Ducati Monster 1200 R: Deportiva al desnudo

Ducati Monster 1200 R: Deportiva al desnudo

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Siempre me han gustado las deportivas con manillar plano. Así eran las prime­ras superbikes de la historia y particu­larmente creo que se debería de incluir en el programa del Campeonato del Mundo de Superbike una categoría con grandes naked como la Ducati Monster. Me la imagino aligerada de peso, con las placas rectangulares para los dorsa­les, como los que se montaban en las primeras superbikes, escape racing y luchando contra la larga serie de naked sport de otras marcas que hay en el mercado.

En unos tiempos en los que las deportivas no acaban de superar su crisis existencial, en Ducati apuestan por una de las naked más em­blemáticas de la historia ahora en versión R. Con 160 CV, es decir, un 10 % más que la versión S y un 5,5 % más de par. La Monster R con 180 kg es una moto realmente divertida y capaz de transmitir emociones. Te lo puedes pasar muy bien en carretera abierta, donde la electrónica hace un buen trabajo, y también en circuito, pese a sus limitaciones.

Con respecto a la posibilidad de usarla en circuito, es sin duda una alternativa a tener en cuenta, pero desde mi punto de vista hay que tener claro que no es una moto de circuito, sino una naked deportiva. Tuve la oportunidad de probar esta intere­sante Monster en versión R en el trazado de Ascari, donde nunca había estado antes. Me pareció una pista muy divertida y variada, pues cuenta con todo tipo de curvas: rápidas, len­tas, contraperaltadas, chicanes... La recta de boxes en realidad no es tal, ya que tiene una ligera insinuación hacia la derecha y una larga recta en la parte de atrás donde pude exprimir sus 160 CV. El truco está en no cortar en una curva de derechas en la que hay un arbolito junto a la pista.

Las primeras tandas las hicimos en mojado, y sinceramente no sé si fue la mejor forma de memorizar una pista que me dio la sensación de que necesita muchas vueltas para coger­le el aire. Pero puedo asegurar que una vez la pista se secó, me pareció un buen escenario para conocer a la Monster más deportiva de la historia. Intentando trasladarme mentalmente a una carretera abierta, os aseguro que en Ducati han hecho un buen trabajo, ya que en cuanto al motor es suave, progresiva, y a su vez poten­te y explosiva entre hasta las 7.000 rpm y las 10.200 rpm.

Estéticamente me parece muy acertada. Con un diseño superconocido, tiene una banda blanca que ya hemos visto en alguno de los muchos modelos de Monster, pues 20 años dan para mucho... Pero ese punto que podemos calificar de neorretro se ve acompañado por unos discre­tos filetes grises que me recuerdan a los de la Panigale, que le dan un punto de moderni­dad. El diseño del colín, asiento, depósito de combustible recortado en la parte delantera y guardabarros delantero en fibra de carbono forman un conjunto que encaja perfectamente con las entrañas de esta Ducati.

Y esas en­trañas, es decir, el inimitable motor bicilíndrico italiano a 90º, en combinación con el chasis de estructura tubular, son en realidad toda una declaración de principios, un signo de identi­dad de las naked italianas. El recorrido de las suspensiones ha aumentado en 15 mm para poder ganar ángulo de inclinación, y en Ducati nos aseguraron que se alcanzan los 50°, algo que no me dediqué a comprobar...

Esta altura superior con respecto a la ver­sión S conlleva una serie de consecuencias, como que se reduzca la distancia entre ejes al aumentar el recorrido del amortiguador con el mismo basculante que la versión S. El subcha­sis, con muy bien criterio, se ha revisado para montar unas hendiduras a la altura del asiento que hacen de asa para el pasajero.

La horquilla firmada por Öhlins en negro ano­dizado armoniza con el conjunto y no falta un amortiguador de la misma firma completamente regulable, anclado en el basculante monobrazo. El conjunto de frenos es de buen nivel y, de hecho, las pinzas Brembo M50 son los mismos que los de la Panigale. El ABS es la versión 9 MP con tres niveles de intervención seleccio­nables. Por otra parte, la instrumentación a través de la pantalla TFT a color me parece un auténtico lujo, a pesar de que el cuentavueltas necesita de cierta atención para visionarlo.

El propulsor es una versión Testastretta 11º DS de 1198,4 cc, que no monta el sistema de distribución variable de la casa (DVT). Los con­ductos de admisión son más grandes que en la versión S, una inevitable referencia, y también se ha aumentado la relación de compresión. Equipa un juego de cuerpos ovales de admisión de 56 mm –circulares en la 1200 estándar– y entre otras novedades destaca el escape con homologación Euro 4 con los colectores rediseñados y dos li­tros más de volumen. El embrague antirrebote está accionado por una bomba Brembo de tacto agradable, además de eficaz en las reducciones violentas propias de una conducción deportiva.

Lógicamente no falta el denominado Ducati Sa­fety Pack con el ABS y el control de tracción ajus­table en ocho niveles, además de los tres modos de conducción habituales: Sport, Touring y Rain. En el primero, el control de tracción se sitúa en el nivel 3 y el ABS en el 1, mientras que en el Tou­ring, que conserva los 160 CV (100 en el modo Rain), el control de tracción se queda en el nivel 4 y el ABS en el 2.

La verdad es que en parado es una moto muy agresiva. Y en marcha lo es menos porque, a pesar de sus ciento sesenta caballos que te aconsejan agarrarte fuerte a su manillar ancho, el tacto del motor es suave y progresivo en bajos y medios, tal y como hemos visto en otros mode­los de la casa italiana.

El asiento me pareció confortable y lo suficien­temente espacioso para poder mover el cuerpo con comodidad, lo que se agradece si tenemos en cuenta que la prueba la hicimos solo en cir­cuito. Otro aspecto que ha mejorado es que las estriberas están mejor posicionadas, y creo que es esta la primera Monster que recuerdo en la que los pies, en este caso con botas, se sitúan en una posición natural sin que el escape mo­leste en el talón, tal y como recuerdo en otros modelos.

En cuanto a las sensaciones, me pareció fácil de entrar en las curvas de todo tipo, incluyendo las rápidas. Una vez el neumático ha cogido tem­peratura, la R es una moto neutra y estable. Al montar llantas más ligeras (aluminio forjado) se tienen menos inercias. También me gustaron los frenos, pues no tienen el tacto on/off de algu­nas deportivas, sino que el delantero me pareció progresivo, potente y con buen tacto, a pesar de que, perseguido por un japonés, los exprimí a fondo en la última sesión de la tarde con la pista seca, después de que esta se secara pro­gresivamente, ya que durante la noche anterior cayó la de Dios...

Su paquete de electrónica funciona y el motor es agradable hasta las 7.000 rpm, para ser más agresivo a partir de entonces. Lo cierto es que, tratando de trasladar mentalmente mis sensa­ciones a una carretera abierta y antes de poder disponer de nuestra unidad de pruebas, me que­do con el recuerdo de una moto muy completa: motor en la buena línea de las últimas versiones de Ducati, es decir, progresivo y potente, y una parte ciclo que os aseguro que está a muy buen nivel. Una moto potente que se conduce con la sensación de tenerla bajo control.

En definitiva y a falta de probarla en carretera abierta, la Monster R es una deportiva de dos caras, puesto que es dosificable y fácil de con­ducir a baja velocidad y, si la exprimes, tiene fe­eling y la potencia de una deportiva... ¡no puede negar su ADN! Se servirá a partir de enero en una versión en rojo y otra en negro.

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