Entrevista a Ramón Pellicer, el motorista.

Entrevista a Ramón Pellicer, el motorista.

Ramón Pellicer, periodista, presentó y dirigió el Telediario en Televisión Española, y estuvo ligado a la cadena estatal hasta 1997. Desde entonces ha permanecido en TV3, la televisión autonómica catalana, presentando diversos programas. En la actualidad está al frente del “Telenotícies” fin de semana, y es el fundador de la productora Sticaki. Este motorista barcelonés es padre de tres niños, y está casado con la también periodista Lali Colomé: “Una motorista muy prudente, y que además es una excelente compañera de viaje, se “impelta” conmigo” (palabra catalana cuya traducción literal es “injerta”). No puede ser más descriptivo.

Y es que Ramón Pellicer no va en moto, es motorista, que no es lo mismo. Ir en moto puede ser solo necesidad de transporte. Ser motorista es que, además, lo disfrutas y lo compartes. Por eso nos gusta encontrar motoristas que son célebres, populares en otras facetas de la vida. Son la mejor manera de divulgar nuestra afición.

Hemos preparado una entrevista-ruta con nuestro entrevistado. Queremos hablar de motos, pero sobre todo ir en moto. El día parece escogido para ello. Soleado, pero sin agobios. Parece estar todo en el sitio y el lugar adecuado. Por cierto, Ramón Pellicer anda muy bien en moto; si no te lo crees, mira las fotos.

Ramón Pellicer (‘and wife’), el rutero.

Ha tenido muchas motos, en la actualidad se mueve con una T-Max, pero recuerda su etapa con una BMW K75, y especialmente sus viajes con la GS 1200 en compañía de su mujer: “Hicimos la cornisa cantábrica y toda Andalucía. El objetivo era ir a Jabugo a comer un jamoncito (risas)”. Nos cuenta su tipo de viajes: "planificábamos, en lugar de hoteles, balnearios para poder estar bien descansados, son muchos kilómetros. Hacíamos una selección de los diferentes balnearios e íbamos haciendo la ruta: nos estábamos un par de días, dependiendo del interés de las visitas”.

Abandonó la moto grande cuando vio que su GS “llevaba mucho tiempo aparcada en el garaje”. Se pasó a una Honda Scoopy para moverse por ciudad, y como muchos otros, renació como motorista gracias a un gran scooter. Va por la tercera T-Max. Le preguntamos si ha vuelto a la ruta con ella: “Los hijos me han cambiado la vida y la disponibilidad del tiempo. Tengo tres críos y son bastante pequeños, de 7, 11 y 13 años, me absorben mucho, y yo encantado”. Finalmente, remata entre risas: “Volveré a la ruta cuando me jubile”.

Le preguntamos al padre cuál será la respuesta, cuando sus hijos le pidan una moto: “La respuesta es que sí, sin duda, no puede ser de otra manera. Desde muy pequeños han ido en moto, tanto con su madre como conmigo”. Pese a todo, no puede ocultar como padre el respeto a que sus hijos vayan en moto: “Ya estoy sufriendo ahora y aún no me la han pedido”.

Por último recordaba:Mi madre no me dejaba ir en moto, bueno creo que todavía no me deja. En aquel tiempo tuve que buscarme la vida, incluso recuerdo que una vez llegué a casa con una Vespa que estaba muy bien de precio, y no me la pude quedar, no me dejaron, entonces yo ya tenía más de 18 años”.

Las ventajas de la moto

Se muestra contundente sobre las ventajas de las dos ruedas: Tiene todas las ventajas. Yo tengo una media distancia desde mi casa al plató de televisión, hay incluso un tramo de autopista, y esta moto (la T-Max) no es aparatosa y es ligera”. Sobre los beneficios de ir en moto subraya: “Sobre el tema del aparcamiento ni hablemos, todo son ventajas”.

Recuerda su percepción de la T-Max en la capital de Francia: “Yo aluciné cuando vi en París la cantidad de T-Max que hay. Todo el mundo se mueve por París en T-Max, las utilizan todo el año con aquellos cubrepiernas para el frío; ostras, Barcelona empieza a parecerse a París con las T-Max”.

Ramón Pellicer es barcelonés, y eso se le nota hablando de motos: Barcelona es una ciudad “friendly” (amistosa) para la moto, por eso somos la primera ciudad de Europa en densidad de vehículos de dos ruedas. Creo que lo bueno que tiene la moto como la entendemos aquí es que consigue conciliar dos objetivos: es un instrumento útil que te sirve para tus desplazamientos, para ir al trabajo, y a la vez es un placer, es nuestro aliciente del día”. Casi 300.000 barceloneses comparten de alguna manera su visión.

Dejando los recorridos urbanos, reconoce no hacer grandes rutas con su T-Max: “Veraneamos en Calella de Palafrugell, y las rutas no van más lejos de la Costa Brava. Pese a ello tiene un rendimiento extraordinario. Te da unas prestaciones para no aburrirte, con la maniobrabilidad y comodidad que no tiene una moto grande”.

¿Sigues el mundo de la competición? Lo sigo periodísticamente, porque me toca, además hago el “Telenotícies” los fines de semana. Lo sigo porque tiene interés, una expectación y una audiencia, que cuando no tienes tú las motos, es una audiencia que no tienes”.

Pese a que no se reconoce como hombre de circuito, recuerda, como tantos barceloneses, la “montaña mágica”: “Cuando era muy joven, cuando hacían las 24 H de Montjuïc, sí que iba. Eso está ligado con la edad, con los amigos, permiso para salir de noche, muy tarde, porque duraba toda la noche. Aquel olor, pasearte viendo la gente acampada, el ruido, era, era, entraba en vena. Yo creo que allí te hacías motorista, estabas tocando las motos. Para mí era el verdadero bautizo de fuego.

Por el contrario, reconocía: He ido a Montmeló, y no es lo mismo, ni las motos ni los coches.

El difícil equilibrio sobre dos ruedas

Llegados a este punto saltó el titular: “El motorista solo tiene su pericia y su prudencia”. Difícil una lección de seguridad más clara y más sintética. Quizás por ello no tiene ninguna mala experiencia  pese a llevar toda la vida circulando en moto diariamente. “Solo recuerdo un topetazo en BCN con un Porsche. Giró sin mirar e hizo que la moto picara contra él, salté, pero no me hice nada. La única es esta”. Recordaba en su familia un accidente de su mujer, y sus secuelas: “Tuvo un susto y le ha cogido cierto respeto, ella se mueve con un scooter por ciudad. Llevaba un casco tipo jet y ahora utiliza un integral”.

Le preguntamos si se considera un conductor prudente: “Yo de jovencito en algún momento apuraba un poco más de lo que la prudencia aconseja. Ahora, reconozco que siempre hay el momento que vas con prisa. Admito que en alguna ocasión no soy lo prudente que debería, y soy el primero que lo rechazo, lo crítico y me autocensuro, y que pienso que no debo hacerlo. Por lo general soy una persona que me gusta que todo el mundo respete las normas y por tanto yo soy el primero que las respeto. No solo las normas que establece el código de la circulación, sino las normas sociales, de educación”.

Nos revelaba un truco que utiliza en la conducción, y que asegura que le funciona:Me gusta fijarme en los ojos del conductor que me precede por el retrovisor, te da información de lo que puede hacer. Te anticipas viendo lo que van a hacer, ves si está concentrado, o si no lo está”.

También nos comentaba alarmado lo distraídos que van los automovilistas con los móviles: “Ahora, lo raro es encontrar a un conductor que no vaya hablando, mandando un WhatsApp o un mensaje”.

Por el contrario, remarcaba la educación que se observa entre motoristas: “El saludo que nos damos los motoristas cuando nos cruzamos no lo encuentras en otros ámbitos”. Por último señalaba: “Siempre me ha parecido que hay cierta marginación con los scooters. En scooter nadie te devuelve el saludo (risas). Me parece absurdo, hay como cierto clasismo”.

Posiblemente la próxima vez que veas a Ramón Pellicer será desde tu sofá, y él te dará las noticias. Recuerda, entonces, que tras el periodista hay un motorista.

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