De Haro a la Conecentración de Faro

Decidimos hacer base en Cartaya, donde disponemos de alojamiento, y desde allí dis­frutar de la concentración descansando en la comodidad de una casa en vez de en un saco de dormir. El día previo a la salida solo quedaba cargar las bolsas en la moto. Sali­mos a las seis de la mañana desde Casala­rreina, donde vive Mikel. Vuelve el miedo a los 950 kilómetros que nos quedan por delante hasta Cartaya, además, las temperaturas van a ser de las más altas del año.

Salimos a la hora planeada. Después de 700 km y tras dos paradas para repostar, te­nemos que parar en un pueblo extremeño a pasar las horas centrales del día hasta que la temperatura baje un poco. Las últimas horas de conducción han sido terribles, por enci­ma de los 40 grados, a los que ayudaba un montón el boxer.

El tramo final transcurre por la sierra norte de Sevilla y el Parque Natural de Aracena y Picos de Aroche. Carreteras chulísimas; lo más impresionante, la llegada a las minas de Río Tinto, da la impresión de llegar a otro planeta. 14 horas después de la salida llega­mos al destino.

 Desde que salimos de Fuente de Caños, el termómetro en ningún momento bajó de los 37 grados. Ducha rápida y a cenar al Rompido, cantidades de gambas, langosti­nos, acedías y vino blanco del Condado, un poco de charla y a dormir, que la paliza ha sido considerable.

Nos levantamos a las 10, desayuno y ca­rretera. Primera parada Olhao, pueblo de típica arquitectura portuguesa ya cerca de Faro. Después de comer una cataplana de ma­risco (típica portuguesa), nos montamos en la moto y vamos hacia Faro por el interior. Llegamos a Faro a las 5 de la tarde e inme­diatamente nos inscribimos.

Alucinante, nunca había visto tanta moto junta. Un ambiente motero y una organiza­ción que, aunque con cosas por mejorar, me ha parecido de lo mejor que he visto en concentraciones. Después de pasar un rato por la concen­tración, volvemos a España, cenamos de nuevo en el Rompido.

Hoy toca paseo por la costa de Huelva. Salimos tranquilos disfrutando del tiempo y de la carretera. Visitamos la localidad de Ayamonte, y desde aquí cruzamos en ferry a Vila Real. Al igual que el día anterior, no sé dónde poner los ojos. Motos, motos y más motos. Me encantó el Bike Show, el ambiente y el concierto de Los Suaves.

El plan para el domingo era salir con calma y dormir a mitad de camino. Nos levanta­mos llenos de adrenalina y decidimos in­tentar llegar del tirón. El tiempo es mucho más agradable para conducir, no pasamos de 35 grados en todo el trayecto de vuelta. Autovía, más autovía y a las 8 de la tarde ha­cíamos la última parada en Ibeas de Juarros, a 70 kilómetros de casa.

El resultado, 2.600 kilómetros sin inciden­tes ni problemas y unos días increíbles en buena compañía. Habrá que repetirlo.

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