Aquellas deportivas de 250 c.c. y 4 cilindros, fruta prohibida de los 80

Aquellas deportivas de 250 c.c. y 4 cilindros, fruta prohibida de los 80

Vamos a recordar nuestros sueños... Aquellas primeras motos deportivas de 250 c.c. y 4 cilindros, de cuando en Japón las pequeñas superdeportivas tetracilíndricas del cuarto de litro eran las superstar, las más deseadas en Europa y las que nunca llegaron oficialmente.

En Japón nacieron como motos de acceso a las poderosas superbikes de los 80, motos que no eran accesibles al gran público por las dificultades que, en aquel momento, significaba obtener el carnet de conducir motos de alta cilindrada en Japón.

Así, comenzó a proliferar una nueva generación de "mini suprbikes", a imagen y semejanza de las grandes, para abrir el "apetito" a los más jóvenes. De hecho, estas 250 c.c. más adelante crecieron hasta los 400 c.c., una cilindrada superpopular en Japón, ya que alimentaron la categoría F3 del campeonato nacional nipón, y las calles.

Estas pequeñas joyas eran auténticos "molinillos", y es que en las cilindradas pequeñas y muy fraccionadas ( número de cilindros) es necesario un elevado régimen de giro para alcanzar una buena potencia. Vamos a ver esas preciosidades del cuarto de litro, pero os adelantamos que estas no son las únicas... Más adelante seguiremos con ellas...

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Suzuki GS250FW (1983)

Tuvieron que pasar seis años desde la aparición de la Benelli Quattro (que repasamos más abajo) antes de que Suzuki -y los japoneses- lanzase su primera cuarto de litro de cuatro cilindros.

La GS250FW fue una elegante y bien equipada sport turismo semicarenada sin pretensiones deportivas, algo que ya dejaban entrever sus estrechos neumáticos (de 16 y 18”).

Su motor de cuatro cilindros -4T, 249 c.c., LC, 8V, DOHC- aún no tenía cuatro válvulas por cilindro, algo que llegaría con la futura GSX-R 250 de 1987, por lo que su potencia era de solamente 36 CV.

Una moto que no era una superdeportiva, pero que anticipaba lo que estaba por llegar.

Yamaha Phazer 250 (1985)

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La primera Yamaha de esta configuración -y la segunda nipona- fue la Phazer 250, una atractiva naked semicarenada dotada de un poderoso motor de 249 c.c. -4T, LC, 16V, DOHC- que subía hasta las 14.500 vueltas y entregaba nada menos que 45 CV, una barbaridad.

Una pequeña preciosidad que derivó en la superdeportiva FZR 250 que nacería un año después. Como ya habréis supuesto, la denominación Phazer fue la inspiradora para la superventas de los años 2000, la Yamaha Fazer 600.

Honda CBR250 Four (1986)

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Honda abrió el fuego de las 250/4 a mediados de los ochenta con una pequeña maravilla. Su motor de 4 cilindros -4T, LC, DOHC, 16V- llegaba a las 17.000 vueltas y entregaba 40 CV, un auténtico molinillo.

Esta CBR Four con semicarenado fue la antesala de las superdeportivas carenadas del cuarto de litro que reinarían en Japón hasta la llegada de las 400 c.c. a principios de los noventa.

Kawasaki ZX-R 250(1989)

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La marca de Kobe fue la última a apuntarse a esta fiesta de las 250/4 con la superdeportiva ZX-R 250. Hecha a imagen de la gran ZXR 750, dotada de carenado integral bifaro y colín deportivo, tenía un pequeño motor -4T, 249 c.c., LC, 16V, DOHC- que entregaba 45 CV, posicionando a esta 250 entre las más potentes de la historia.

Benelli 250 Quattro (1977)

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Para rematar este pequeño repaso también hemos incluido a una auténtica outsider, y es que la primera 250 de 4 cilindros que se comercializó, curiosamente fue esta italiana que avanzó a las japonesas en este segmento. Es realmente un relojito, aunque italiano, ¡preciosa!

Diseñada por el ingeniero Lino Tonti, esta pequeña y preciosa cuarto de litro nació por la necesidad de ofrecer una moto exenta de impuestos, pero con las características de una moto de gran cilindrada.

Ya integrada en el grupo De Tomaso, Benelli ofreció una moto única, con un conjunto de depósito-asiento-colín de una pieza -de material plástico-, con la instrumentación de dos esferas de la clásica marca Veglia integrada sobre el depósito.

Su motor de cuatro cilindros -4T, aire, 231 c.c., 8V, SOHC- entregaba 28 CV, una cifra respetable aunque muy por debajo de lo que ofrecerían las japonesas unos años más tarde.

Curiosamente esta misma moto ambién se comercializó bajo la marca Moto Guzzi y derivó en la más moderna Benelli 254 y, más adelante, en la 350 y en la 500.

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