión 2.0 es “mejor que la anterior”, ya que para el primer modelo de guardarraíles los neumáticos tenían que ser tratados y procesados, por lo que la tramitación era más cara y no era un proceso cien por cien natural. Este segundo guardarraíl, en cambio, aprovecha el neumático entero, sin modificación alguna, y además tiene la particularidad de que no se usa metal, sino poliéster.
«Tiene forma de bañera de niño pequeño«, especifica Caro para ilustrar su idea, que consiste en un depósito de poliéster que contiene dos ruedas ya usadas. Dichas ruedas van dentro del recipiente sin modificar y están embutidas con un material especial arenoso para hacer que la cavidad tenga conformidad, lo que le supone flexibilidad y desplazamiento ante un golpe. En cuanto a la viga que soporta el guardarraíl, «es completamente nueva» porque no lleva raíl metálico, sino una cobertura semiblanda con un tubo de acero de un milímetro y un cable tensor en su interior; lo que los convierte en más seguros que los actuales.
Según Caro, países como Catar o Arabia Saudí ya han preguntado por estos guardarraíles, que están ya fabricados y han pasado la homologación con una prueba de calentamiento y fuerza, y que están sólo a expensas de la prueba en carretera. Por cierto, este guardarraíl «lleva incorporada la señalización de la curva y se puede ver con la luz corta».