Una fábrica con una larga tradición en la historia de los Grandes Premios donde entre 1952 y 1974 consiguió un total de 38 campeonatos del mundo de pilotos y 37 de constructores.
Detrás de este retorno a un campeonato del mundo, está la figura de Giugliano Rovelli un apasionado que ha trabajado con fábricas como Triumph, Yamaha y Aprilia y que ha llegado a un acuerdo con MV Agusta por tres años. “La base de la F 3 es muy buena, es la moto que ilusionó a Claudio Castiglioni que de carreras sabía un rato largo. No estamos todavía en condiciones de luchar por el mundial, pero hemos comenzado bien y vamos avanzando. La llegada de MV Agusta ha comportando una renovación completa del equipo y esperamos a partir del próximo año luchar por el título. Para nosotros es una responsabilidad y un honor representar a una fábrica como MV Agusta”.
En busca del podio
El mundial de Supersport es una categoría muy igualada y la entrada en escena de la tricilíndrica italiana supone un soplo de aire fresco entre las tetracilídricas japonesas. Según Rolfo la F3 es una moto con un gran potencial, sobre la que rápidamente se ha encontrado a gusto especialmente a nivel de parte ciclo. Muy estable en frenada, ágil en los cambios de dirección y rápida en las curvas enlazadas. Al igual que en las motos de calle, a pesar de que no montan la electrónica Marelli que se usa en competición, Roberto se lamenta de que necesita una mejor respuesta a la salida de las curvas lentas. Pero también declara que “vamos mejorando en este aspecto y desde Australia, pasando por Aragón, hasta la prueba de Assen he notado una positiva evolución”.
El experimentado piloto italiano (Torino, 33 años), sub campeón del mundo de 250 en el 2003, está convencido de que el podio no esta muy lejos y en Assen ha acabado sexto pese a sufrir problemas con el cambio… ¿tal vez en un circuito como Monza donde MV Agusta escribió parte de su historia?.