El gasolinero

Me da pereza ir a llenar el depósito de gasolina cada semana y pico. Qué envidia los coches que pueden hacer 600, 800 y hasta 1.200 kilómetros sin repostar. Pero bueno, yo voy sobre dos ruedas y no me cambio por ellos. Me acerco a una gasolinera de Barcelona ciudad a repostar, fuera de mi recorrido habitual y, ¡sorpresa!, hay una persona que me llena el depósito. No sé vosotros, pero en las grandes ciudades el personaje del“gasolinero ha pasado a mejor vida.

La cuestión es que me resultó agradable volver a vivir una escena que para mí ya forma parte del pasado. De toda la vida, desde que era un adolescente, siempre que ibas a la gasolinera un hombre te echaba la gasolina y luego ibas a pagar a caja. Y repostar era muy rápido. Hoy en día, entre que lo haces todo tú mismo y que la gasolinera ya es un supermercado camuflado, con lo que tienes cola para pagar, siempre, las cosas han cambiado a peor. Pero bueno, sigamos con el gasolinero. El simpático joven me preguntó: “Ésta es una de las nuevas Scoopy, de las que gastan poco, ¿no? ¿Cuántos kilómetros haces?”. “Entre 240 y 250 kilómetros”, le contesté. Y continuó: “Está muy bien, desde luego. Antes hacías 200 km como mucho. Ahora ya empiezan a verse más porque la gente se ha dado cuenta de que sale a cuenta que gasten tan poco, aunque el scooter sea un poco más caro”. ¡Menuda lección de economía resumida en una simple frase!

Lo barato no siempre es barato, cierto. Tras llenarme el depósito, él mismo me cobró de mi tarjeta de crédito. Y aún tuvo tiempo para preguntarme: “¿Pero ésta es un poco menos potente, verdad?”. Pregunta a la que asentí con un “sí, tiene once caballos y medio, más o menos, un poco menos que la anterior, pero tiene más potencia en bajos y medios”. El gasolinero analizó la respuesta y comprendió que más potencia no siempre es sinónimo de mejor, a lo que asintió con un gesto de aprobación. Un “buenos días y hasta la vista” cerró la conversación y se fue a atender al siguiente cliente. La verdad, me resultó agradable este detalle olvidado de humanidad en las gasolineras, alguien que te da una conversación “con fundamento”, alguien con quien puedes hablar. Y, además, fue muy rápido y no tuve que hacer cola para pagar, detrás del que va a la gasolinera a comprar una barra de pan…

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