Comparativa: BMW R NineT Racer vs Triumph Thruxton R 1200 Track Racer

Comparativa: BMW R NineT Racer vs Triumph Thruxton R 1200 Track Racer

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BMW R NineT Racer

Con estilo de serie

En pocos años, la familia R nineT de BMW se ha erigido como una de las más exitosas y vendidas del catálogo del fabricante alemán. La calidad y diversidad, sumada a la renacida pasión por lo retro que se está viviendo en el mercado de las dos ruedas, les ha dado un impulso en las ventas espectacular.

De toda la gama, la R nineT Racer es una de las que más admiración y alabanzas despierta, su inconfundible estilo café racer carenado la hace destacar frente a las demás, debido precisamente a la incorporación del precioso semicarenado de burbuja y a su particular posición de conducción basada en unos exigentes semimanillares y unas estriberas retrasadas que le confieren un talante francamente deportivo.

Como ya sabréis, gran parte del equipamiento coincide con el de sus hermanas, aunque en su caso goza de unas geometrías algo distintas en lo referente al ángulo de dirección, avance o distancia entre ejes. Por lo demás no hay cambios, el motor es el conocido boxer de 1.170 c.c. en su versión refrigerada por aire, cambio de seis velocidades y transmisión por cardán, que desarrolla una potencia de 110 CV y un par de 116 Nm.

La frenada se delega a dos discos de 320 mm con pinzas Brembo de 4 pistones delante y, detrás, un solitario disco de 265 mm con pinza de dos pistones. El apartado de suspensión se compone de una horquilla telehidráulica convencional de 43/125 mm, situada en el tren delantero y, en el posterior, un amortiguador de 120 regulable en precarga y rebote, montado sobre el característico sistema Paralever que incluye el eje cardánico.

Triumph Thruxton R Track Racer

Máxima autenticidad

Hablar de motos neorretro es hablar de Triumph. La firma británica ha logrado mantenerse, por mérito propio, como la marca de referencia en este segmento. Los de Hinckley tienen una de las ofertas más bien surtidas y variadas de la categoría, por lo que sorprende que para hacerse con una café racer carenada como la que podéis ver en las fotos, los seguidores de la marca deban tirar de accesorios y, en concreto, del kit llamado Track Racer, valorado en más de 2.000 euros.

Eso sí, gracias a esta inversión mejoraremos muchísimo nuestra Thruxton R a través de su precioso semicarenado de burbuja, los espectaculares silenciosos Vance & Hines o, también, cuidando aún más el detalle con elementos como el kit de supresión del guardabarros posterior, los intermitentes de led o el toque de sofisticación que le da la correa de cuero que divide en dos el deposito.

Por supuesto, no debemos olvidar que todo ello se monta en una de las café racer no solo más bonitas, sino también, en una de las más avanzadas y efectivas en lo que a conducción se refiere. Y es que a la base Thruxton habitual, hay que sumar elementos como la horquilla Showa SBPF de 43/120 mm y los amortiguadores Öhlins con depósito independiente de 120 mm en suspensiones, los discos de 310 mm delanteros con pinzas Brembo Monoblock de 4 pistones en frenos y, en cuanto al motor, un bicilíndrico par de 112 Nm a solo 4.950 rpm, con embrague asistido antirrebote y una electrónica con control de tracción, ABS y varios mapas de potencia que la coronan como la mejor dotada de su clase.

Si sois de esas personas a las que les gusta pasar inadvertidas, ya os podéis ir olvidando de cualquiera de nuestras invitadas. En los diversos días de pruebas e indistintamente del modelo con el que circuláramos, no nos abandonó en ningún momento la sensación de ser el foco de atención de la gente que se encontraba a nuestro alrededor.

Ya fuera parados en los semáforos, circulando por carretera o aparcando, la gente no dejaba de mirar e incluso lanzarse a preguntar sobre su precio, características y, en el caso de los más despistados, si se trataba de una restauración o transformación realizada por nosotros mismos. Ambas son motos que enamoran desde el primer golpe de vista, incluso los poco versados en el tema no podían dejar de asombrarse y maravillarse ante unas monturas que muchos hasta se atrevieron a clasificar de auténticas obras de arte de la ingeniería.

Nosotros no nos atreveríamos a tanto, pero lo que es innegable es que son preciosas y espectaculares y responden, de forma muy acertada y precisa, a la actual moda por lo retro, que ya se extiende por prácticamente todas las cilindradas del mundo de las dos ruedas.

Únicas en su especie

De entre todas la motos de estilo neorretro, las café racer siempre han sido las preferidas de la mayor parte del público, normalmente en las versiones naked, ya que suelen ser más extendidas, polivalentes y asequibles, como sucede en el mercado de las motos estándar.

Pero con nuestras invitadas, BMW y Triumph van un paso más allá en busca de un usuario que, además de la clase y estilo que le aportan sus carenados, busque cierto grado de deportividad en la montura. Porque no nos dejemos engañar, a pesar de su aspecto, cualquiera de las dos y, especialmente en el caso de la Thruxton R, son capaces de hacernos sentir sensaciones muy fuertes por carretera.

Todo ello lo consiguen evolucionando sobre las versiones naked de las que cada una procede; en el caso del R nineT Racer de forma oficial mediante un modelo en catálogo y, en lo que se refiere a la Thruxton R, a través de un kit denominado Track Racer que mejora radicalmente su estilo. Son varios los puntos que las diferencian a simple vista de sus hermanas, el primero y más notorio son los preciosos semicarenados de burbuja y, el segundo, la postura de conducción al ataque.

La BMW es la más extrema en este sentido, los semimanillares están muy bajos y alejados del asiento, por lo que nos obligan a recostarnos mucho sobre el depósito para alcanzarlos. Por supuesto, las estriberas también están considerablemente elevadas y retrasadas, lo que de igual forma nos invita a cargar todo el peso hacia la rueda delantera.

Sabiendo de los inconvenientes de disfrutar de una triangulación entre asiento, manillar y estriberas tan radical, la gente de Hinckley tuvo a bien obviar la instalación de los semimanillares que se integran en el kit Track Racer y optar por los montados de serie en las Thruxton. Puede que esta no fuera la decisión que está más de acuerdo con los cánones de belleza de la categoría, pero es innegable que, gracias a ella, la inglesa gozaba de una posición mucho más cómoda y sobre todo mucho menos exigente en las largas distancias.

Deportivas sin exigencias

No os vamos a engañar, no son las motos más cómodas del mercado ni las más aptas para viajar, pero, por el contrario, si de lo que se trata es de aprovechar sus cualidades en salidas al sprint los fines de semana, son sobradamente capaces de brindarnos un comportamiento y prestaciones muy satisfactorias.

Algo que nos gusta especialmente es el hecho de contar con unas mecánicas que, a pesar de su alta cilindrada, no tienen ni unos caracteres demasiado agresivos, ni una potencia que llegue a sobrepasarnos. De hecho, las cifras que se barajan en este comparativo son muy lógicas, solo 115 CV para la alemana y apenas 97 CV para la inglesa.

Pero no hay que dejarse engañar, las dos basan la respuesta mecánica en la cifra de par (de 116 Nm en la R nineT y 112 Nm en la Thruxton), muy brillante en ambos casos y que les confiere una respuesta fácil y muy aprovechable al puño del gas. Lo mejor de ellas es que dispondremos de mucho empuje en todo momento, la entrega se desarrolla en una curva plana pero contundente, que sorprende en ambos casos por su extraordinaria capacidad de tracción y por acelerar muy rápido y desde muy abajo.

El boxer de la BMW tiene un poco más de pegada, aunque también es el más tosco de tacto y vibra un poco más. Mientras que el twin paralelo de la Thruxton R es una delicia en este sentido, se comporta con una suavidad considerable y, aun así, demuestra un agradable y adictivo carácter que en gran parte, también, se debe a su inconfundible sonido.

Conjunto perfecto

Es cierto que a una moto del estilo de nuestras invitadas se les suele exigir bastante menos que a su equivalente de estilo moderno y que incluso, en ocasiones, la importancia casi vital del apartado estético puede hacer que perdonemos algunos errores. Pero en el caso de nuestras invitadas, no es para nada necesario, ya que es de agradecer a los padres de las criaturas que no se hayan limitado a dar vida a una moto bonita y punto.

Las dos tienen una arquitectura muy eficiente y efectiva, que conforman alrededor de sus mecánicas unas partes ciclo que, especialmente en la británica, resulta muy tentadora. Pero la BMW no se amedrenta, puede que su equipamiento no esté al nivel del utilizado por esta Thruxton R “modificada”; de hecho, ni siquiera está a la altura de la recientemente renovada R nineT, pero, como pudimos comprobar, eso no fue motivo para que en ningún momento le perdiera la cara. Dinámicamente su tamaño y peso las diferencian bastante; sobre ellas, en comparación directa, la inglesa es mucho más pequeña y ligera, aunque hay que decir que en parado ninguna de las dos es una moto precisamente liviana

La R nineT Racer te invita a jugar con ella, sus anchos semimanillares ofrecen un positivo efecto palanca y el bajo centro de gravedad, gracias al pesado motor boxer de aire, la hace muy estable. Eso sí, resulta algo más lenta en tramos ratoneros plagados de curvas cerradas de primera o segunda velocidad.

Es una moto como las de antaño; sin ayudas electrónicas como su rival, deja en las manos y pericia del conductor muchas decisiones, lo que la convierte en una moto de carácter pasional, directa de reacciones y de conducción instintiva que, en manos expertas, puede sacar a relucir el orgullo alemán.

Puede que elementos como la horquilla convencional de 43/125 mm o el amortiguador de 120 mm con sistema Paralever no deslumbren, pero su buena respuesta (en cierto modo más confortable que el de la Triumph) y ese tacto en conjunto tan característico de las boxer bávaras con transmisión por cardán, hay que reconocer que crean cierta adicción.

La joya de Hinckley

En contrapartida, la Thruxton R tiene una distancia entre ejes menor, una geometría de dirección más cerrada y casi 20 kilos menos de peso, por lo que su agilidad en carretera es demoledora, con una entrada en viraje apabullante y un paso por curva diabólico. Es más intuitiva y servicial, no hay que aplicarse tanto como en la alemana cuando vamos a por faena y, a la hora de reducir, el sistema de embrague asistido antirrebote incrementa muchísimo la estabilidad.

Ni que decir tiene que su magnífico apartado de suspensiones también tiene mucho que ver. Sin liarnos con las casi infinitas posibilidades de reglaje que nos ofrecen sus integrantes, hay que decir que, con los setting de serie, ambos demuestran sobradamente sus capacidades. Pese a ser más corta y estrecha, no se siente para nada nerviosa, la horquilla Showa invertida SBPF le aporta a la dirección precisión y firmeza, mientras que los amortiguadores Öhlins, con depósito aparte, proporcionan una gran solidez y estabilidad a todo el conjunto. Incluso en carreteras rápidas es extremadamente competitiva; además, su electrónica la hace muy segura, intermediando entre nosotros y el asfalto gracias a los sistemas ABS y de control de tracción (opcional en la BMW) que, de forma eficiente y casi sin darnos cuenta, salvaguardarán nuestra integridad ante posibles imprevistos.

En conjunto, la Thruxton R Track Racer demuestra un mejor equilibrio y calidad, pues con elementos como los frenos anteriores de 310 mm con pinzas Brembo monobloque de 4 pistones, dignos de la mejor de las Superbike, pocas alternativas ofrece a la bávara también en este aspecto. De todos modos, puede que la R nineT Racer no impresione tanto como su rival, pero en cuanto a efectividad, su propietario no tendrá queja posible.

El conjunto propuesto por la alemana disfruta de mucha calidad en cuanto a tacto y va sobrado de potencia, aunque quizás se le podría pedir una menor intrusión en el ABS posterior que, con demasiada frecuencia, se disparaba a la que ejercíamos un poco más de la presión habitual sobre el pedal derecho.

Un capricho

Eso son precisamente nuestras dos invitadas; un capricho. Una tentación irresistible de la que resulta muy difícil no enamorarse, porque seguramente la razón por la que no veremos más por las calles será un elevado y prohibitivo coste de adquisición para la mayoría.

Sorprendentemente el papel de la más económica del comparativo, entre comillas, hoy le toca a la BMW R nineT Racer, con un precio de 14.170 euros y con pocos extras que sumarle; como mucho, el control de tracción, que siempre puede ser interesante. El caso de la Triumph Thruxton R 1200 Track Racer es aún más exclusivo, ya que a su precio de 15.700 euros, además, hay que añadirle el de las piezas del kit que están valoradas en más de 2.000 euros; carenado y anclajes, 999 euros; silenciosos Vance & Hines, 920 euros; kit guardabarros, 185 euros; intermitentes led, 75 euros, y correa depósito de cuero, 75 euros.

Sí, cierto, no son motos al alcance de todos, lo que en cierto modo aún las hace más deseables, ya que si algo se busca con la compra de joyas como nuestras invitadas es cierto grado de exclusividad, y esa, os lo podemos asegurar, la exhiben por los cuatro costados.

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