Desde hacía tiempo que cada año, por un motivo u otro, se me escapaba la posibilidad de poder participar en la Crom Ride. Mis compañeros de Solo Moto me comentaban lo bien que se lo habían pasado en ediciones anteriores, y en cada ocasión me decía que a la próxima me apuntaba… y cada año, de nuevo un viaje de trabajo, asuntos familiares u otros me impedían hacerlo. Pero, esta vez, cuando me lo propusieron de nuevo y vi que no había nada apuntado en la agenda para ese día, dije ¡sí, voy! Esta Crom Ride 2022 no me la iba a perder…
Con mi compañero, Jordi Mondelo, que cuenta ya con varias Crom a sus espaldas, hablamos de hacer la maxi-ruta con dos motos que fuesen distintas pero que tuviesen algo en común, y así poder dirimir al final de la prueba cuál nos había parecido más adecuada para este reto. Optamos por la Honda Africa Twin, en su última versión, y por la nueva NT1100. Como sabéis, ambas comparten motor y chasis… y poco más.
El viernes por la tarde nos encontramos en Girona para recoger las acreditaciones y la tarjeta del control de paso en el Pabellón de Deportes de Fontajau, que contaba con exposición de marcas, accesorios, asistencia técnica y servicio de bar.

El ambiente era fenomenal, con [email protected] de todas las edades y con todo tipo de motos, aunque con predominio de las maxitrail. Me llamó la atención un grupo de tres Yamaha TDM 850 y 900 y una KTM 990 SMT, veteranas como sus propietarios. Me fijé en otro numeroso grupo, este de ducatistas, compuesto por alrededor de una quincena de estas italianas motos.
También me encantó constatar la cantidad de moteras presentes, tanto conductoras como sufridas pasajeras. Y también fue agradable encontrar un buen número de amigos y colegas entre los más de 650 inscritos.
Objetivo: salir lo antes posible
El sábado desayunamos temprano y a las 7:30h ya estábamos bajo el arco de salida, con la idea de hacer el primer tramo aún frescos.

La primera de las cinco etapas nos llevaría hasta las antiguas y famosas ruinas griegas de Empúries, en la Costa Brava. En este primer tramo encontramos abundante tráfico en algunas zonas, no en vano ya estamos en julio y la gente va a la playa. Por suerte, disfrutamos de algunos pasajes de divertidas carreteras de curvas en los que todavía los grupos de motos estaban muy juntos y debíamos avanzarlos con cautela.
Este primer tramo lo hice sobre la NT1100, con la que ya había ido desde la factoría de Honda a Barcelona y de la Ciudad Condal a Girona el día anterior. En la autopista de Barcelona a Girona me pareció una moto muy confortable, con una posición de conducción muy relajada y muy buena protección aerodinámica. Solo eché de menos que la pantalla no fuese de elevación eléctrica (es manual), porque en la autopista estaba en su posición más baja y el aire llegaba justo a la altura del casco, resultando ruidoso.
Otra cosa que no me convenció al 100% fue la piña del puño izquierdo. Hay muchos botones y me pareció algo lioso de utilizar. Imagino que con el tiempo te aprendes todas sus funciones, aunque parece que eso necesita su tiempo.
Pero, por otro lado, me sorprendió lo fácil que era circular en curvas con ella. Francamente, pensaba que sería más lenta en los cambios de dirección, pero se mueve con más facilidad de la esperada y permite mantener un buen ritmo.

Finalmente y sin problemas, llegamos a Empúries, donde marcamos nuestras tarjetas por primera vez y bebimos un poco de agua antes de reemprender la marcha.
La magia del Empordà
La segunda etapa tenía como final el pueblo medieval de Castellfollit de la Roca, situado en la cima de un risco. Para este segundo tramo nos intercambiamos las motos y me subí a la Africa Twin. Con mi 1,68 llegaba de puntillas al suelo con la maxitrail y me costaba quitar el caballete lateral si la moto estaba muy inclinada (a veces puse una piedra debajo de la pata de cabra).
Una vez en marcha, al instante la Africa demuestra que es bastante más ligera que la NT, y eso se nota tanto a la hora de moverla como de acelerar. Hay otro punto importante en este último aspecto, y es que tiene un desarrollo más corto que la rutera (dos dientes más de plato). El peso inferior y el desarrollo corto hacen que las aceleraciones y recuperaciones sean más brillantes.
No me había montado en la Africa Twin desde que probé su primera versión 1000, y me encantó el nuevo motor 1100, que parece bastante más lleno que el anterior, con más par. Tanto en la trail como en la rutera el twin en paralelo empuja fuerte desde abajo y recupera muy bien, algo más en la Africa, como es lógico.
También pensaba que, tras probar la cómoda NT, encontraría incómoda a la africana, pero no. Obviamente, no tiene el nivel de confort de la rutera, pero no está tan lejos. Además, la cúpula protege muy bien, aunque con mi estatura la parte alta quedaba justo a la altura de mis ojos y no sabía si mirar por encima o por debajo. Los de tallas más europeas que la mía mirarán por encima, eso seguro.

Este segundo tramo nos llevó por carreteras secundarias del Empordà, por fin sin tráfico y pasando por pequeños y bellos pueblos medievales. Finalmente alcanzamos Castellfollit, final de nuestra segunda etapa. Marcamos nuestra tarjeta y como el calor empezaba ya a apretar, cambiamos de nuevo de moto y decidimos ponernos en marcha sin mucha más dilación.
Hacia el alto Pirineo
Cruzamos la zona volcánica de Olot y pasando por el fantástico y revirado puerto de Santigosa llegamos primero a Sant Joan de les Abadesses y luego a Ripoll, justo a los pies del Pirineo.
Tenía ganas de ver cómo se comportaría la aparentemente tranquila NT, con sus tres maletas, en el rápido puerto de montaña de Toses, que además cuenta con un adherente asfalto. Con Jordi Mondelo a la cabeza montando la Africa Twin empezamos una rápida ascensión, encontrando, cómo no, otros grupos de motos, aunque cada vez más espaciados y que en su mayoría nos facilitaban poder adelantarlos sin problemas.

La NT permite inclinar más de lo que parece a priori hasta rozar el caballete; el motor empuja en cualquier marcha, y el cambio, sin ser deportivo, es preciso. La agilidad me pareció mejor de lo esperado, y la estabilidad, tanto en curvas como en recta, notable. El freno no es tan contundente como el de una deportiva, ni quizás como el de otras ruteras mucho más caras, pero funciona bien y tiene buen tacto.

Y casi sin darnos cuenta, alcanzamos el alto del puerto, de 1.800 m de altitud, y, poco después, las pistas de esquí de La Molina, el final de la tercera etapa.
El punto más lejano
Desde La Molina retrocedemos ligeramente hasta buscar la GI-400 hacia el Coll de la Creueta. Esta estrecha carretera desciende con bastante rapidez. Tiene algunos baches y cambios de rasante que le restan visibilidad en algunos puntos, y tan sólo un bajo y poco reconfortante guardarraíl impide una larga caída hasta el fondo del valle. La verdad es que si lo haces rápido da un poco de ‘yuyu’.
Aquí volví a montar la Africa Twin, cuyas largas suspensiones absorbían bien las irregularidades del asfalto, aunque, especialmente en descensos, este largo recorrido hace que haya un mayor trasvase de masas hacia delante a la hora de frenar fuerte. Es decir, que frenando con ganas el morro se hunde bastante y se levanta el trasero. De todos modos, he de decir que me esperaba que, siendo una aventurera de suspensiones largas, amorrase más de lo que lo hace y realmente no impide mantener una conducción deportiva. Por cierto, nuestra unidad montaba un silenciador SC Project, que reduce algo el peso y emite un sonido más deportivo, sin ser molesto. ¡Ah! También montaba quickshifter: funciona bien, pero a mi modesto entender no es necesario en una trail.
Ya son las 14:30h cuando llegamos a Guardiola de Berguedá. Aprovechamos para repostar y buscar un bareto donde nos hagan un par de bocatas. La primera terraza donde nos sentamos está prácticamente llena, en gran parte de otros ruteros como nosotros, y esperamos -sin fortuna- a que nos atiendan. Nos vamos, y en el siguiente sitio que encontramos tampoco tenemos suerte. Decidimos seguir ruta y llegando a Saldes conseguimos nuestros ansiados bocadillos.

Sin perder mucho tiempo alcanzamos Gósol, al pie de la imponente mole del Pedraforca (2.506 m), nuestro cuarto final de etapa. Es el punto más alejado de Girona, nuestra partida.

Pasando por el Montseny
Sabiendo que había que volver atrás por la misma carretera durante un rato, me olvido del GPS y sigo a otras motos que hay delante. Craso error, porque nos pasamos un desvío y cuando volvemos a hacer caso del rutómetro este se vuelve loco. Nos envía por una pista asfaltada, en la que nos encontramos no pocas motos en sentido contrario. Tras ascender algunos kilómetros tomamos consciencia de que estamos yendo en la dirección equivocada y damos media vuelta. Recapacitemos: sabemos que el penúltimo punto está en Viladrau y hacia allí nos dirigimos.
En esta localidad del Montseny marcamos la tarjeta por penúltima vez y en la salida paramos para beber en una fuente situada en medio de un frondoso bosque. Son las 19:30h, ha hecho mucho calor y llevamos unas 12 horas y más de 500 km realizados hasta el momento. ¡El agua fresca sienta muy bien!

Finalmente llegamos a Girona, cansados pero muy contentos, tras más de 12 intensas horas de moto. Marcamos la tarjeta por última vez y nos sentamos con el resto de ruteros para disfrutar del ambiente y saborear la hamburguesa, los nachos y la bebida que nos ofrece la organización.
Hemos pasado un día excelente, ruteando por fantásticas carreteras, disfrutando de bellos y diferentes paisajes y de un ambiente motero muy sano. ¡El año que viene regresamos seguro!
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